Ausencia Sentimental del Festival de la Leyenda Vallenata Por: Fernando Villegas Monsalvo

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Hoy me disponía como todos los años a comenzar con la coordinación de los Concursos del Festival de la Leyenda Vallenata, en especial el Concurso de Acordeoneros Infantil y desde el año pasado la de Acordeoneras Menores, pero este año está lleno de sin sabores en esta fecha para mi tan especial, o como diría el Himno del Festival de la Leyenda Vallenata tengo una Ausencia Sentimental estando en mi Valledupar.

Por primera vez en 53 años de Historia del Festival no contaré como siempre, con la presencia inigualable de quien fuera mi mentora, y segunda mamá mi tía CECILIA ¨LA POLLA¨MONSALVO, digo primera vez a pesar de que su desaparición de este mundo terrenal ocurrió el año pasado, a sólo 21 días de empezar el Festival su hijo mayor, pues ella era la co – madre del Festival Vallenato, y ya para esas épocas a pesar de sentirse ya cansada y enferma, alcanzó a ayudarnos a organizar muchos temas, incluso en el ámbito personal.

Este año sin su presencia, he sentido un gran vacío y una nostalgia que poco puedo expresar con palabras, y no por que no tenga que decir sino que cada vez que lo intento se me forma un nudo en el pecho, ´La POLLA´ fue dentro del Festival de la Leyenda Vallenata el eje de unión, un faro de sinceridad y de apoyo irrestricto en los momentos más aciagos, una mujer que con presencia bonachona siempre tuvo la verdad en su boca, y un carácter fuerte a pesar que no lo pareciera, y siempre tuvo la palabra adecuada para cada momento y lugar.

Aún recuerdo como en el mes de octubre de 2019, al entregar el Parque de la Leyenda Vallenata al Municipio de Valledupar, como corrían por sus mejillas lágrimas de dolor por la pérdida sufrida, recordar todas las batallas jurídicas dadas desde el inicio de la construcción misma del parque, desde la consecución del lote hasta ese imborrable día que causó en la POLLA, otra Honda Herida sólo superable por la muerte de su entrañable amiga Consuelo Araujo Noguera, que en innumerables noches y en silencio cómplice acompañe a llorar.

´La POLLA´ siempre fue alegre, siempre disfrutó de la vida y sus virtudes, pero también dedicó gran parte de su vida a servir, a ayudar al prójimo y sobre todo a la iglesia, donde su huella permanecerá al igual que en mi corazón, y en el corazón de toda su familia y amigos indeleble en el tiempo, sólo puedo decir que la parranda en el cielo hoy es un Festival.

Un sentimiento que ahonda más esta ausencia sentimental, es que por cuarta vez en la historia se aplaza el Festival de la Leyenda Vallenata, dos faltas grandes por un lado la muerte de mi tía y por el otro la no realización del evento que ella ayudó a construir, evento al cual me llevó desde muy niño para que la ayudara a organizar las cosas, donde aprendí a trabajar de tú a tú con todos los compañeros de logística, y de las autoridades, pero sobre todo de la mano de los miembros de la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, y de su Consejo Directivo, todos una sola familia.

En palabras de mi tía: “estos son gajes del oficio”, oficio que nos enseñó a realizar con  denuedo y pasión, a no responder mal con mal sino a construir en torno a quienes nos atacan, a respetar las diferencias de los demás y sobre todo a compartir, enseñanzas que hoy siguen vivas en todos los compañeros de su adorada Fundación, quienes diariamente la recuerdan con cariño, sobre todo para regañar a Rodo (como ella le decía) cuando nos compraba la comida en un lugar más barato, o para llamar a Jorge Oñate para que nos llevara un arroz de cerdo apastelao, o regañar a los encargados del protocolo cuando veía algo que no le gustaba, vivencias que ya no tendremos más.

Hoy nuestras calles estuvieran engalanadas y vestidas del Pilón, de Música, de puertas abiertas para recibir el propio y al extraño, rebozando nuestra cultura en cada rincón de la Ciudad de los Santos Reyes, o Capital Mundial del Vallenato, pero en cambio por consecuencia del COVID19 nos ha tocado encerrarnos para ganar esta batalla por nuestra salud, por nuestra supervivencia y por nuestros hijos.

Siento en cambio a Valledupar apagado, triste, y sin el colorido que le imprime la cercanía del Festival, piloneras, parrandas, cultura, tradición, y música, pero sobre todo se nota la falta del empuje económico que el Festival le imprime a la Ciudad, este evento se ha convertido en el verdadero motor económico de la Ciudad – Región, pues ya no sólo influye en esta sino en toda el área metropolitana e incluso en municipios vecinos, esta es una realidad que muchos reconocen.

 

 

 

 

 


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