En la madrugada del martes 13 de mayo de 2008, el expresidente Álvaro Uribe ordenó la extradición a Estados Unidos de Salvatore Mancuso y otros 12 jefes paramilitares. El próximo 27 de marzo el excomandante paramilitar cumplirá su condena por narcotráfico. Hace una semana, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia anunció que, bajo los cargos de lavado de activos y concierto para delinquir, Mancuso quedará a disposición de las autoridades colombianas competentes.
Sin embargo, ante la noticia de la Corte Suprema, no sólo se abre la puerta a la pregunta de qué pasará con las garantías de verdad, reparación y no repetición que los juzgados de Justicia y Paz prometieron a las víctimas de los grupos paramilitares, sino que también da cabida a los cuestionamientos por el escenario actual de conflicto que se vive en las regiones donde Mancuso tuvo influencia durante su actuar como exjefe de esta organización.
Desde noviembre de 2018 Mancuso expresó su intención de acogerse a la Justicia Especial para la Paz -JEP para así aportar al esclarecimiento de crímenes cometidos por esta organización que aún no han sido aclarados. Como el periódico El Tiempo señaló en su edición del pasado 16 de enero, su solicitud fue estudiada por el organismo considerando al exjefe paramilitar como un tercero civil quien financió y auspició grupos armados, puesto que a los miembros de las estructuras paramilitares se les ha cerrado la posibilidad de participar de este mecanismo y obtener los beneficios penales que concede.
Las zonas de influencia de Salvatore Mancuso
En la sentencia SP16258 de 2015 emitida por la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía consigna que Mancuso estuvo vinculado en la dirección del Bloque Norte, cuyo accionar se concentró en Atlántico, La Guajira, Magdalena y Cesar, y el Bloque Catatumbo. La sentencia también enuncia que Mancuso participó en la creación del Bloque Héroes de los Montes de María, en 1996, el cual tenía influencia en los departamentos de Bolívar y Sucre.
Costa Caribe
Oriundo de Tierralta, Córdoba, Mancuso conformó junto a los hermanos Carlos y Fidel Castaño las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá -ACCU en 1994. Desde inicios de la década de 1990, él participó en la creación de las cooperativas de vigilancia y seguridad privada en la región; en 1995, Salvatore Mancuso creó la convivir Nuevo Horizonte, grupo que posteriormente seria conocido como la Compañía Córdoba y que, tras el inicio de la expansión paramilitar entre 1996 y 1997 se convertiría en el Bloque Córdoba. Mancuso comando personalmente este bloque, como quedó consignado en el informe del CNMH Justicia y Paz. Tierras y territorios en las versiones de los paramilitares, publicado en 2012.
La existencia de otros grupos paramilitares en el Cesar y el Magdalena bajo la dirección de Augusto Castro, conocido como el Tuto Castro y de José María Barrera, alias Chepe Barrera, facilitó la llegada de las ACCU a estos territorios. Así, en junio de 1996, Mancuso envió a 25 hombres armados a las sabanas del Ariguaní, entre el Magdalena y el Cesar con el fin de ampliar el control paramilitar en la región.
Para el 18 de septiembre de ese año, en colaboración con políticos regionales como Jorge Gnecco, Mancuso conformo las convivir Sociedad Guaymaral LTDA. Este grupo quedó a cargo de dos de sus hombres de confianza: René Ríos González, alias Santiago Tobón, y Baltazar Mesa Durango, alias Baltazar.
En 1997, tras una reunión llevada a cabo den zona rural de Sincelejo, el liderazgo del grupo paramilitar que operaba en el departamento de Bolívar pasa a manos de Rodrigo Antonio Mercado Pelufo, alias Cadena. Entonces, Mancuso y los Castaño se concentraron en la expansión hacia el departamento de La Guajira, para lo cual se aliaron con Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40. En 1998 se empiezan las incursiones paramilitares violentas en los municipios de Urumita, Villanueva y San Juan del Cesar, en el sur de este departamento. Los grupos que operaban en diferentes departamentos de la costa Caribe posteriormente pasaron a conformar el Bloque Norte, al mando de Jorge 40.
Durante el mismo año, Domenico Mancuso Hoyos, alias David Sotomayor y primo de Mancuso, inició una expansión paramilitar hacia el Atlántico. Este personaje, quien nunca se entregó a la justicia en medio del proceso de negociación con el gobierno Uribe, paso a ser conocido como Lucas en el Norte de Santander, hacia donde se dirigieron los intereses de los jefes paramilitares en 1999.
Norte de Santander
Según la versión libre que el propio Mancuso presentó ante los tribunales de Justicia y Paz, en 1999 los hermanos Castaño le solicitaron a él y a Jorge Iván Laverde Zapata, alias El Iguano, que crearan una facción paramilitar en Cúcuta para así adentrarse en la región del Catatumbo y disputarles a las guerrillas del Ejército Popular de Liberación -EPL y el Ejército de Liberación Nacional -ELN las rentas ilegales que percibían mediante su accionar en ese territorio. Para la creación del Bloque Catatumbo fueron trasladados hombres que operaban en la región del Urabá, quienes participaron en distintas masacres en esa región.
Este es el caso de Roberto Vargas Gutiérrez, alias Marcos Gavilán, quien tras la desmovilización de las AUC pasó a ser parte de los Urabeños y luego fue abatido en la operación Agamemnon II el 31 de agosto de 2017.
Los nuevos actores
Gran parte de los territorios copados por los bloques paramilitares en los que participó Salvatore Mancuso están siendo controlados al día de hoy por al menos dos de varios actores armados: el Clan del Golfo, Los Pachenca en alianza con las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada, el ELN, el EPL, o Grupos Armados Organizados.
En el municipio de María La Baja del departamento de Bolívar, el principal actor armado es el Clan del Golfo, pero durante el primer semestre del año 2019 se registró la presencia de hombres armados desconocidos que actúan en la región tras el regreso de uno de los exjefes paramilitares que operó en la región, según denunció la Defensoría del Pueblo mediante la alerta temprana 004-19.
El panorama que se vive en este municipio en cuanto a la conflictividad social y la disputa por la propiedad y el uso de la tierra enciende las alarmas sobre los posibles escenarios que haya frente al retorno de exjefes paramilitares, como es el caso de Mancuso.
Según la información suministrada por el investigador regional Lerber Dimas, tras el asesinato a manos de la Fuerza Pública de Chucho Mercancía, cabecilla de Los Pachenca, este grupo armado ha tejido alianzas estratégicas con las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada -ACSN, junto a quienes está copando los territorios de la Sierra Nevada de Santa Marta. Estos dos grupos integran la Oficina Caribe, la cual opera de forma similar a la Oficina de Envigado, con un brazo armado y un brazo administrativo.
Dimas asegura que, tras la desmovilización de los grupos paramilitares en la costa caribe del país, han actuado un número aproximado de trece organizaciones residuales de estas estructuras armadas. La Oficina Caribe y el Clan del Golfo -bajo las distintas denominaciones que ha recibido- son dos expresiones de este fenómeno de reproducción de lógicas de violencia y control territorial paramilitar.
La estructura derivada de la alianza entre lo que queda de los Pachenca y las ACSN es la de mayor control y expansión en los departamentos de Cesar, La Guajira y el Magdalena. Esta información es confirmada por las Alertas Tempranas 018, 019, 044 y 052 emitidas por la Defensoría del Pueblo a lo largo de 2019. Para el caso de Santa Marta, a la presencia del Clan del Golfo y las ACSN se le suma el accionar de un tercer grupo denominado La Silla, cuyo accionar se vincula con el narcotráfico.
Tanto el Clan del Golfo como las ACSN buscan controlar las rutas de narcotráfico, así como los puntos de embalaje y la comercialización de estupefacientes al interior de los departamentos. Su actuación en el territorio se ha caracterizado por la extorsión y las amenazas hacia la población civil, y los atentados y asesinatos selectivos a los miembros de grupos contrarios.
En lo concerniente al Norte de Santander, tanto la información de las Alertas Tempranas 034 y 037 de 2019 como el trabajo de Jhon Fredy Cabrera, enlace regional de la Línea Conflicto, Paz y Posconflicto de PARES, alertan sobre la presencia seis frentes y cuatro compañías del ELN, el Fentre Libardo Mora del EPL y tres grupos de disidencias de las FARC-EP provenientes de los extintos Frentes 10 y 33 de la exguerrilla FARC-EP, liderados por Alias Jhon Catatumbo, alias Roldán y alias Villa.
Estas estructuras están interesadas en el control de las economías ilegales y de los territorios que fueron el bastión del Frente 33. Su interés de dominio poblacional ha generado múltiples desplazamientos forzados, han incrementado el reclutamiento forzado de NNA y han violentado a la población mediante amenazas.
A este escenario se suma la presencia de Grupos Armados Organizados y Organizaciones Criminales como Los Rastrojos, Cartel de Sinaloa, Nueva Generación, La Línea, La Frontera y del Clan del Golfo, quienes se concentran en la frontera colombo venezolana y se disputan el control de las economías ilegales que han surgido entorno al fenómeno de la migración de población venezolana.
La incertidumbre del presente
La situación de la costa Caribe genera un fuerte escenario de incertidumbre ante el regreso de Salvatore Mancuso a la región, en la medida que existen estructuras que han heredado las lógicas y las prácticas de los paramilitares.
La posibilidad de que estos actores lleguen a alianzas que consoliden una agenda común entre ellos es muy poca, si se tiene en cuenta que el propio Mancuso señaló la diferencia existente entre los repertorios de acción al interior de las AUC.
Pero no por ello debe olvidarse el antecedente que existe en estos departamentos de diversos grupos que funcionaban bajo un bloque, en especial si se tiene en cuenta que el Centro Nacional de Memoria Histórica señala en uno de sus informes más recientes a las ACCU como una de las cinco estructuras paramilitares no desmovilizadas tras las negociaciones entre el gobierno de Álvaro Uribe y las AUC. Lo cierto es que la llegada del exjefe paramilitar al país añade un elemento de incertidumbre al clima que ya se vive en estos territorios.