Diana Martínez, Secretaria General de la Alcaldía de Cartagena, no despejó las grandes dudas del contrato con Veneplast. Tuiter.
Un análisis objetivo y cabal del contrato de $890 millones firmado por la alcaldía de Cartagena con Veneplast, y las explicaciones dadas por la Secretaria General, Diana Martínez Berrocal, se llega a una triste conclusión: William Dau le estaría robando 1.484 mercados a la gente más pobre de Cartagena para dárselos a los ricos dueños de esa empresa.
Veneplast peor que las pechugas de $40 mil
Este hecho que hoy analizamos es más escandaloso que las famosas pechugas de $40 mil el kilo. ¿Por qué? El protagonista de este presunto robo descarado es el alcalde Mayor, William Dau, el otrora veedor anticorrupción y accionista de Aguas de Cartagena. No me equivoqué en la caracterización publicada el año anterior, Dau es un «Turco» que solo le gusta el dinero.
¿Cuál fue la verdadera razón que tuvo Dau para escoger a Veneplast como proveedora de las ayudas humanitarias dirigida a los más pobres de Cartagena acosados por el hambre de esta cuarentena del Covid—19? Ni técnica, ni jurídica, ni económicamente existió razón alguna para escoger la propuesta de Veneplast con relación a los otros proponentes en la rueda de negocios. Por economía se hubiese descartado de plano. Sus precios son más caros que los demás.
La Secretaria General de Dau, Diana Martínez Berrocal, no convenció con sus quebradizos y deleznables argumentos, excepto a los séquitos del tractor de la corrupción. Éstos, seguramente pagados con dineros del Distrito, son los únicos que defienden a Dau. En extramuros la gente tiene hambre. Protesta con cacerolazos, bloqueo de calles y todavía los mototaxistas no han salido a reclamar las falsas promesas de la alcaldía.
¿Por qué defender lo indefendible? ¿Estamos para defender a una administración que le roba al pueblo o los intereses del pueblo que se muere, no por Covid—19, sino por el hambre? La conducta de Dau es criminal.
No hay dudas
Las dudas quedaron intactas. Lo que sí se evidenció y quedó claro fue un sobrecosto del 40% en comparación con los precios al menudeo de las tiendas de barrios. En cuanto a la calidad de los alimentos suministrados, no podemos señalar nada, porque estamos esperando una veeduría in situ.
Después de leer detenidamente el comunicado de Martínez Berrocal, uno se queda rascándose la cabeza como se la está rascando el alcalde William Daut Chamat, quien está desbordado por las circunstancias del Covid—19 y la falta de experticias para la gestión pública. Dau cree que tomarse fotos entregando mercados a los pobres puede esconder el robo de 1.484 ayudas humanitarias.
Con una terminología leguleya, en su comunicado de prensa, empezó defendiendo la capacidad jurídica de Veneplast Ltda para contratar con el Distrito. Como prueba, citó su objeto social:
«Objeto social: la sociedad tendrá por objeto el desarrollo de todas las actividades licitas del comercio y, en especial, de manera principal las siguientes actividades:” … 2) Compra y venta de productos de la línea de aseo, víveres y abarrotes, lencería, ferretería y juguetería…»
Sin embargo, si analizamos bien el certificado de la Cámara de Comercio, Martínez omitió deliberadamente transcribir el objeto social completo de Veneplast. La principal actividad de esta empresa es el suministro de papelería. Así está demostrado en todas las contrataciones que ha hecho con entidades del Estado y con la propia alcaldía en los últimos 9 años.
La omisión de Martínez
La parte del objeto social del certificado de la Cámara de Comercio que omitió Diana Martínez fue la siguiente:
“…y en especial y de manera principal las siguientes actividades: fabricación (distribución, compra, venta, importación, exportación, y comercialización de: papelería en general, útiles de escritorios, así como la prestación del servicio de impresión litográfica, tipográfica.
¿Dónde está la actividad de abarrotes como principal? Si tú tomas los certificados de las empresas de la ciudad, la mayoría presenta un amplio espectro de su objeto social. Pero solo se dedican a una o, máxima, a dos actividades.
Diana Martínez también omitió decir que Veneplast presentó una experiencia de suministro con CBI de hace ocho años y con el Distrito de hace 9 años. En una situación de urgencia se debe contratar a las entidades que tengan como actividad principal el suministro de alimentos, víveres y abarrotes. Se necesita que los alimentos estén en stock. No a negociantes de ocasión que, ante las oportunidades de negocios, obtienen alta rentabilidad. Típico comportamiento del capitalismo salvaje, antiético y antihumano.
¿Veneplast tiene uso del suelo?
La dirección de la bodega que señala Diana Berrocal, donde tienen los productos, no aparece registrada en el certificado de la Cámara de Comercio. ¿Tenían los productos en stock en esa bodega cuando firmaron el contrato? ¿Martínez estaría incurso en falsedad pública? ¿Está mintiendo? Si la respuesta es sí, Diana puede estar en graves problemas penales y disciplinarios.
Por tanto, no podría presentar los 14 certificados que un negocio de esta especie debe portar. ¿Tiene el certificado de uso del suelo expedido por Planeación Distrital? ¿Tiene el certificado de Bomberos, EPA, Dadis? ¿Está ejerciendo lícitamente la actividad comercial que dicen ejercer en esa bodega? ¿Es un depósito? ¿Desde cuándo? Hay más preguntas.
Veneplast no es idónea
La firma Veneplast, que recibió un contrato de $890 millones, no es una empresa idónea para cumplir el objeto social del contrato suscrito el 30 de marzo de 2020. La experiencia que presentó no es actual ni tampoco arrimó experiencia específica en el suministro de víveres, bebidas, abarrotes, etc.
La experiencia que se acerca a esto es un suministro a damnificados de la ola invernal de 2010, según señala Martínez:
«Entre ellas, aportó una certificación de suministro a la empresa CBI por valor de $2.116.783.082; adicionalmente, aportó experiencia específica en el suministro de bienes con destino al personal damnificado por la emergencia invernal del Distrito de Cartagena de Indias (año 2011), entregando 2.500 mercados de alimentos no perecederos y calificada con entregas a satisfacción del objeto contractual».
Las pruebas presentadas por Diana Martínez Berrocal ponen al descubierto la falacia de sus argumentos. ¡Una certificación de hace 9 años! ¿Sabe la administración de Dau lo que se demora preparar la cadena de suministros de alimentos? La necesidad es de urgencia. ¡Es una urgencia manifiesta! La gente está aguantando hambre. No puede esperar una semana, tampoco un mes. ¡Se necesitan los mercados ya!
Sobrecosto del 40%
Pero no es lo único lo que hallamos en este contrato con Veneplast. ¿Los precios se ajustan al mercado? La respuesta es clara: ¡No! Hay un sobrecosto del 40% con relación a la venta al detal de las tiendas de los barrios.
Varios activistas de veeduría, entre ellos Héctor Pérez Fernández y otros, hicieron un ejercicio, cuya tabla comparativa de precios habla por sí solo. (Pueden leerla en el enlace que presento).
Encontramos un sobreprecio de $343.700.000 de los precios de Veneplast con relación a los de las tiendas de los barrios de estrato 4 y 5 de Cartagena, que son más altos.
Si aplicamos el sobrecosto con relación a las tiendas, el Distrito dejaría de adquirir (óigase bien) 4.434 mercados para los más pobres. Pero para mostrar la evidencia del sobrecosto, podemos relacionarlos con los precios de los otros proveedores contratados por el mismo Distrito. Por ejemplo, comparémoslo con Megatiendas.
El costo del contrato de Veneplast (celebrado el 30 de marzo) es de $890 millones. Suministran 10 mil ayudas humanitarias compuestas de dos kits: uno de alimentos y otro de aseo. En tanto que el contrato con Megatiendas, suscrito el 25 de marzo de 2020, es por la suma de $1.900 millones para suministrar 22.337 ayudas humanitarias a $77.500 cada una. La diferencia del costo de las ayudas humanitarias, entre los dos proveedores, es de $115 millones, con un precio unitario de $89.000 las suministradas por Vaneplast. Y debía ser así, porque ese no es el negocio de la empresa contratada.
Dau se robaría 1.484 mercados
Me da tristeza manifestar la conclusión de este análisis periodístico sobre el contrato de Veneplast, pero es la verdad. No hay ninguna pizca de dudas frente a la siguiente premisa: El alcalde Dau se robaría 1.484 mercados de $77.500 para dárselo a los dueños de Veneplast. ¿Por qué va a comprar unos mercados más caros a Veneplast que a Megatiendas con una diferencia de 5 días?
La misma Diana Martínez y la administración lo ha dicho por todos los medios, a Veneplast le compraron 10 mil ayudas humanitarias compuestas por 2 kits. Si tú divides $890 millones entre 10 mil, el resultado es de $89.000. Los kits de Megatiendas cuestan $77.500 cada uno.
Con este dinero de sobrecosto alcanzaría para comprarle a Megatiendas 1.484 mercados que tanto lo necesitan en El Pozón, Nelson Mandela, Colombiatón, Olaya Herrera, La María, y más de 300 mil cartageneros que están por debajo de la pobreza, según el Dane.
El hambre de Dau
El hambre de Dau es de dinero. No en vano viene de ser empleado de un fondo Buitre. No le interesa el hambre de la gente pobre que vive un drama en los barrios populares de la ciudad. No le interesa, porque es un alcalde espurio. De esta manera está exacerbando los ánimos de los que sufren. Pueden levantarse y tomarse por asalto tiendas, almacenes de víveres, supermercados para alimentarse. Los cacerolazos en los barrios se están multiplicando.
En algunas partes, gentes desesperadas entran a supermercados buscando víveres para paliar el hambre que padecen. Como decía mi madre Teresa de Jesús, esta conducta no tiene perdón de Dios.
Conclusión: William Dau le robaría descaradamente 1.484 mercados a la gente más pobre de Cartagena para dárselos a los ricos dueños de esa empresa. Si las ayudas las hubiesen comprado en las tiendas de barrio, alcanzaría para comprar 4.434 mercados más.
¿Ahora sabe la razón por la cual William Dau Chamat le compró a veneplast? No trague entero, denuncie.