Loco, la gente por acá comparte todos los vídeos de la Primera Dama, Verónica Alcocer, bailando, y todo el mundo celebra lo bien que baila, y su “swing” costeño y tal, y su desparpajo pa’ bailar cumbia y porro paleteado, pero yo voy a confesar que a mí ese bailado de Verónica no me trama. Entiendo que la gente diga que la vieja baila bien, y entiendo su euforia cuando lo dicen, pero a mí ese bailado “arrebatado” no me vende, no sé por qué, pero ese bailado “explosivo” de la Primera Dama no es lo mío. Pero el bailado del Camarada Maduro si me cae simpático, me gusta.
Si se robó o no se robó las elecciones en Venezuela, eso no lo sé. Pero el man tiene un “swing” sabroso para bailar salsa sin tanto aguaje, que me cae simpático. Y ni pa’ decir que Maduro tiene empaque de bailarín, porque el man es un tipo grandote. Y sin embargo, se mueve bien, baila como un caribeño auténtico, como se bailaba antes. Maduro puede ser el amigo grandote que tú tenías de pelao’, que no era el más popular, ni el más parlador con las viejas, pero que bailaba sabroso y que al verlo en una fiesta tú te alegrabas al verlo bailar porque se le veía ese swing Caribe de antaño. Verónica es carnestoléndica, es decir, baila como barranquillera. Maduro baila como señor caribeño de los años 40 del pasado siglo, que pudiera ser Cubano, Venezolano o Colombiano. Baila como bailaba mi abuelo, o como bailaban los viejos de antes: sobrio, sin tanto aguaje, pero con sabor, con mucho sabor. Bailar sabroso no es bailar arrebatado, es bailar sobrio. Bueno, al menos yo me identifico más con el bailado de Maduro que con el bailado de Verónica…
Ahí les dejo al Camarada Maduro tirando paso sabroso…