Los Derechos Humanos tienen la particularidad de ser un discurso que busca un objetivo Universal. Después de la Segunda Guerra mundial y haciendo un balance de los crímenes cometidos en el marco de esta confrontación, algunos líderes mundiales decidieron empezar un proceso de promoción de algunos valores universales que hicieran más humanas las relaciones entre las personas.
Fue precisamente en este marco que se dio la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual estableció una serie de principios, que más allá de las diferencias entre las culturas, buscaban promover el respeto por los derechos fundamentales de todos los habitantes del mundo.
Aunque inicialmente se pensó que la Declaración Universal de los Derechos Humanos era una promoción de los valores culturales de occidente, con el pasar de los años muchas sociedades no occidentales han visto en estos principios una oportunidad para avanzar en el respeto y la dignidad de las personas. Esta Declaración ha marcado un nuevo rumbo en las relaciones entre los países, al igual que ha establecido un discurso que ha permitido vigilar y sancionar los abusos que se siguen presentando en contra de la dignidad de los seres humanos.
Un poco de Historia
El Día de los Derechos Humanos es quizá una de las conmemoraciones más importantes y relevantes a nivel mundial, al igual que uno de los asuntos de mayor interés en la agenda de las Naciones Unidas.
Desde su fundación en el año de 1945, el propósito de las Naciones Unidas ha estado muy ligado a establecer unos Derechos fundamentales y universales que sean defendidos por todos los gobiernos y ciudadanos del mundo, independiente de sus diferencias culturales. En esta misma línea, fue que la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió la famosa Declaración Universal de los Derechos Humanos en el año de 1948, la cual se ha convertido en la piedra angular de los Derechos Humanos a nivel mundial.
El Día de los Derechos Humanos fue establecido formalmente por la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1950, bajo el nombre de Día de los Derechos del Hombre y desde entonces se ha celebrado anualmente el 10 de diciembre en una buena parte del mundo.
Aunque los avances en la lucha por los Derechos Humanos ha avanzado bastante, aún hoy, 67 años después de que las Naciones Unidas ubicaran este tema como un asunto de primer orden en su agenda, se siguen presentando violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos. Por esta razón, la conmemoración de esta fecha se ha convertido gradualmente en una oportunidad para dar a conocer las violaciones a los Derechos Humanos que se siguen cometiendo en varias partes del mundo y para establecer las estrategias para evitar que estas violaciones se sigan cometiendo.
Colombia en materia de DDHH
La crisis de los derechos humanos en Colombia no ha tenido las manifestaciones externas de las dictaduras militares que asolaron el continente latinoamericano en las décadas pasadas; pero se ha alimentado de las mismas prácticas en la comisión de crímenes de lesa humanidad: torturas, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y genocidio; en un marco similar de terrorismo de Estado. Lo peculiar y paradoxal a la vez es que hablamos de un formal régimen civil que se ufana de ser una de las democracias más estables y antiguas del continente.
Ciertamente que el poder militar ha estado sometido a un sector de la sociedad civil en Colombia, que son las minorías que gozan de los privilegios del poder económico. Minorías que en busca de perpetuar el statu quo le han concedido a la Fuerza Pública, en particular al Ejército, la facultad de actuar por fiera de los marcos legales y constitucionales en el «control del orden público». Para garantizar ese ejercicio servil de la muerte le han ofrecido a sus perpetradores la impunidad sobre sus acciones criminales. Al terrorismo de Estado corresponde entonces una política de impunidad.
En Colombia en los últimos diez años se han asesinado trescientas mil personas (alrededor de cien por día), treinta mil de las cuales por razones políticas (en promedio diez diarias), de las cuales tres perecen en combates entre la guerrilla y la fuerza pública, y siete en ejecuciones extrajudiciales o masacres. Cerca de un millón de personas han sido obligadas a desplazarse de su terruño (la mayoría viudas y niños huérfanos) dejando atrás sus ranchos quemados, sus seres queridos asesinados y cargando con su miseria a cuestas. Dos mil quinientas personas han sido detenidas desaparecidas, miles han sido detenidos arbitrariamente y miles han sido torturadas. Estas cifras espantosas que afectan los espíritus sensibles, describen el tamaño del terror y de la impunidad que padece el pueblo de Colombia.
El propósito de estas reflexiones es el de señalar que más que fallas en el aparato judicial que impide la persecución del delito y el castigo del verdugo, en Colombia respecto de las violaciones de los derechos humanos existe una verdadera política de impunidad que compromete no solamente todos los órganos del Estado, sino los medios de comunicación de masas privados al servicio del capital, y por parte de las élites que controlan dicho capital, que encubren no solamente los crímenes de lesa humanidad que el Estado comete, sino la exclusión económica, social y política en que dichas élites mantienen a la mayoría de la población; todo ello bajo la cortina de humo de un discurso democrático.
Por tanto no resulta incomprensible entender el contraste que se presenta en la legalidad y la realidad, entre uno de los aparatos judiciales y la burocracia de derechos humanos más grandes del mundo, con las estadísticas de violaciones y de impunidad más aberrantes del planeta.