Por: Miguel Macea Martinez
El refrescante anuncio de la aspiración del dirigente empresarial y social Alonso Butrón Martínez a la alcaldía de Magangué, su tierra natal, produjo un inusitado entusiasmo en la generación que creció y estudió con él en el Colegio Simón Bolívar y en el Liceo Vélez, y también entre las nuevas generaciones que desean un cambio en la tradicional política magangueleña.
Hacía rato que un aspirante no despertaba un sentimiento de identidad intergeneracional como el que despierta Alonso. Ni siquiera Marcelo Torres, que después de cuarenta años regresó a Magangué y se hizo alcalde, ni Alfredito Posada que igualmente se fue a vivir a Bogotá y regresó treinta años después con iguales pretensiones.
Por supuesto, las más recientes cochadas de magangueleños de nacimiento no lo conocen. Tampoco muchas por adopción, que sentaron sus reales en la ciudad hace veinte años para acá. Pero sea lo que fuere, el apellido asturiano Butrón se encuentra en el ADN patrio de Magangué igual que otros de migrantes europeos como los italianos Pacini, Pucini, Palmieri, Marsiglia, Corsi, Inella, Meola; el francés Duchemín; los alemán Smalbach y Burchardt y los asiáticos sirio-libaneses Raad, Cure, Janne, Amín, Alí, Abisambra, Habib, Naazar, Jadid, Badrán, Arana, Padaui y Eljach, junto con los criollos Cepeda, Zambrano y Botero, entre otros.
En fin, creo que la aspiración de Butrón alegra el hasta ahora aburrido debate político democrático en Magangué, centrado entre el candidato liberal de la administración municipal, Carlos Cabrales, y el candidato del partido conservador, Eduin Franco.
Además de la de Alonso Butrón, se registran otras aspiraciones independientes como las de Yalil Arana, Yair Rojas, Hubert Tarriba, Iván Mondragón y Nilo Pérez, entre otros, que, a no dudarlo, refrescan y revitalizan la democracia local para bien de Magangué y los magangueleños.