Las elecciones del 27 de octubre de 2019, en la que se escogerán los sucesores de gobernadores y alcaldes, serán, sin duda alguna algebraicas y no aritméticas, porque sus guarismos finales dependerán más de descubrir la incógnita de la ecuación electoral, es decir, el “factor x”, que de valorar la gestión de los actuales mandatarios (variable determinada) y de las candidaturas que se postulen (variable a determinar).
He aquí la explicación del famoso aforismo politológico de que en política 2 + 2 no es igual a 4, siendo que aritméticamente lo es, mas no en su ecuación algebraica que aprendimos de Baldor. Para explicarlo, permítase formular como hipótesis de trabajo la siguiente ecuación de segundo grado: 2 + 2x = 6 donde el primer número representa la variable “Gestión de Gobierno”, el segundo número la variable “Candidatos”, la letra “x” la “incógnita” a descubrir y el número 6 es el resultado final con la que se expresa la igualdad. En este caso la “igualdad” consiste en la sumatoria de votos finalmente depositados por ciudadanos libres que tienen el derecho democrático de escoger a sus gobernantes de entre por lo menos dos variables (opciones). Resolver esta ecuación consiste en descubrir el valor de la incógnita o “factor x” de la ecuación, que es determinante para hallar la igualdad.
Por supuesto, si bien la igualdad algebraica está formada por dos expresiones separadas por un signo igual, si esta igualdad es cierta para cualquier valor de las letras (variables), es una identidad matemática, pero si sólo es cierta para algunos valores de las letras, es una ecuación. En matemática electoral, encontrar la igualdad consiste no solo en encontrar el valor de cada variable en su “potencialidad” sino saberla “vender” y presentar de manera consistente. Saberlo hacer constituye el “factor x” de la ecuación, que finalmente es la clave del éxito de una campaña política, un factor asociado irremediablemente a la segunda variable de cualquier ecuación algebraica, es decir, la representada en los candidatos.
Toda esta perorata algebraica puede explicarse en el apotegma politológico de que “cada elección respecto de la anterior se rige por distintas circunstancias”, por lo que es válido afirmar que las del 27 de octubre de 2019 serán muy distintas a las del 26 de octubre de 2015. Por ejemplo, en el municipio de Magangué, la postulación de tres dirigentes lugareños a la gobernación de Bolívar respaldados por las tres fuerzas políticas más poderosas del municipio y del departamento, y los buenos resultados de las administraciones Turbay y Alí que incidirán en el cada vez más determinante voto de opinión, indudablemente constituirán valores de peso de la primera variable de nuestra ecuación hipotética. Igualmente, los talentos y talantes de los candidatos y, por supuesto, sus propuestas de gobierno adecuadamente “vendidas” a los electores, constituirán también valores de pesos de nuestra segunda variable algebraica. Pero el hecho que el decisivo e incognito “factor x” de la ecuación, esté matemáticamente ligado a la segunda variable algebraica, la de los candidatos, y en menor proporción a la primera variable, pone en manos de los estrategas de campaña de dichos candidatos una gran responsabilidad en el éxito o el fracaso del resultado electoral final.
Y las estrategias de campaña no se reducen sólo al marketing político, sino también al arte de crear, recrear, destruir y reconstruir correlaciones de fuerzas que alteren los valores de las variables e incidan en los resultados de la igualdad deseada. Hallar el “factor x” es, entonces, la principal tarea de candidatos y estrategas de campaña.