No solo en las noches solitarias «Juancho» García se le metía a la alcaldesa Yolanda Wong —la simpática «China»— a su despacho como «amante bandido» ¡También lo hacía al alba! pero en su casa diagonal a la iglesia la Ermita, según evidencias testimoniales. Cada vez que se mueve y habla, la exalcaldesa se enreda en la madeja de Edurbe: el motivo real de las visitas furtivas del exsenador —condenado por corrupción administrativa— eran los contratos de Edurbe. ¿Tráfico de influencia?¿Por qué?
〈Ver La tramoya del Edurbe (I)〉
Yolanda Wong admitió en la WR, que sí se reunió con el exconvicto exsenador pero para hablar de temas tributarios de las empresas del patriarca de la Casa García, que atendía a cualquier ciudadano a cualquier hora, que «Juancho» no era su aliado sino su contrario, que no ha hecho política con él. ¡Bla, bla, bla! Ella dijo:
«Yo atiendo a todo ciudadano cartagenero que vaya al despacho. No entiendo como el periodista Lucio Torres se ha dedicado a contar, no artículos, sino una historia de chisme permanente. Hasta él iba a mi despacho».
Esa explicación de la exalcaldesa es baladí, de acuerdo al análisis que se desprende de declaraciones de algunos conocedores del caso que no quieren que los cite.
La prueba indiciaria
Empecemos por formularnos algunas preguntas. ¿Por qué Yolanda Wong atendía furtivamente a «Juancho», especialmente los días 29 y 30 de agosto? Lo que la gente desconoce es que «Juancho» supo el 29 de agosto de 2018 que la Procuraduría General de la Nación (PGN) tenía listo un control de advertencia que públicamente se dio a conocer el 30 de agosto en el portal digital de la entidad y fue a despacho para calmar la situación y probablemente a blindar los convenios entre el Distrito y Edurbe.
¿Qué motivó las reuniones de Yolanda con «Juancho»? Las visitas furtivas, como «amante bandido», no son para presentar propuestas decentes. Primero porque «Juancho» no es un empresario honesto y, segundo, que no es una Santa Teresa de Calcuta. ¡No! «J.J. García» —como así lo conocen de auto—es un lobo depredador, que cuando fija los ojos en su presa, no se cansa hasta quitarle el último bocado de carne. Y cuando Juancho va con insistencia a donde los funcionarios que él influyó para nombrarlos en determinados cargos, siempre logra su cometido, como en el caso de Telecartagena, cuya contratación se dividió entre tres.
Si lo anterior es así, es decir, si ese es el modus operandi del expresidiario García Romero, ¿qué se esperaría que estuviere conversando con Yolanda Wong? ¿Sobre la situación tributaria de sus empresas? ¿Sobre el cielo estrellado de la Cartagena de esa noche del 29 de agosto cuando irrumpió furtivamente a su despacho? ¡No! Yolanda Wong cree que los cartageneros y los colombianos somos macos (bobos), que todavía nos chupamos el dedo.
El motivo de las reuniones
En esos días, Funcicar venía denunciando la sustitución del Distrito por parte de Edurbe para la contratación, la cual fue ampliada generosamente por Yolanda Wong. La Procuraduría dijo el 30 de agosto lo siguiente:
«El Ministerio Público señaló que no se evidencia un análisis profundo de la alcaldía sobre la conveniencia y justificación para firmar esos convenios, teniendo en cuenta que el Distrito cuenta con la Secretaría de Infraestructura y la Unidad Asesora de Contratación, que cumplen las mismas funciones que serán ejecutadas por el Edurbe. El control de advertencia hace parte de la acción preventiva iniciada por el órgano de control para determinar los motivos que llevaron a la alcaldía a entregar solo al Edurbe la ejecución de esas obras y los procedimientos seguidos por el Distrito para publicar en el Secop (Sistema Electrónico para la Contratación Pública) los actos administrativos que dieron origen a los convenios».
En esas reuniones se le veía a «Juancho» García con un cartapacio de documentos y no precisamente para buscar luces «sobre el estatuto tributario del Distrito». No. La preocupación de la alcaldesa de ese entonces y de «Juancho» era que la Procuraduría se le metiera al rancho con una decisión más agresiva, ya que el control de advertencia podría ser el inicio de un proceso disciplinario que daría al traste con los convenios y el «parampampam» de las convocatorias públicas para adjudicar los contratos de Edurbe. Ese control de advertencia es un paño de agua tibia solo para que la gente crea, ya que perfectamente Fernando Carrillo puede iniciar un proceso verbal por tráfico de influencia y pedir la suspensión de los convenios con Edurbe, para forzar el «vómito negro».
¿Por qué Carrillo no ha iniciado el proceso disciplinario? El actual gerente de Edurbe, Bernardo Pardo Ramos, llegó por recomendación de «Juancho» García y de su hijo Andrés Felipe García, senador por el partido de la U. Pardo Ramos es ficha de Javier Cáceres, por lo cual la estrategia de «Juancho» es duplicar esfuerzo con el fin de conseguir más apoyo político para su cometido. El alcalde (e) de ese entonces, Sergio Londoño, nombró a Pardo porque así lo quiso «Juancho», quien suele recibir en su casa de Bocagrande a altas dignidades, de presidente para abajo. Allá se dieron reuniones con Uribe, Juan Manuel Santos, y otros altos funcionarios. Como Martín Santos —hijo del expresidente Santos— es amigo del senador Andrés Felipe García Zucardi y de Sergio Londoño, éste llegó al cargo por voluntad de Martín a sugerencia de Andrés Felipe García, el hijo de «Juancho» García con la procesada por concierto para delinquir, Piedad Zucardi. Como Londoño obedecía a los García, nombró en el Edurbe a Pardo Ramos, quien contó con el apoyo de los asesores del alcalde encargado. Este análisis se hace con base en declaraciones de fuentes de alta credibilidad allegadas a círculos cercanos al expresidente Santos. ¿Te pillaste la madeja?
Como el procurador Carrillo, el fiscal Martínez y el contralor Amaya trabajaban en triunvirato, destrozaron al otro J.J. García (Vásquez), quizás por orden implícita del presidente. Pusieron en su lugar a Londoño amigo de Andrés Felipe y de Martín Santos. Londoño nombró a Bernardo Pardo para reemplazar en la gerencia de Edurbe a Alfredo Bula Dumar, amigo de los García Zucardi. Pardo, hijo político de Javier Cáceres, llegó con el apoyo directo de García Romero. Cuando se produjo la suspensión del alcalde titular Antonio Quinto Guerra, la dupleta García—Cáceres se movió en el alto poder para lograr que el presidente nombrara a Yolanda Wong como alcaldesa encargada, luego de que Londoño desistiera de regresar y, en cambio, le entregó el espaldarazo a la Wong. Al lograr este cometido, la Wong debe responderle a la dupleta, pero como no es corta de ideas, se metió en el queso y se «craneó» la gran idea de hacer un proceso transparente con los contratos de Edurbe derivados de 22 convenios interadministrativos. En la farsa fueron convocados inocentemente los profesionales de la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos de Bolivar —SIAB— a una Feria Pública en la Cámara de Comercio de Cartagena, como para darle más credibilidad al asunto.
El modus operandi de «Juancho»
«Juancho» es un negociador agresivo, claridoso, y de poco escrúpulo para esquilmar el dinero público. Así lo demostró con el caso del «triqui—triqui» (Ver La Joya de la Corona III) Se le metía a cualquier hora al gerente de Telecartagena, Francisco Martelo, quien no tuvo más remedio que grabarlo y denunciarlo ante la Fiscalía, proceso que posteriormente retomó la Corte Suprema de Justicia y lo condenó. Luego fue condenado Jaime Hernández, quien también fuera gerente de Telecartagena. J.J. García, en una de esas reuniones furtivas, de las que le gusta, le decía a Martelo lo siguiente:
“En este tipo de entidades hay dos cosas que producen diferencia (ganancias): la burocracia y la contratación. Sobre eso es lo que tú y yo nos vamos a poner de acuerdo, cómo se va a manejar la burocracia y cómo se va a manejar la contratación… Pero esto debe ser claro como el agua.”
Ese es el modus operandi del exconvicto exsenador. ¿Quién me negaría que las conversaciones de «Juancho» con la China no tuvieron ese tenor? ¿Se necesitarían las escuchas de la Fiscalía o el audio de esas conversaciones? ¿Qué porcentaje de la contratación se estaría negociando? ¿Habría repartija? ¿Triqui—triqui? ¿Miti—miti? «A otro perro con ese hueso», exalcaldesa Yolanda Wong. Los cartageneros exigen que se les diga la verdad.
Si la Procuraduría en su análisis profundo no ve justificable que el Distrito se despoje de su facultad de contratar para trasladársela a Edurbe, ¿por qué razón no adoptó una decisión más agresiva? Es verdad, el procurador Carrillo desconocía las reuniones de Juancho García con Yolanda Wong los días 29 y 30 de agosto de 2018. Y ahora que las conoce, ¿por qué no actúa con severidad así como lo hizo contra Manuel Vicente Duque? Manolo se reunió con concejales en el ejercicio de sus funciones constitucionales y legales. No se reunió con exconvictos reincidentes condenados por corrupción.
Lo que se ha aprendido del derecho como del periodismo, es la existencia de una triada que un periodista de investigación y un buen abogado deben saber: el sujetode quien se predica la acción, la prueba que evidencia la conducta del sujeto y el derecho, que es el patrón sobre el cual se analiza la conducta del sujeto. La argumentación es el hilo conductor que nos lleva a conocer la verdad procesal o periodística. Lo demás es comentario. Y el comentario es subjetivo, el análisis es objetivo.
¿Cómo te lo explico? Los sujetos son Yolanda Wong y Juancho García. Las reuniones son las pruebas. Y que dice el derecho:
«El servidor público que utilice indebidamente, en provecho propio o de un tercero, influencias derivadas del ejercicio del cargo o de la función, con el fin de obtener cualquier beneficio de parte de servidor público en asunto que éste se encuentre conociendo o haya de conocer, incurrirá en prisión de cuatro (4) a ocho (8) años, multa de cien (100) a doscientos (200) salarios mínimos legales mensuales vigentes, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de cinco (5) a ocho (8) años». (Artículo 411 del Código Penal)
Yolanda Wong podría recibir esa pena de 4 a 8 años de prisión si la investigan y la hallan responsable. Ella es abogada y lo sabe .¿Y que le pasará a Juancho García? Lo mismo. El artículo 411A sobre el tráfico de influencia dice:
«El particular que ejerza indebidamente influencias sobre un servidor público en asunto que este se encuentre conociendo o haya de conocer, con el fin de obtener cualquier beneficio económico, incurrirá en prisión de cuatro (4) a ocho años y multa de cien (100) salarios mínimos legales mensuales vigentes».
En la madeja está García Zucardi y otros
La cosa no es tan compleja. Veamos. «Juancho» es padre del senador Andrés Felipe García Zucardi, quien a su vez es amigo de Martin Santos, hijo del presidente Santos, y amigo de Sergio Londoño. Yolanda Wong, luego de que Rosario Ricardo declinara como candidata a la gobernación (2015) a favor de ella, Juancho la apoyó cuando vio que la candidatura de Rosario estaba muerta. Posteriormente en las parlamentarias, Yolanda a través de su grupo político, apoyó a Andrés Felipe García Zucardi para el senado. Las fotos que la WRadio publicó confirma lo que aquí analizo. Si Juancho García influyó para que Yolanda Wong quedara como alcaldesa encargada dado a la fuerza parlamentaria que ejerce con su hijo, ¿qué favores le pediría? Yolanda —como es astuta y se había olido el tocino de Edurbe— entró como socia y no cómo peón. En la próxima entrega les diré cómo fue la «repartija» y el porcentaje de la participación de los acuerdos, según testigos oculares.
Sea lo que sea, nada bueno se trató en las reuniones de «Juancho» con la «China». Si tu eres recomendado de un exconvicto no arrepentido, ¿qué puede esperar de él? Nada bueno para la transparencia y los fines del Estado. Si un condenado sale de la cárcel, después de haber pagado la pena, sigue haciendo lo mismo que antes, ¿se habrá arrepentido? ¡No! Mi abuela Ana Luisa Martínez Sanes tenía un dicho para calificar esa conducta:
«Puerca pollera nunca pierde el vicio»
«Juancho» no ha perdido el vicio. Que lo hayan condenado por ser corrupto no le ha valido. Su conducta es repetitiva, recurrente. Cuando a «Juancho» lo condenaron a prisión por el «triqui—triqui», llevó de la mano a su esposa Piedad Zucardi al senado y era quien hacia los acuerdos con los escuadrones de la muerte para que dejaran a su esposa hacer campaña política. Pero ella iba a esos encuentros, según está documentado en el proceso de concierto para delinquir que le tiene la Corte Suprema de Justicia. Cuando ésta quedó encartada, hizo elegir a su hijo Andrés Felipe García Zucardi. Si la Corte Suprema de Justicia quiere hacer justicia en este sonado caso de Edurbe, debe ponerle la mira al senador García Zucardi. ¿Dónde está el nexo? La amistad íntima con Sergio Londoño. La Sala Penal de la Corte Suprema solo debe iniciar la investigación y comenzar a atar cabo. Deben preguntar hasta qué punto fue la relación de García Zucardi con Londoño, ¿cómo influyó para que nombraran a Alfredo Bula Dumar en la gerencia de Edurbe. O sea, que al final observaremos que Andrés Felipe García Zucardi está involucrado hasta los tuétanos. Y si esto es así, ¿por qué no ha actuado la Corte Suprema de Justicia? Este artículo le debe servir de insumo para estructurar una cabeza de proceso penal contra García Zucardi.
Pero ese no es el problema. La justicia de la Fiscalía es selectiva. «Juancho» García no tiene ninguna investigación por estos hechos. Yolanda Wong tampoco, mucho menos Javier Cáceres. Los presuntos implicados, no tienen la menor gota de arrepentimiento por los daños que le produjeron a la sociedad colombiana y a la moralidad pública. ¿Por qué? Porque existe una sociedad que los acolita. Un presidente que los recibe. García Zucardi obtuvo en marzo de 2018 un apoyo de 72.638 votos. ¿Cómo lo consiguieron? ¿Con qué dinero hicieron la campaña? Si una alcaldesa que lo recibe en su despacho a altas horas de la noche y en la madrugada, en su casa, ¿qué se espera del rufián de la esquina que no está obligado a guardar los principios como sí un servidor público? La respuesta se la dejo a su imaginación.
Las visitas furtivas de «Juancho» García al despacho de la Wong eran como las del «amante bandido»: blindar los contratos de Edurbe. El gato regresa para tapar la caca.