La renombrada frase de Joseph de Maistre: “El pueblo elige los gobernantes que se merece”, en el caso de Aguachica, segunda ciudad del departamento de Cesar, no encaja, es decir, no se cumple. Robinson Antonio Manosalva del Polo Democrático fue elegido por una franja minoritaria (32%) de electores hartos – 15.406 votos – que se dejaron convencer por un discurso populista y oportunista y Aguachica se vistió de amarillo.
Se equivocó de nuevo el pueblo morrocoyero y en las últimas elecciones resultó eligiendo a un gobernante incapaz, inexperto, soberbio, altanero y arrogante que desprecia a sus gobernados, desatiende, menosprecia y se burla del elector primario que debe ser la razón primordial del mandato de cada gobernante de turno. Hoy el pueblo considera que esta ha sido una aberrante elección, en detrimento del pueblo y del mejoramiento de la calidad de vida de cada habitante de este municipio.
La elección del demagogo alcalde Manosalva, como su color de partido, amarillo que tiene un significado y psicología relacionando con la vitalidad, el calor, la energía, la luz y la creatividad y se describe a menudo como un color optimista, fue visto, por momentos, como un bálsamo en medio de la anarquía que por años se vive en esa localidad al sur de departamento. La historia política reciente de los aguachiquenses con sus gobernantes deja un saldo en rojo y no precisamente a favor de la ciudadanía.
Los mandatarios deben generar confianza, autoridad legítima y democracia, entre sus gobernados para que su gestión pueda ser notoria y el pueblo apruebe su obra de gobierno. En el caso de Aguachica esta confianza, lo que implica “una mínima similitud de intereses y de valores entre ambos grupos casi nunca se ha dado y en especial con este último alcalde que ha resultado màs pendenciero y camorrista que los anteriores.
Hoy en esa localidad sureña recuerda con añoranza al alcalde Luis Fernando Rincón – 1995 -1997 y candidato por segunda vez en el año 2000, cuando fue asesinado por las Autodefensas Unidas de Colombia. Y que en su momento promovió la primera consulta popular por la paz que se convocó en el país y que luego se convirtió en modelo para el Mandato Nacional por la Paz y el experimento de paz de los municipios del sur de La Guajira. Aguachica se convirtió en ejemplo de buen gobierno a nivel nacional.
De aquellas épocas de buenos alcaldes solo quedan los buenos recuerdos que son más palmarios hoy con las malas administraciones y el desbarajuste y caos institucional que afronta la ciudad, inmersa en problemas de inseguridad, desempleo, baja inversión social, falta de infraestructura educativa, innumerables dificultades en materia de vivienda y servicios públicos, con avances mínimos en lo que va de esta administración y ni que hablar de los problemas ambientales.
Y ni que hablar del problema de desabastecimiento de agua potable, siendo un servicio vital en estos tiempos de coronavirus. En una reciente crisis – marzo 2020 – se evidenció que el 90% de la población no tiene agua desde hacía un mes, principalmente en los sectores más vulnerables y los más golpeados por la sequía. Este problema es histórico en el municipio, y hasta ahora ningún gobernante ha cumplido con la promesa de llevar agua de manera regular a las viviendas y a corto plazo no se vislumbra una solución real a este esta problemática que conlleva a otros de salubridad y sanidad.
Los 118.652 Habitantes que conforman la municipalidad rememoran y evocan las palabras de campaña del hoy alcalde cuando prometía posicionar al municipio como “Ciudad Región y generándole la importancia que merece, por su gente, sus capacidades y el deseo de ser mejor cada día más, porque siempre será Primero Aguachica, siendo Honesta, Digna y Sin corrupción, con una inversión acorde a las necesidades y al beneficio de todos los habitantes por una Aguachica Mejor”.
Hoy este Plan de Desarrollo son solo promesas incumplidas y en el olvido, abandono y negligencia del demagogo alcalde quedan las rimbombantes frases dirigidas a persuadir a los incautos electores que creyeron en cada uno de los ofrecimientos para “promover acciones en todos los sectores de inversión, favoreciendo principalmente a la población en condición de vulnerabilidad, garantizando el fomento de la productividad y el desarrollo económico mediante la participación de los productores campesinos, los industriales, gremios y demás sectores que puedan contribuir al logro de nuestros propósitos, pensando siempre en el crecimiento municipal y mejorando los índices de necesidades básicas insatisfechas”.
A estas faltas se le suma una investigación por presunta corrupción en la adquisición de ayudas humanitarias durante la pandemia que surgió con una denuncia que realizó el senador Antonio Sanguino Páez, por presuntas irregularidades en un contrato celebrado por la administración municipal de Aguachica para la compra de 6.000 mercados en beneficio de la población vulnerable y adulto mayor por la covid-19.
De acuerdo con la denuncia el contrato fue por $755,998.920 con el contratista de razón social Merchans Groups S.A.S Zomac, el cual aparentemente no cumplía con los requisitos exigidos para la contratación estatal.
“El contratista tenía experiencia en construcción de proyecto de servicios públicos, instalaciones eléctricas, actividades forestales, entre otros por lo que no era el adecuado”, destacó el senador en su denuncia.
Entonces acá más bien cabe otra célebre frase: “El pueblo es superior a sus dirigentes” y hoy tiene el compromiso de reclamar y demandar de su alcalde Robinson Antonio Manosalva acciones de buen gobierno en beneficio de las múltiples necesidades que generen desarrollo y prosperidad a cada uno de los ciudadanos de Aguachica.