El Catatumbo un país aparte- Por: Jorge Cubillos Imbrechts

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Ocaña – Norte de Santander, capital de la Provincia de Ocaña, también conocida como la provincia de los Caro, es el epicentro de la subregión del Catatumbo, que comprende los municipios de Hacarí, Teorama, Convención, El Carmen, San Calixto, La Playa de Belén, Tibu, El Tarra y Sardinata, son las 8:00 horas del 15 de Enero del 2018, me encuentro frente a el monitor de mi computadora, revisando solicitudes que deben ser resueltas a la premura del tiempo, de repente toca la puerta de mi oficina el guarda de seguridad de la institución, para informar que debía atender un usuario que me esperaba en la sala de espera, buscando de mi parte una orientación, inmediatamente me retiro los auriculares donde escuchaba en ese preciso momento una canción vallenata del compositor Tomas Darío Gutiérrez, uno de mis favoritos, llamada Voz de Acordeones, un lamento producido por la muerte de otro de mis compositores favoritos Octavio Daza Daza,; uno de estos estribillos dice ”Pero una mano cobarde, mancho unos versos con sangre, quito la vida a un poeta, hoy desde un acordeón salen gritos que son inmortales voces que Octavio recuerda”, una protesta a un hecho de violencia que termino cegando la vida de este baluarte de la música vallenata y de la región de Badillo.

En su defecto aquel hombre que me correspondía atender, era un hombre de campo, se apreciaba por las vestiduras gastadas por el desarrollo de sus actividades cotidianas, de test blanca, ojos claros, pelo castaño, su rostro estaba enrojecido, por la exposición constante al Sol, de cada jornada, ingresa una vez se lo indico con sus modales limitados por ser del campo; me saluda de la mano, noto que son unas muy grandes y ásperas, se sobre entiende que ha trabajado la tierra toda su vida, me asiente con su cabeza un gesto de agradecimiento, y sin poder mediar palabras de recibimiento me interrumpe y va al grano con su inquietud.

Manifiesta que la ex pareja sentimental lo ha citado a un proceso de fijación de cuota de alimentos, y que eso ya lo había solucionado El, con “La Gente Aquella”, que no le asistía venir a arreglar nada acá.

Refutando de la forma más imprecisa lo dicho por aquel hombre, le pregunto si ya existía algún proceso adelantado por las autoridades del municipio donde el residía? Ya que la competencia era de las autoridades locales, no de la oficina que presidia, de inmediato me manifiesta que no se trataba de ningún órgano del Estado, sino del grupo subversivo, que limita en su zona de trabajo, el cual, en cada sector de la zona rural, establecen un manual de convivencia y en muchos sitios a la entrada de las veredas o corregimientos, utilizan vallas donde están consignadas estas normas, estas normas no son más que prohibiciones a cualquier situación que altere el orden dentro de la comunidad.

Sorprendido por aquel relato me indago la curiosidad, empecé a preguntarle sobre las formas de vida en ese ambiente diferente y peligroso, me manifestó, que no se percibe de ninguna manera la presencia del Estado, que excepcionalmente hacen presencia algunas Entidades como el ICBF, la Defensoría del Pueblo, y algunas ONG, pero el control de la población era exclusivamente de los grupo que operaban en la zona, desde el tráfico de mercancía de productos de la canasta familiar, como hasta los conflictos de pareja, el ingreso de personas a esta zona, está rodeada de un peligro inminente a menudo estas personas deben estar o pertenecer a alguna entidad que preste servicios a la comunidad como al mencionadas anteriormente, o contar con el respaldo de un habitante de la zona quien actúa como Padrino, de resto no ingresa hasta la zona ninguna clase de autoridad.

El Catatumbo, es una vasta zona, del Departamento de Norte de Santander, donde se maneja un suelo prospero que genera una amplia gama de productos de la canasta familiar, es la huerta de nuestro País, pero también utilizada estas tierras para los cultivos ilícitos, que han demarcado en una sociedad de lo ilícito, donde lo ilegal se convirtió en costumbre y esta a su vez en algo normal, donde las familias campesinas labran la tierra para sembrar Coca, que le representa un margen de ganancia enorme que les permite satisfacer sus necesidades y crecer en propiedades y finanzas.

Vivir en el Catatumbo, es conocer la desidia del Estado, es saber que la Autoridad no es la Policía o el Ejercito, sino los grupos que allí operan, que lo que suceda con tu familia o bienes allá mismo se arregla, que la Ley que se predica es la Ley del Talión. Donde los servicios públicos son artesanales y muchos son financiados por los grupos al margen de la Ley, quien contribuye con su instalación y se encargan del fisco, en la producción y comercialización de todo.

 

 


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