Me ha llegado mucho mensaje, y he leído mucho comentario en todas partes, sobre el encuentro de ayer en Montería entre Petro y Mancuso en donde se le devolvieron a víctimas como 8 mil hectáreas y en donde estos dos personajes hicieron un cambio simbólico de sombreros vueltiaos en un tono de camaradería que tiene a muchos mortificados.
Yo no soy uno de ellos, y en este caso, le voy a dar el lado a Petro y a Mancuso, quizá porque tengo un “background” en historia militar en donde las reconciliaciones entre antiguos enemigos son bastante comunes y celebradas.
Mancuso y Petro representan los dos extremos de una guerra cruenta y sanguinaria, pero, por lo menos yo, si le doy el lado a Mancuso en cuanto a su actitud arrepentida y reconciliadora. Y del otro lado esta el Presidente, un antiguo guerrillero del M-19 que tiene como bandera de su gobierno “la paz total”.
¿No tiene sentido que un antiguo guerrillero y un antiguo paramilitar se reconcilien públicamente y tengan un gesto de camaradería reflejado en un cambio de sombreros?
Para mi si lo tiene, y de hecho, lo tiene mucho.
Ustedes no habrán visto fotos del 11 de Noviembre de 1918 en el Frente Occidental en Europa, pero yo he visto miles, al igual que films.
El armisticio entre Alemania y las potencias aliadas (Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos) entró en vigor a las 11:00 AM hora local, y tan pronto llegó la hora, hubo vivas en ambos lados del frente, y soldados de ambos bandos saltaron el parapeto desarmados y se saludaron en la “Tierra de Nadie” con los que un minuto antes habían sido sus enemigos. Ambos lados estaban absolutamente mamados de 4 años y medio de guerra de trincheras.
Y entre los gestos de amistad y camaradería entre los antiguos enemigos estuvo el intercambiar cigarrillos, chocolates, e intercambiar sombreros y cascos con el enemigo para sacarse una foto para el recuerdo. Hay miles de fotos de grupos de soldados alemanes y británicos, o alemanes y franceses, posando unos con los gorros o cascos militares de los otros. La guerra produce un efecto entre los que combaten que los que nunca han combatido no entienden. Ese efecto “extraño” se llama CAMARADERÍA.
Al principio de una guerra las tropas de ambos bandos entran al conflicto con un odio visceral por el enemigo. Los soldados no pueden esperar a tener la primera oportunidad de entrar en combate y “matar” al odiado enemigo.
Pero la guerra, por lo general, es juego largo, y a medida que pasa el tiempo el veneno del odio se empieza a diluir y, poco a poco, y no en menor medida por el valor del oponente, un respeto por tu enemigo se empieza a forjar en el campo de batalla. Ese respeto crece con el paso del tiempo después de ver nuemerosos enemigos y camaradas morir y darte cuenta que ambos mueren igual, que ambos sufren igual, que ambos comen mierda igual, que ambos pasan las mismas vicisitudes, y al cabo de un tiempo, ya ese enemigo deja de ser tu enemigo y empiezas a verlo como a un camarada. Un camarada al que tienes que matar porque si no lo haces él te mata a ti o te hacen un consejo de guerra, pero cualquiera le puede preguntar esto a un soldado viejo y te dirá que él ya no mata con odio sino porque, tristemente, es su oficio. La guerra es el oficio de matar, y al cabo de un tiempo en ese oficio, esa actividad se vuelve una tarea mecánica, rutinaria, desprovista de emoción. De mucha adrenalina si, siempre, pero desprovista de emoción o pasión.
De hecho, todos esos muertos que tu matas en una guerra te pesan. Todas las entrevistas que he visto de veteranos de muchas guerras acaban con los entrevistados llorando. Recordar esos cruentos momentos en los que tuviste que aniquilar a otro ser humano para sobrevivir, volver a verlo caer, volver verlo morir, recordar como la vida se escapó de sus ojos, es algo que tu no olvidas jamás, eso te talla el cerebro de por vida. El gran Bismarck, el canciller de Hierro de Prusia, tenía una frase famosa: “Nadie que ha visto la vida irse de los ojos de un soldado caído puede querer la guerra”.
Y hay famosos casos de gran camaradería entre antiguos adversarios luego de la terminación de un conflicto. John McCain, quien como piloto naval fuera derribado en Vietnam y quien durará 10 años cautivo, se volvió un gran amigo de Vietnam y visitó ese país muchas veces en años posteriores, estableciendo una gran amistad con sus antiguos enemigos. Y McCain fue torturado a más no poder. De hecho, McCain no podía levantar sus brazos mucho porque durante mucho tiempo lo tuvieron “crucificado” en el infame “Hanoi Hilton”, y las secuelas de haber estado colgado en esa posición durante tanto tiempo hicieron que se le atrofiaran los músculos de los brazos, espalda y hombros. Y a pesar de toda esa tortura y dolor, el tipo hizo las paces con sus antiguos enemigos y consigo mismo.
¿Que Mancuso fue un masacrador infame?
Todos en una guerra somos masacradores. Los casos de PTSD (Post Traumatic Stress Disorder) dentro del ejército israelí que combate en Gaza y el Líbano están por la nubes. Hay como 8 mil casos de soldados israelíes medio “tostados” por lo que les ha tocado hacer. ¿Ustedes creen que uno va a una guerra y le toca matar a mujeres y niños y eso no deja secuelas? ¿Tú crees que tu vas a serruchar a toda esa gente como hizo Mancuso y eso no va a tener un efecto en tu alma en años posteriores? ¡Esa vaina te tritura el cerebro! Es por eso que yo creo en el arrepentimiento de Mancuso. Ese man tuvo que pagar como 20 años de cárcel por sus crímenes -que fueron muchos-, y en esos 20 años todos esos muertos tuvieron que atormentarlo en esas largas noches de confinamiento. ¡Veinte años! Como 7 mil noches en donde todos esos mochados, decapitados, desmembrados y acribillados tuvieron que visitarlo. Ese man esta arrepentido, ¡seguro esta arrepentido!, eso se los digo yo.
Yo veo vídeos de ese man y se nota que el man encontró en parte su humanidad en medio de esa larga masacre. Yo estoy seguro que Mancuso esta tocado por su experiencia de vida. Es decir, si no lo esta, yo estaría muy preocupado. No estaríamos hablando de un ser humano sino de un monstruo, y ese man puede haber sido lo que quiera, incluso un monstruo, pero hoy en día ya no es monstruo. Yo por lo menos no veo que se comporte o que hable como monstruo. Habla y se mueve como hombre arrepentido. De pronto es un actor ni el hijueputa, pero no creo. Yo creo que fue la guerra la que le hizo encontrar esa humanidad.
Nadie aquí conoce el Estado emocional de locura que se requiere para empujarle una bayoneta a otro hombre mirándolo a los ojos. Nadie sabe por aquí que es rociar con una ametralladora a un grupo de hombres que vienen hacia ti para matarte. Nadie sabe que es matar a otro a trompadas o con piedras. La guerra es un estado de locura temporal, que deja secuelas de locura de forma permanente. Acuérdense de todos esos muchachos que fueron a Vietnam y regresaron locos y cometieron masacres como el carajo de “Pozetto”, aquel restaurante en Bogotá en donde un veterano de Vietnam mató como a 18 personas en los 80s. ¿Ustedes por qué creen que hizo eso, porque estaba mentalmente sano?
Antes de venir a criticar el gesto de Petro y Mancuso véanse de nuevo “Band of Brothers” (2001) o “The Pacific” (2010). Pero no vean la serie, los episodios, solo vean las entrevistas de todos esos viejitos que estuvieron en D-Day, o en Bastogne, o en Pelelliu, o en Okinawa, o en Iwo Jima, y vean como casi todos lloran echando el cuento.
¿Ustedes por qué creen que lloran?
Una guerra larga y cruel te hace cometer atrocidades que nunca se te van a olvidar, por eso tu acabas llorando de viejito cuando las recuerdas. Tu quisieras volver a ese tiempo y no haberlas tenido que vivir, porque esas atrocidades te quemaron de alguna forma el cerebro. Nadie sale de una guerra siendo el mismo.
Y los guevones que nunca han estado en una guerra, o siquiera leído sobre una, son los primeros que saltan a juzgar los gestos de camaraderia de aquellos que si la han sufrido.
Uno de los primeros en trinar una crítica sobre el cambio de vueltiaos entre Petro y Mancuso fue el cretino de Daniel Samper Ospina, y eso lo dice todo. El primero que críticó fue el bufón, y ya decidirán ustedes si quieren ponerse del lado del bufón.
¡Por favor! No hable sobre camaraderia entre antiguos enemigos si usted no ha estado en una guerra, o ha estudiado sobre la guerra, pues usted no sabe de lo que esta hablando.
Petro esta cometiendo cagadas día de por medio últimamente, pero en esto no se equivocó.
P.D: Me mandó un amigo unas fotos sobre el evento en cuestión en Montería, y parece que Mancuso le ofrece el intercambio de sombreros vueltiaos a Petro porque el sombrero que le da tiene una leyenda que dice “Vamos por la Paz Total”. Supongo que quería que el Presidente compartiera su entusiasmo por alcanzar tal objetivo. Tampoco es que haya mucho que analizar con ese gesto más allá de lo obvio y de lo que he explicado arriba…