Se descojonó Curramba con lo del Covid y no era para menos, todo lo que se podía hacer mal, se hizo mal.
Barranquilla fue la pionera en cretinismo y falta de consideración al hacer aquella mega fiesta en el Country Club con invitados venidos de España, cuando España era uno de los puntos álgidos de la pandemia. Dejaron entrar a toda esa gente, la llevaron a una fiesta en un recinto cerrado con aire acondicionado, y luego la esparcieron por toda la Costa al llevar a los turistas españoles a “pasear”.
Luego, los enfermos se escondieron para no dar boleta, no sin que antes regaran el virus por todos lados, algo que también intentaron esconder pero que se terminó sabiendo.
Eso para no hablar de los mercados chimbos que dieron la Alcaldía y la Gobernación, con foto de Pumarejo en la bolsa y atunes de $20 mil, mismos que palidecían en comparación a los mercados que daba Caicedo en el Magdalena.
Más tarde empezó el capítulo más oscuro de la ciudad en décadas: el llamado “Cartel del Covid”. Una vez se regó el virus, el establecimiento de la salud en el Atlántico puso en práctica un esquema para contrarrestar la baja consulta externa consistente en robarse los cuerpos de la gente pobre y mayor que llegaba a los hospitales por otras patologías, para meterlos en UCIs y reclamarle al ADRES un tratamiento de covid, algo que resultaba mucho más rentable que un paciente normal.
Pero la gente no es estúpida y pronto se dio cuenta de lo que pasaba y lo denuncio, creando una crisis en la salud aún mayor pues ahora los hospitales y trabajadores de la salud habían perdido credibilidad y prestigio. Las redes sociales se llenaron de vídeos y testimonios de hospitales, clínicas y doctores desalmados acusados de hacer esto y lo otro con pacientes perfectamente sanos en cuanto a covid.
Para rematar, aparecieron alegatos de un cartel paralelo para la cremación de cadáveres con el sponsor de la alcaldía de Pumarejo, en donde se paga casi 8 veces más por cuerpo cremado.
Y cuando estas acusaciones alcanzaron su cenit, los empleados de la salud salieron con un médico esgrimiendo una amenaza chimba que la mayoría del país no compró.
Luego, vino lo que tenía que venir: una explosión en el número de casos en la ciudad, que hoy por hoy se ha convertido en el foco a nivel nacional de la pandemia. Barranquilla, hoy por hoy, tiene más casos reportados que Bogotá y la situación se están saliendo de control.
Ayer una de mis fuentes secretas me contó que, supuestamente, Pumarejo y Alex cogieron el avión privado de los Char y viajaron a Bogotá para llorarle a Presidente por ayuda. Lo hicieron en secreto, sin hacerlo público, para que no se sepa que se les salió la vaina de las manos. En resumen, a Pumarejo le quedo grande la pandemia, porque a lo largo de toda la crisis nunca pensó en los habitantes de su ciudad sino en hacer billete y enriquecerse con toda la cuadrilla de hospitales y casas funerarias de Barranquilla.
Una buena noticia en medio de tanto caos en Curramba: fuentes confiables me han contado que Alex ha desistido de aspirar a la Presidencia en el 2022. El man ya sabe que su carrera política a nivel nacional está acabada, que no tiene ningún chance.
Sería bueno que su hermano Arturo tuviera el mismo nivel de introspección personal y desistiera de ser Presidente del Senado por el bien de toda Colombia. No lo queremos ni sentado en una butaca normal del Senado, mucho menos de Presidente del Senado. Aida Merlano no está olvidada, estará en el “fogón de atrás”, en bajo, pero no olvidada.
Eso sería lo único que nos faltaría para sellar esta narco-democracia: Presidente del Senado acusado de intento de homicidio de otro miembro del Senado.
Y les tengo más malas noticias a los barranquilleros: se va a poner peor. Esto es mucha crisis para tan poco alcalde.