El escandaloso vino del chuzo de James Rodríguez – Por Felipe A. Priast

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Nuestro querido “James”, mientras pasa penurias futbolísticas en Europa por su adicción a los bares de strip-tease y farra, abre restaurantes escandalosos en Colombia, al punto de alcanzar estos los medios noticiosos del país. Que si el chuzo es muy caro, que si los vinos son una estafa, que si una ensalada en $48,000 pesos, ¡en fin! Esa manía colombiana de cuantificar todo con billetes, tan traqueta, tan de país pobre como el nuestro, le llegó a James y a su snob restaurante “Arrogante”.

El escándalo no es solo por sus “Branzinos” a $120,000 pesos, que son mucho más baratos que las mojarras a millón de Playa Blanca, sino por sus botellas de vino a $5 millones.

Entonces, para ver cómo era la vaina, me puse a investigar sobre este nuevo chuzo de James en Bogotá, y ya entendí de dónde es que viene todo el escándalo.

En el mundo de los restaurantes, y yo tengo 5 años de experiencia siendo manager, host y bartender de restaurantes durante mis años mozos y felices (😀😀😀), no hay nada más rentable que abrir restaurantes de comida italiana, más precisamente, de pastas y pizzas.

Por razones que escapan a mi inteligencia, la gente se siente increíblemente high-class comiendo pastas, y hay cierta creencia popular, en especial en Latinoamérica, de que ir a un restaurante italiano es lo máximo.

Y digo todo esto porque las pastas son muy baratas y dejan mucho margen para los dueños de los restaurantes. Yo trabajé con el potentado de restaurantes más importante de Miami Beach en su tiempo, un tipo dueño de 12 restaurantes en el área, y les puedo decir que los márgenes de las pastas y las pizzas son lo mejor. Hacer un plato de pasta cuesta, a lo sumo, $2 dólares, y se pueden vender fácil a $18-25 dólares. Esa es la razón por la cual los restaurantes italianos pululan por todas partes. No es solo su aceptación, es el margen de ganancia.

Entonces, nuestro amigo James Rodríguez abre su chuzo italiano “Arrogante” basado en esta premisa, y le parte el ojo a todo el mundo con el nombre del chuzo (que invoca su propia arrogancia) y unos precios caros que siempre tienen pegue en Colombia, porque como he explicado, los restaurantes italianos tienen una fama que no corresponde a lo que ofrecen. Ustedes no van a comer caviar Ossetra del Caspio a un restaurante italiano, van a comer masitas de harina con agua, que es lo que es la pasta. Comer pasta es como comer pan, solo que con una construcción más refinada. Y si usted se pone a comer pastas todos los días, se va a engordar igual que si se tragara un baguette diario, o un “six-pack” de “piñitas” de carro de pan de los que había antes en la Costa.

Para ser franco, a mí no me parece caro un Branzino en $120,000 pesos, aunque entiendo que en Colombia sí lo sea. El problema aquí es que el chuzo de James cobra a precios internacionales, en un país pobre como el nuestro. Un pescado por $24 dólares no es caro, pero con el dólar a $4,500 COP, si lo es, y ese es el pecado de “Arrogante”, cobrar como si fuera un restaurante de Madrid. De pronto esa es la clientela que buscan, una clientela extranjera a la que no le importa pagar los $120,000 pesos por un pescado (en realidad, a mi me parece hasta barato. Mi “branzino” preferido era uno de un restaurante en Nueva York llamado “Insieme”, hace como 15 años, que valía $48 dólares, el doble que lo que cuesta en “Arrogante”, pero ese branzino era una cosa de otro mundo).

La piedra del escándalo es la lista de vinos de “Arrogante”. Y en las noticias se han criticado algunos vinos que cuestan más de $5 millones de pesos.

Sí y no.

Para ser justos, le doy crédito al chuzo de James, pues debe ser uno de los pocos sitios en Colombia con una lista de vinos decente, y eso, al menos yo, lo valoro.

Siendo un restaurante italiano, la lista tiene varios vinos italianos de los llamados “Super Tuscan”, unos vinos toscanos que emergieron en la década del ‘60 del pasado siglo como respuesta a los Bordeaux franceses.

En ese tiempo, el vino emblemático de Toscana, el Chianti, hecho con uva Sangiovese, perdió reputación y sus vinos decayeron. Entonces, algunos emprendedores vinícolas decidieron hacer algo al respecto y comenzaron a hacer vinos usando un “blend” con uvas Merlot, Cabernet Souvignon y Cabernet Franc.

El primer y más famoso “Super-Tuscan” que emergió de ese experimento fue «Sassicaia», pero pronto muchos vinicultores siguieron su ejemplo y comenzaron a sacar sus blends a base de Merlot y Cabernet.

Uno de los más recientes Super Tuscan en el mercado es Massetino, el vino del escándalo en el chuzo de James. Su primera cosecha apareció apenas en el 2019, y tienen un precio retail acá que oscila entre los $250 y los $350 dolares, dependiendo del año y el viñedo. Estos vinos son de la misma región del Brunello del que hablé hace como 3 semanas, pero de la parte costera de la Toscana, entre Livorno y la Isla de Elba, aquella famosa isla en donde los ingleses guardaron a Napoleon, solo para que este se les escapara y volviera para una última batalla (Waterloo).

Si convertimos esos $300 dólares (en promedio) que cuesta uno de estos Super Tuscan del restaurante de James, a pesos, acabamos con $1,400,000 COP. ¿Por qué James está cobrando 5 palos por botella de Super Tuscan?

Respuesta: porque James se quiere marranear a todos los cachacos snobistas que hay en Bogotá, que son legión.

Eso para no hablar de los ejércitos de traquetos y lavadores que hay en Colombia, felices de cuadrar embarques en el «chuzo de James».

Conclusión: «Arrogante» es un sitio más que se une a la oferta snob bogotana, la cual, quiza sea una de las ciudades más snobs del mundo.

Pago el Branzino a $120,000 COP, pero me lo bajo con un jugo de lulo. Ni por el putas pago los $5 millones por el Massetino Super Tuscan de «Arrogante».

Despues de todo, para tomar Super Tuscan tomó Bordeaux, que es lo mismo y es lo que yo siempre bebo.

Sin embargo, le agradezco a James la oferta de Super Tuscans. Y a ver si a alguien se le ocurre abrir un chuzo en Bogotá con una oferta de buenos vinos de Bordeaux. Esa todavía es una tarea pendiente para el snobista circuito gastronómico bogotano.

En cualquier caso, veo mejor a James que a Abelardo 😀…


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