Tal vez para muchos de ustedes, en estas islas, el 30 de octubre no les indica nada, porque nos han acostumbrado a que hay que conmemorar las fiestas patrias, esas como el 20 de julio, el 7 de agosto y el famoso ‘encuentro de razas’ del 12 de octubre…
En un ejercicio de autodeterminación más reciente, se conmemora como fiesta departamental el primero de agosto, ‘Día de la emancipación’ del Pueblo Raizal. Pero, el 23 de junio, fecha de la adhesión voluntaria de las islas a la Gran Colombia –que justo este año cumplió 200 años– pasó sin pena ni gloria tanto a nivel nacional como local.
Mientras tanto, el 30 de octubre se conmemora el Día de la Autonomía en la Costa Caribe Nicaragüense, que le cumple el sueño al pueblo creole anglófono de estas costas e islas subyacentes. Este hecho histórico, que también ha sido un sueño de larga data de los raizales del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; en una ceguera egoísta del gobierno central, desde la separación de Panamá se ha visto como una amenaza a la soberanía nacional.
Las islas necesitan su Estatuto Autonómico, si hay un territorio que está escrito en la historia occidental desde la modernidad a estos días es el archipiélago. Desde épocas coloniales con la llegada del navío ‘Sea Flower’, posterior con los conflictos imperiales, los sueños de libertad, el comercio cocotero con Estados Unidos, el papel en la separación de Panamá, la afectaciones a las goletas en la segunda Guerra Mundial, la Reserva de Biosfera, el conflicto limítrofe internacional y ahora en el nefasto corredor del tráfico internacional, entre otros acontecimientos; han atravesado la vida de los isleños raizales, y ellos han visto como sus vidas han sido afectadas por decisiones ajenas a su voluntad.
La autonomía ha sido un sueño raizal, desde su fundación con colonos que prefirieron negociar con una corona española ausente hasta en la adhesión voluntaria se buscaba un Estado que permitiera que los isleños raizales tomaran el control de su territorio.
Ese también era el sueño de Francisco Newball cuando luchó por la declaratoria de la Intendencia, del movimiento de jóvenes raizales que impulsaron la creación de la intendencia especial y del movimiento SOS y otros cuando hicieron presencia en la Asamblea Constituyente que dio origen al artículo 310 de la Constitución de 1991.
Más recientemente con la multitudinaria marcha de AMEN SD del 2007 que baja la bandera de Colombia y sube la bandera propia que simboliza la autonomía raizal, liderada por los pastores, que fueron las bases de la creación de la autoridad raizal en todas sus formas de expresión.
Hoy más de 30 años después de la asamblea constituyente, siguen luchando por un Estatuto que ha transitado por tres gobiernos, pero no ha pasado de las oficinas del Ministerio del Interior, y que era una medida de compensación post fallo de La Haya.
Con nuevas amenazas ahora no solo con un nuevo fallo, también con la pesca industrial y con la crisis climática, ETA e IOTA demostró cual vulnerable es el territorio, y que aun más vulnerable porque su destino depende de otros lejanos. Además, la reconstrucción –comprobado por la Corte Constitucional– fue onerosa y no cumplió con los estándares necesarios para proteger la vida de los y las isleñas del municipio de Providencia y Santa Catalina.
A nivel de gobernabilidad también hay crisis de toda índole, de las autoridades propias raizales, de la institucionalidad local y de la presencia del gobierno nacional. Parecemos un barco a la deriva, que todavía no comprende cual debe ser la ruta. Una gran mayoría de la población tiene los ojos puestos en la agenda del nuevo gobierno nacional, que en sus promesas de campaña hizo importantes anuncios frente a lo que sería una hoja de ruta.
Después de 80 días de posesión del gobierno del presidente Petro y la vicepresidenta Francia hay mucha expectativa, pero también ha comenzado una sensación de escepticismo que han generado los pocos nombramientos realizados de personas del territorio y, sobre todo, porque hay decisiones que aún no se ven claras, a pesar de la importancia y urgencia de algunos temas.
Por ejemplo, la designación de la coagente Elizabeth Taylor ha generado opiniones mixtas debido a que si bien hay quienes ven con buenos ojos el nivel de la representatividad, hay un grupo importante que consideran que no es suficiente, y que para el caso de La Haya se requiere más participación de los juristas locales y que para los temas de las islas se requiere mayores decisiones de impacto.
Personalmente, creo que lo demostrado hasta ahora, nos podría indicar que ni con un gobierno del cambio con la altura moral y consciencia que tienen nuestro presidente y vicepresidenta se va a lograr consolidar una gobernabilidad que responda a las necesidades del territorio si esto no atraviesa por la autonomía territorial.
Y creo que ese es el punto, el fantasma del separatismo todavía ronda los pasillos de la Casa de Nariño y del Congreso y se expresa en la necesidad de ‘controlar’ todo lo que ocurre o no en el archipiélago.
Esa visión de las islas, como ‘joyas de la corona’ hace que los gobiernos nacionales negocien con la política tradicional esa especie de ‘gobernabilidad’ en la que parece una carrera de “quien es el que le habla al oído al presidente” y logre que la mayoría de las cuotas burocráticas queden en su grupo político y se encargan de cumplir la agenda, siempre fiel a los intereses de Bogotá y protegidos por ella.
Hoy 30 de octubre, es una fecha que nos debe recordar a todos los isleños e isleñas, en especial a los raizales, que, en un territorio tan rico, pero tan frágil, la gobernabilidad se constituye en la construcción de un buen vivir.
La búsqueda de la autonomía es un legado de las y los mayores del territorio, era el anhelo, no debemos olvidarla. Pero, sobre todo, las experiencias del pasado nos deben enseñar que esta no se logra pactando y negociando cuotas burocráticas. En mi humilde opinión creo que deberíamos explorar nuevos caminos de unidad local al menos en los movimientos sociales y políticos alternativos, para construir una agenda común que permita sacar adelante ‘Nuestra casa grande’.