Redacción: lareginal.net
Tras cumplirse 20 años de haber sido desaparecido Kimy Pernía Domicó, líder de los indígenas Embera Katío del Alto Sinú, que luchó por la defensa de su territorio y la protección del medio ambiente, su hija Martha Cecilia por fin pudo llevarle flores al lugar donde su padre fue arrojado a las aguas del río Sinú.
El lugar donde quedó se lo confesó el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, en noviembre del año pasado, en un acto de reconocimiento de responsabilidad en el marco del encuentro por la verdad organizado por la Comisión de la Verdad.
Desde muy temprano, recogió pétalos de rosas en Tierralta (Córdoba) y en compañía de su madre Ana Cecilia, su hermano, sus hijos, nietos, tías y primas, se trasladó hasta un punto que une a Valencia con Tierralta. Allí se realizó el acto conmemorativo que se inició con una oración por el alma de Kimy.
Valentina, su nieta de cinco años, le cantó a su abuelo y, entre lágrimas, la tía Luciana y las primas Margarita y Benilda, recordaron su infancia al lado de Kimy, el amor y el compromiso por las mujeres del pueblo embera. Igualmente, evocaron aquellos tiempos en los que el líder, con su sabiduría, supo dedicarse y esforzarse por una comunidad que hoy clama verdad, justicia, reparación y no repetición. Luego se sumergieron en las aguas del caudaloso Sinú y arrojando pétalos de rosa, conversaron con su espíritu y le agradecieron por sus enseñanzas y legado.
“Por fin sé dónde estás, por fin te vengo a entregar estas flores, me has dado fuerzas, aquí estoy contigo, me has ayudado en la organización. Son sentimientos encontrados. Tarde o temprano se supo la verdad. Con estas flores te doy un fuerte abrazo porque tu alma aún sigue viva entre nosotras. Te amamos papá”, expresó Martha mientras terminaba de sumergirse en las aguas del Sinú.
En este acto conmemorativo, organizado por el grupo EntreRíos: “Memorias, Silencios”, codirigido por la profesora y periodista Ginna Morelo, participaron también integrantes de la familia Hernández, de Tierralta, que hace 20 años la violencia les arrebató la vida a doce de sus parientes. Entre tiernos sonidos de guitarra compartieron la memoria de los que ya no están. El acto conmemorativo finalizó con un almuerzo y con abrazos.