El pasado 11 y 12 de octubre, se llevó a cabo las ceremonias de graduación de 1321 nuevos profesionales; hombres y mujeres formados académica, científica y humanamente en distintas disciplinas científicas. Esta nueva promoción de egresados de la Universidad de Córdoba tiene un aspecto en común: Juventud.
Una juventud educada y portadora de ciencia, saber y conocimiento. En ello radica el verdadero poder que demanda y necesita la sociedad para lograr las transformaciones y cambios sociales que dignifiquen y generen el progreso social y humano. Para estos jóvenes y sus familias, la ceremonia de grado es un acto solemne, un momento sublime y único en su vida, porque representa y materializa un objetivo, una meta a la que se llegó con disciplina, esfuerzo, sacrificio y, sobre todo, por haber superado obstáculos y dificultades; muchas, generadas en nuestras propias subjetividades.
Este momento único e irrepetible, reflejado en los rostros núbiles que expresaban sonrisas de júbilo, en donde solo un instante de felicidad desbordante como el que se vivió, puede reflejar este inigualable regocijo. Igualmente, el rostro de alegría y satisfacción por el deber cumplido de las familias; quienes, con humildad, sacrificio, esfuerzo y dificultades acompañaron a sus hijos, para que, por fin pudiesen alcanzar el sueño de obtener un título profesional; lo que representa haber accedido al conocimiento y con ello, no solo cambiar la visión de la vida y del mundo; sino que lo vincula a la sociedad como un sujeto transformado para transformar; ello, solo es posible a través de la educación.
Estos padres de familia y sus hijos entendieron, que solo a través de la educación se rompe el círculo perverso e intencional de la pobreza, un logro que a la vez permite la movilidad social.
Estos momentos trascendentales de la vida son posibles gracias a la existencia de la Universidad.
En eso radica su encargo y responsabilidad social; la formación científica y humana de las presentes y futuras generaciones de cordobeses; lo cual hemos hecho durante 58 años de existencia y que, ha permitido formar a más de 44 mil profesionales en distintas disciplinas científicas contribuyendo a la transformación social del territorio. Por ello, la universidad encarna esa fuerza espiritual, que, a través de la educación y la formación de los jóvenes, hace posible jalonar el desarrollo y progreso de la sociedad.
En esta ceremonia de grados, la Universidad de Córdoba se realiza y revitaliza en cuanto a su compromiso y responsabilidad social. Hemos dado lo mejor de nuestras capacidades físicas, tecnológicas y humanas para formarlos en las mejores condiciones y estándares de calidad; inculcamos valores, principios y responsabilidades que deberán reflejarse en sus comportamientos. En cada uno de estos egresados, su realización será nuestra realización, su grandeza será la nuestra. Ustedes son portadores de un poder transformador y liberador… el conocimiento. Irrádienlo y construyan con él un mundo más justo y humanizado.
Para terminar, quiero decirles que, desde este momento histórico, ustedes son y seguirán siendo hijos de la Universidad de Córdoba, y el vínculo que los une a ella es indisoluble. Estará presente hasta el último momento de nuestra existencia; por consiguiente, deben quererla, protegerla e impedir que la destruyan. Como dice nuestro Himno Unicor: “eres grande y nos haces mucho honor, a Dios pedimos que te guarde para bien de la nación”.