Diciembre es el más hermoso del año, el mes de la alegría, de la reconciliación, del perdón entre nosotros y el prójimo, pero también es el mes de la nostalgia.
Como lo expresa el laureado compositor villanuevero y poeta Rosendo Romero Ospino, con su inmortal musa ‘Navidad’. Sí, porque cuando llega diciembre hay navidades tristes y navidades alegres. A unos nos toca pasar esta Navidad en recogimiento con el Señor, pero, ante todo, muy nostálgica, cuando en ella recordamos al ser querido que recientemente haya fallecido. Esa suma de recuerdos nos genera un sentimiento que no podemos ocultar y es cuando el guayabo nos da en lo más profundo de nuestra alma y de nuestros corazones. Es la tristeza que no podemos ocultar. Pero el mundo sigue y pronto se nos pasará.
Es la nostalgia que trae diciembre, ya no con la brisa que se desplegaba en todo el mes, ahora, con el cambio climático, esta llegará a mediados, pero diciembre sí llegó con las noches y madrugadas frías de antaño. Ya no se ven las cometas que alegraban las calles de nuestros pueblos. Solo se notan los estudiantes que regresan felices a disfrutar las fiestas decembrinas. Ya las serenatas no se oyen, el romanticismo ha pasado de moda, ahora fue reemplazado por el consumismo. Eso sí, las luces multicolores se sienten en cada rincón de nuestros pueblos, aunque muchos jóvenes desadaptados las dañan, solo con el placer de hacer daño, es el cambio de valores de la juventud de hoy, que se ha vuelto indómita y ni los padres los pueden controlar, para ellos, es decir, para esta juventud, sus papás son baúles viejos que deben estar en el último rincón. Cómo ha cambiado el mundo.
El arbolito de Navidad que esta juventud descarriada no puede dañar, si aparece en todo su esplendor en las diferentes residencias, haciéndole honor a la Navidad y los aguinaldos también se sienten en lontananza y niños de hoy que no han perdido su inocencia, esperan que el Niño Dios les dé lo que ellos le pidieron en una carta llena de dulzura y de inocencia, recordándoles sus padres que él vendrá a medianoche a cumplirles su sueño hermoso. Qué bueno que todavía en estos tiempos exista la inocencia.
Llegó diciembre con toda su alegría. Las novenas de aguinaldo las esperan, no como antes, pero las esperan. Y después de la novena en la madrugada, toda esa juventud va, ya no donde la recordada “Icha” Bolaño en Villanueva, mi pueblo, sino donde su hija ‘Ona’, a degustar la mejor arepuela de huevo que consumen en un santamién; ya ninguna de las dos están en el mundo terrenal. Es parte de esa Navidad donde nos damos abrazos y disfrutamos de la alegría y de los sueños que construimos para esta época, la mejor época del año.
Este año y en estas navidades se sentirá también la nostalgia, porque muchos hogares no contarán con sus seres queridos, ya que partieron a la eternidad. Pero tampoco volverán los tiempos de las cometas y menos tantas cosas bellas de ese pasado glorioso.
La nostalgia de la llegada de la Navidad la sentimos en lo más profundo de nuestro ser. Cuando no podemos darle el abrazo de esa alegría, de esa congoja, que como un cosquilleo alborota nuestro corazón para expresarle al padre o la madre cuánto los queremos y es cuando esa suma de recuerdos genera esa nostalgia de lo que es la Navidad y el Año Nuevo.
Entonces, los sentimientos se vuelven pequeños y arrugan el alma y escuchamos en la lejanía un canto vallenato de Diomedes Díaz o de Rafael Orozco, con motivo de la Navidad y más nostálgicos nos ponemos cuando esas composiciones son de Rosendo Romero, que hace muchos años en una inspiración poética de Navidad, llega siempre en esta época, donde Dios nos reconforta el alma y nos los expresa con sus cánticos y sus salmos que nuestros seres queridos se encuentran felices allá en la eternidad y son nuestros seres de luz que alumbran con su amor intenso por todos nosotros. Bienvenido diciembre, el año más alegre que trae consigo la Navidad.