Hubo un tiempo en que la pelea entre vallenatos y sabaneros por la supremacía musical fue tan fuerte, que el gestor cultural y compositor guajiro, Félix Carrillo Hinojosa, escribió un epígrafe desafiante para encabezar un reportaje. “Me lleva él o me lo llevo yo, para que se acabe la vaina”.
El país ha sido así, una constante guerra regional, donde todos pelean con todos por lo mínimo, tratando de imponer su criterio, como quienes ahora se disputan la sangre de Gabo. Hay más de cien personas en Colombia que viven de reclamar la sabiduría y la gloria que les legó Gabito, que era de aquí, que pasó por allí, que le presté quinientos pesos que aún me debe y que dos sucreños estudiaron con él. Que se lo robaron en Barranquilla, pero fue un San Jacintero quien lo enseñó a escribir, entre otras vainas. Gabo, sin duda, es un buen negocio.
Todo texto sobre Gabito se vende. La gente no se cansa de escarbar en su vida. Y lo peor, que, ante el cambio de escenarios- porque la disputa ahora es a otro nivel-, unos quieren borrar a los otros del mapa, con varias estrategias. Si no los pueden matar, los dañan moralmente o los ignoran, se cierran a la banda, andan como caballos cocheros, cuya soberbia no los deja ver hacia los lados e ignoran al vecino. Y usan frases como “Soy vallenato de verdad”, “Yo escucho vallenato y más nada”. “Soy Sinceano de nacimiento” o “Soy orgullosamente sabanero”, “Tuve la suerte de nacer en San Jacinto”.
La pelea entre vallenatos y sabaneros, que tuvo antecedentes fuertes en Juan Polo Valencia y Abel Antonio Villa, fuertes oponentes al termino vallenato, se apaciguó con la realización seis veces del Encuentro Nacional de Investigadores de Música Vallenata, donde la academia hizo una especie de curaduría que ayudó a bajar el voltaje de la disputa.
Hubo una sentencia que nadie escribió, pero que se notó en el ambiente: el 90% de la literatura sobre música de acordeón o vallenato, tiene un sesgo regional. La disputa se salió de los discos y la piquería pretilera y se fue al libro.
En aquella diatriba quedaron pocos. Por el lado vallenato Félix Carrillo Hinojosa, especialista en comprar pelea, incluso entre sus propios aliados de las viejas disputas. Y por el lado de la Sabana, queda uno que otro muchacho loco, que insisten en probar que la música sabanera es más grande y que fue primera.
Muchos siguen buscando el ahogado río arriba., mientras Adolfo Pacheco, quien inició una excursión cultural con “La hamaca grande”, al fin fue absorbido por el estilo vallenato, hasta ser elevado a doctor honoris causa por la UPC.
Mientras sigue la refriega, ahora en escenarios poco controlados editorialmente, en audiencias fragmentadas, el vallenato se degrada en su expresión, ante una crisis profunda innegable y el sabanero, aunque sigue su accionar en el mundo con la cumbia, sufre de anemia de producción y de buenos intérpretes- no se renueva. La ignorancia sobre mercados musicales y la falta de conocimiento musical, campea en los medios.
Por un lado, existen frases predeterminadas, egos, grupos de WhatsApp, movimientos y cosas, que en el fondo solo llevarán a la confusión. Por el lado sabanero existen grupos en WhatsApp que penalizan a sus miembros si usan el termino vallenato y por el otro lado difunden programas en las redes que demuestran una ignorancia supina sobre los mercados de la música a nivel mundial.
En este tiempo de la globalización no se puede engañar a las audiencias. Y por el lado vallenato hay grupos donde todo es vallenato y más nada. Se desayuna, almuerza y cena vallenato. Y hasta penaliza y ponen tareas. No hay disenso que valga.
Es conocido que para un gran sector de “vallenatólogos”, que en su imaginario crearon un país en el que solo se toca paseo, puya, son y merengue. Es un país impenetrable para otros aires. Es vallenato y más nada. Incluso, desconocen el chicote y la cumbia y el palote con el que se menea el sancocho. Para ellos el vallenato es la mejor música del mundo. Y el mundo no es la bolita de la tierra, sino el país Chimila. O es el país, según las divisiones que hizo cada investigador.
Y los más ignorantes piensan que aquel mundo imaginario que se han creado es realmente la tierra y todos los países del mundo. Y no dudan en decir que el vallenato es la máxima representación cultural de Colombia, por encima de la cumbia, el porro, el fandango, el diamante, el café, la selección colombiana de fútbol, Gabo, Carlos Vives, Shakira, el sombrero zenú, de todo y de nada.
Por un tiempo se pensó que la cumbia era la máxima expresión de América y que el porro fue el aire que llevó la alegría del país a la Argentina y el mundo, que abrió los caminos y que hubo muchos músicos que no regresaron a Colombia, porque los atrapó el mercado. Y no eran vallenatos. Ellos abrieron la trocha para el resto de aires.
Algunos creen que Poncho Zuleta y Miguel López son ídolos en el país vallenato, imaginario que crearon pero que son desconocidos en el 90% del mundo, que incluso, Andrés Landero, derrotado varias veces en el festival vallenato, es un ídolo en muchos países, donde músicos lo tienen como icono y hasta se lo tatúan en el cuerpo. Otros piensan que el vallenato crece a nivel mundial, al menos el nombre, pero que no rebasa a la cumbia. En España a Carlos Vives lo presentan como rey vallenato y en la pasada copa América un comentarista chileno hablaba de que Colombia celebraba con vallenato, pero no se sabe qué tipo de vallenato. Ya no hablan de cumbia, pero la cumbia, como verdadera resistencia, fue cogiendo los matices de cada nación donde se aquerenció.
El pasado miércoles, el Festival Francisco El Hombre, que promueve una simpática competición de la canción inédita vallenata, realizó un conversatorio con el investigador y eximio compositor Julio Oñate Martínez, donde las dos damas que conducen el espacio, hicieron una introducción en donde afirman que el vallenato se tomó el mundo y que es la máxima expresión cultural del país. No sé si se referían al planeta tierra o al planeta vallenato de Los Chimillas de Tomás Darío Gutiérrez.
Yo me declaro ignorante. Por eso pregunto ¿cuáles son los estudios de penetración de la música colombiana que se han hecho en el mercado mundial para lanzar aquella expresión?. ¿En qué países se oye el vallenato tradicional-No el de Carlos Vives, que es otra cosa- y en cuáles la cumbia y otras expresiones?
Me dicen que todo centro América es cumbia, lo mismo que México, con excepción de Monterrey, que es como Valledupar. Incluso, el investigador Abel Medina viajó a México para investigar sobre los sonideros, especialmente sobre las cumbias rebajadas. Apenas empiezan a rebajar algunos clásicos vallenatos, especialmente de Alejo Durán. Allá el gran ídolo es Andrés Landero.
De las canciones vallenatas pegadas en México, figura Los Caminos de la Vida de Omar Geles, un paseo atípico del vallenato, interpretado por un sabanero. Lo que se percibe es que el vallenato avanza, pero aún no desplaza a la cumbia.
Lo que se observa es un gran desconocimiento de muchos periodistas con gracejo ante el micrófono, pero con poca fundamentación. El 23 de junio, escuché la estación Bésame, de Barranquilla, en espacio mañanero conducido por Guillermo Escalante, quien estaba promocionando la canción “Sin medir distancia” de Gustavo Gutiérrez, en la nueva versión de Juanes.
El locutor en ningún momento dijo que la conocida canción es de la autoría de Gustavo Gutiérrez y siempre se la atribuyó a Diomedes Díaz. Sus miles oyentes, sin duda, creen que es de Diomedes y punto. Guillermo debería saberlo para orientar a su audiencia.
Son locutores que repiten como loro lo que oyen por la calle, pero no se dan el trabajo de investigar. Pero no solo pasa entre locutores llanitos. Pasa también entre tozudos comunicadores. Uno de ellos, ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar con un reportaje a un boxeador de Córdoba. En el primer párrafo cometió tres errores. Decía más o menos:
“El boxeador cereteano, cuando iba ingresando al Gimnasio, oyó el paseo vallenato el cordobés de Diomedes Díaz. No es paseo, sino merengue. Y no es de Diomedes Díaz, sino de Adolfo Pacheco. Y para más seguridad, debió decir un merengue de Adolfo Pacheco en estilo vallenato, interpretado por Diomedes Díaz. Tanto el jurado como el concursante tenían una ignorancia supina del tema.