Caterine Ibargüen y la U: De la dulce mermelada a los saltos desesperados- Por: Daniela Garzón

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Con un video-selfie se confirmó que la medallista olímpica Caterine Ibargüen será la cabeza de lista al Senado del Partido de la U. Un fichaje de Dilian Francisca Toro, que desde que llegó a la dirección del partido tiene el reto de conformar listas que permitan que, al menos, superen el umbral electoral.

El Partido de la U vive un momento muy aciago que parece el preámbulo de su fin, como ya lo anunciaban hace algunos años expertos como Juan Pablo Milanese. Un partido que fue creado para apoyar la reelección de Álvaro Uribe en 2005, que decidió quedarse con Santos tras la ruptura en 2010, y que fue Gobierno por cuatro periodos presidenciales hoy se ve a gatas para seguir en el Capitolio.

La salida de sus dos exponentes más visibles, Roy Barreras y Armando Benedetti, y el anuncio de varios de sus actuales congresistas de no volver a presentarse a comicios, como el caso del senador más votado de su lista, Roosevelt Rodríguez, han tenido en serias preocupaciones a una organización política que hace aguas desde que el presidente Santos pasó a ser expresidente.

El último recurso de este partido ha sido buscar a figuras públicas como Ibargüen, de grata recordación en buena parte de la sociedad colombiana, pero de las que no se conoce su experiencia en política o en asuntos públicos. Una apuesta trasnochada, pero a la que siempre se vuelve: creer que las caras nuevas, solo por ser nuevas, van a atraer votos.

Aunque, como es obvio, la bandera para su campaña será el apoyo al deporte ─y no es una bandera ajena a la U, pues la gobernadora del Valle y pupila de Toro, Clara Luz Roldán, fue antes la directora de Coldeportes─, esto muestra la desesperación por la que pasa Toro y el partido, pues no encuentran de dónde echar mano para no perder la personería jurídica.

En entrevista con El Espectador, Toro dijo que el partido no solo le apostará a caras nuevas, sino que dejarían de ser una colectividad ‘uribista y de derecha’ para buscar más ‘el centro’. Lo que no deja de ser extraño teniendo en cuenta que el partido de la U, desde 2010, decidió quedarse con Santos ─y su tercera vía─, mientras que Uribe se vio en la necesidad de crear otro partido, el Centro Democrático. ¿La U fue siempre uribista o no lo fue mientras se firmaba el Acuerdo con las FARC-EP, Santos estaba en la Presidencia y había mermelada?, ¿o se reconvirtió con Duque o… del mismo modo en sentido contrario? Las volteretas de los partidos y las personalidades políticas son mejores que las de Simone Biles.

No es un secreto para nadie que la U nunca ha tenido un contenido programático muy estructurado y que, más bien, fue desde siempre un partido “atrápalo-todo” en el que hubo espacio para toda suerte de personas cuestionadas, de clanes políticos y de personas que acabaron condenadas en escándalos como el de la parapolítica o el de Odebrecht. La cereza más reciente de este pastel fue la condena a Eduardo Pulgar por intentar sobornar a un juez.

Pero como todo pasado con mermelada fue mejor, el momento crítico sobrevino con la pérdida de figuración en la Presidencia. Desde allí, aunque la U decidió declararse partido de gobierno y apoyar a Duque, la suerte no ha sido la misma. Por eso, no sorprende que otro de los anuncios de Toro sea que cambiarán de logo y de nombre, y que ahora buscarán más “el centro”. El codiciado centro del que todos hablan, que pocos pueden definir y en el que parece que está la mayoría del electorado colombiano.

Lo que no se entiende de esa actitud de “cambio” y “renovación” es la intención de seguir ocupando curules en cuerpo ajeno: el mismo Pulgar está buscando hacer elegir a su esposa, Ana Josefina Ucrós, que no tiene ninguna figuración pública, en el Senado, y el condenado ‘Ñoño’ Elías apuesta, de nuevo, por su hermano Julio Elías Vidal, que se quemó hace tres años aspirando a la misma corporación.

En medio de una crisis generalizada, en otras iniciativas también han fracasado. Toro intentó liderar una coalición de exgobernadores para las presidenciales, pero con la renuncia de Alejandro Char a su candidatura, y con Luis Pérez y Eduardo Verano abriéndose el camino por su cuenta, la idea quedó en el olvido.

El ocaso de la U es un hecho y puede ser una buena noticia para un mapa político que pide a gritos una reconfiguración. Si el partido, además, pretende seguir apostándole a la paz como logo, aunque haya hecho muy poco por ella, está mirando la agenda política que no es, pues el acuerdo con las FARC ya parece, tristemente, periódico de ayer.

 

 


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