En reflexiones anteriores se abordó el tema relacionado con el devenir de la cultura política occidental; lo cual se hizo desde una mirada crítica para comprender las dinámicas y vivencias de la Colombia actual. Estudiar las acepciones de izquierda, derecha y centro implica un ejercicio interpretativo centrado en la historia de las ideas políticas; esto, con el fin de posibilitar su comprensión alrededor del debate político nacional. Es muy frecuente escuchar y observar sectores de la ciudadanía discutir sobre sus ideas, creencias, militancia política y defenderlas. Muchas veces, de manera radical y violenta; confrontación que establece una relación, no de opositores, sino de enemigos. Cabe decir que, la cultura política en Colombia se construyó sobre esas disputas, con desenlaces violentos.
Lo anterior, se explica en gran medida, debido a la incompetencia de las ideologías o doctrinas que históricamente han gobernado; especialmente, en la ineptitud de los gobernantes. Hemos sido gobernados con pensamientos políticos abstractos y desconectados de la realidad social. Sistemas de gobiernos que no han respondido a las demandas y necesidades de la sociedad. Cabe mencionar, que, en cada período electoral, esos pensamientos afloran en forma de ilusiones y demagogias; sin olvidar que, cuando ejercemos el derecho al voto emerge un ciclo interminable de espera; donde siempre se repite la historia de la esperanza de “El coronel no tiene quien le escriba”. Una espera de quince años para la asignación de una justa y merecida pensión por los servicios prestados a la patria. Asimismo, elección, tras elección, se construye un círculo vicioso de desdichas, infortunios, transacciones económicas, pago de favores, aprovechamiento de la pobreza no resuelta y, mentiras ocultas que se repiten a la luz de postergadas ilusiones; impidiendo y postergando la construcción de un proyecto de nación. Pero, al igual que el coronel, quien no tiene quien le escriba, mantenemos la esperanza como única forma de subsistencia.
La ineptitud de quienes han gobernado la institucionalidad pública ha sido un factor determinante; a través del cual, se han configurado y nutrido los grandes males que padece la sociedad colombiana. Ineptitud convertida en desidia y abandono de amplias regiones geográficas y sectores de la población; acumulando de esta forma, un sin número de problemas estructurales; ineptitud expresada en: gobiernos distantes que se comportan de manera autistas ante las expresiones ciudadanas, un Estado centralista, débil y ausente reemplazado por distintas formas de “paraestados” que abusan y vulneran los básicos derechos fundamentales; lo que reduce a la democracia al solo ejercicio electoral, convierte la ciudadanía en clientela y al ejercicio de la libertad en mercancía. Esa inoperancia se traduce en pobreza y pauperización de la población; creando un Estado raquítico, frágil y débil; incapaz de garantizar el bien y la justicia social.
En este sentido, es imperioso retomar el cauce, unificar desde los idearios y programas de las distintas acepciones políticas; una agenda nacional que construya el proyecto de nación que hemos postergado. Es así, como las democracias se fortalecen, impulsando agendas de desarrollo y progreso. Para ello, necesitamos partidos fuertes, que coexistan sin ningún tipo de violencia mutua y gobiernen con pensamiento moderno. Izquierda y derecha con sus distintos matices, creencias y doctrinas; esto se necesitan para construir un verdadero sistema democrático. Por ello, necesitamos, dentro de la cultura política nacional aprender a convivir en medio de las diferencias. Por consiguiente, la sociedad colombiana, no puede seguir permitiendo la ineptitud de sus gobernantes; quienes gobiernan sin agendas e idearios políticos; pero sí, con una demagogia sistemática y repetitiva que condena a vivir en la premodernidad. Una de las formas de erradicar esa ineptitud es con partidos y movimientos políticos sólidos y coherentes, con una sociedad civil organizada y una ciudadanía libre y autónoma. Para ello, necesitamos izquierda y derecha en la vida democrática; única forma de construir una nación moderna. Necesitamos ideas, pensamientos, idearios y agendas sociales para seguir construyendo a Colombia.