¡Ombe!, tengo que admitir que la serie “Cien Años de Soledad” de Netflix, basada en la mítica novela homónima de García Márquez, superó mis expectativas, que no eran muy grandes.
En líneas generales es una buena producción, con cierta preocupación por detalles escenográficos y elementos históricos que hacen que la historia enganche, y esto lo digo porque, contrario a lo que comentó mucha gente en su momento, a mí no me enganchó el “Pedro Páramo” de Netflix. De hecho estaba prevenido contra “Cien Años de Soledad” porque a mí en realidad no me trama el realismo mágico ya que no me atrae el mundo fantástico. Odió películas como “Lord of the Rings”, “Game of Thrones”, “Star Trek” y demás vainas fantásticas y futuristas porque lo mágico e inverosimil no es lo mío, y el Realismo Mágico tiene mucha más magia y fantasía de la que mi pobre cerebro “realista” puede consumir.
Pero, ¡ajá!, empecé a ver “Cien Años de Soledad” porque era obligatorio hacerlo como colombiano, y colombiano del Caribe para el caso, y no me ha desagradado.
Tengo 3 críticas básicas que hacerle a la serie, que como ya he dicho, creo que está bien producida. Bueno, tal vez 4 o 5 .
La primera es el narrador de la historia, un narrador con una voz medio tonta y frágil que narra la historia sin épica, y “Cien Ańos de Soledad” es una novela épica, la novela que mejor relata la épica historia de Latinoamérica. ¿Cómo puede vender épica esta historia con un narrador que habla como un vendedor de raspao’ de la Calle Larga de Cartagena? Eso había que narrarlo con una voz fuerte y trascendental, con la voz de alguien que trasmitiera esa sensación épica, no con esa vocecita de raspaero miedoso.
Lo segundo es el tono “indigenista” asumido, con lo cual no estoy muy de acuerdo. Con el perdón de los productores de esta serie, yo a José Arcadio Buendía no me lo imaginaba como al timbalero de la orquesta de Diego “El Cigala”. Ni a Úrsula Iguarán como a una indiecita, que es lo que sale en la serie. Creo que la novela de García Márquez es más “blanca” en sus personajes, pues el sistema social existente en esos tiempos implicaba una división a lo largo de las líneas raciales. Con esto no estoy diciendo que los personajes deberían ser rubios y de ojos azules, pero si unos mestizos “claros” que representaran nuestra burguesía provincial con más precisión. Y yo no estoy diciendo esto para alborotar las divisiones raciales existentes al interior de la sociedad colombiana, sino porque me cabrea que se estereotipe nuestra cultura para consumo anglo con personajes que siempre son latinos morenitos e indiecitos. Latinoamérica es una amalgama de razas y culturas, y acá también hay hombres y mujeres latinas blancas, rubias, y hasta pelirrojas. Pero, la Úrsula Iguaran de la serie, por ejemplo, es el estereotipo de lo que el anglosajón quiere ver en una mujer latinoamericana: una indiecita “cute” como con pinta de mexicana de película de vaqueros de antes. La Úrsula Iguaran de esta adaptación de Netflix es como la indiecita interpretada por Katy Jurado en una película de John Wayne sobre el “salvaje oeste”. Esos estereotipos para consumo anglosajón me saben a mierda.
Y luego está el sexo en la serie. A mi me van ustedes a perdonar pero yo no recuerdo “Cien Años de Soledad” como una novela erótica, o con bastante erotismo, y esta serie tiene una escena de culeo cada 15 minutos. De hecho, todo el mundo anda medio encuero en la serie. ¡Éche!, ¿cómo así? ¿Mi familia materna es de un pueblo de Sucre que yo sospecho es parte de la inspiración de García Márquez para su Macondo, y yo nunca en mi vida vi en ese pueblo a nadie medio encuero. A veces uno veía niñitos humildes empelotos en la carretera, pero, por lo general, eran niñitos afros e indígenas de los estratos más bajos. Esa noción de los Buendía, una familia prestante del pueblo, andando por ahí medio biringo todo el tiempo es absolutamente irreal, y también la considero otro estereotipo creado para consumo anglosajón. Los latinos como “salvajes bellos” que andan por ahí como personajes de una pintura de Michealangelo, es decir, encueros. Macondo como un pueblo paradisíaco en donde todo el mundo anda como Adán y Eva, como si eso fuera Tahití durante el motín del “Bounty”. Eso no es cierto. La gente en el Caribe es increíblemente pudorosa, en especial la gente de esos pueblos de antes, y nadie iba a permitir que un hijo de uno andará por ahí medio encuero por la casa o por el pueblo. Eso es un invento que no tiene asidero.
Y esa metida de mano de Pilar Ternera a la pinga de José Arcadio II es inverosimil. A mí hay mujeres que me han agarrado la mondá, pero son todas gringas o europeas, una vieja en Colombia no te mete mano ahí por iniciativa propia, a menos que sea una puta para arrecharte. Y en esa época, ¡menos todavía! Yo creo que una vieja de esa época le metía mano a la mondá de un adolescente de finales del siglo XIX en Colombia y la crucificaban. Ese erotismo no es creíble.
El fenómeno del erotismo en el cine es un mal que yo veo esparcido desde siempre. Existe una noción del cine que considera que el cine debe llevar siempre escenas de amor y sexo porque eso es lo que el público quiere ver, pero yo no creo que ese siempre sea el caso. Aquí, claramente, están erotizando la obra de García Márquez para vender la “fogosidad” de las mujeres latinoamericanas. La mujer latina como una “Carmen Miranda” que se echa unos polvos de miedo. Las mujeres latinas son buenos polvos, pero no van por ahí agarrando mondas como es presentado aquí en esta adaptación. Te la agarrarán cuando están en el cuarto, los dos encueros en la cama, en privado, pero no en la mitad de la plaza del pueblo a las 12 del día.
Ese erotismo era innecesario.
Y por último veo fallas en la dirección, la actuación y el casting. No veo fuerza actoral en ninguno de los actores, excepto por el actor que interpreta al gitano “Melquiades”. Creo que el casting estuvo mal hecho, como ya he explicado, y creo que a los actores les faltan “tablas”.
Cuando tú ves una obra de Shakespeare y te impresiona, es porque ves ahí a Sir Lawrence Oliver, a Sir John Gilgoud, a Ian McKenna, tremendos actores que proyectan la épica que encierra la obra de Shakespeare. ¿Cómo vas a salir tú con estos 4 gatos que no conoce nadie para la obra de nuestro Shakespeare latinoamericano? Nos falta trascendencia, sentido teatral, proyección épica. Esos muchachos de esta adaptación parecen actores de novelas colombianas, ¿es que no había actores más trascendentales en nuestro teatro para hacer un mejor casting?
Voy a terminar de ver la serie esta semana, y ya les contaré más adelante mis conclusiones finales. Por el momento, pasa el examen, pero con poco. De pronto más adelante mejora la mano y cierra bien – o mal-.
Ya eso lo veremos…