¿El imperio del fraude electoral?: Char, Vargas y la Gata (I). El caso Aída Merlano. Por: Lucio Torres

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La caída de la bella y astuta Aida Merlano Rebolledo en los brazos del CTI acusada de fraude electoral, los medios de comunicación del país y, en especial los de Barranquilla, la han enfocado como si fuera una operación aislada de la senadora electa, pero la realidad es otra.

Su elección fraudulenta es simplemente un botón de muestra de un fraude descomunal que se orquestó en una reunión de alto turmequé celebrada en la casa de Fuad Char, patriarca de la familia, y en la cual estuvo presente el hoy candidato a la Presidencia de la República, Germán Vargas Lleras, y un emisario de los gatos: William Montes.

Como lo detallé en el informe publicado el 27 de abril de 2017 titulado “confidencias de una reunión secreta: Vargas, Char y (La Gata=) Montes”, en un día de carnaval el patriarca de los Char, Fuad, fue anfitrión de Vargas Lleras y de William Montes, exsenador de la República por el partido conservador y tío del representante electo de Bolívar, Emeterio Montes. En esta reunión —que nunca fue desmentida justificadamente por los asistentes— se selló una alianza tripartita que se canalizaría a través de Cambio Radical y el partido Conservador en la región Caribe. Los avales de estas dos colectividades se darían de acuerdo a lo definido en esa reunión. En ese informe (puedes leerlo detenidamente haciendo clic en el anterior enlace), se lanzó varias preguntas:

“¿Por qué un vicepresidente y un acaudalado rico de la región se reunieron con un condenado de la parapolítica que todavía no ha saldado por completo su deuda con la sociedad y con el Estado colombiano? ¿Se trataba de un nuevo pacto de Cambio Radical (CR) para fortalecerse, según los designios de Char y Vargas Lleras? ¿Qué hacía allí William Montes, que no tiene curul?“.

(Para que tenga mayor comprensión de este artículo, Lea confidencias de una reunión secreta)

En realidad lo que se fraguó en esa reunión fue un pacto de distribución del poder político de la región Caribe por una fuerza centrípeta que gira hacia el centro del poder del charismo, fuerza que viene creciendo mediante alianzas non sancta. Con esta metodología política se tomaron a Barranquilla y el Atlántico y a partir de esa experiencia exitosa, el charismo se viene extendiendo como una plaga bíblica por todos los rincones de esta martirizada región. Esto fue lo que dije hace casi un año:

“Como en estas alianzas existen intereses políticos, económicos y judiciales, cada parte pretende obtener grandes beneficios. La Gata desea que la dejen en paz en los últimos años de su vida y siga manejando el poder desde la Clínica del Cari de Barranquilla a través de William Montes. Por el Cari llegan visitantes de todos los estratos y de aquellos políticos que recibieron financiación de La Gata. Los que no pueden llegar por razones del ejercicio del poder político, mandan a sus estafetas. También llegan sus informantes y servidores más cercanos, como su fiel jefe de seguridad conocido como El Ratón. Probablemente en la lista de visitantes  del Cari omitan deliberadamente anotar el número de visitas, pero las cámaras de seguridad hablan por si sola. Uno de los asiduos visitantes es William Montes como también personas cercanas a su círculo de poder. Una sola foto podría certificar lo que aquí se dice”.

Dicho y hecho. Se produjeron dos acontecimientos que confirmaron las hipótesis que argumenté en ese informe de investigación, resultante de esa cumbre donde sellaron el pacto secreto. Si, secreto hasta cuando lo conocí con pelos y señales. Hay dos hechos contundentes que ratifica lo que dije.

Primer hecho. A Enilse López Romero —la popular Gata—le confirmó la “casa por cárcel” el 10 de enero de 2018 cuando Diego Muchetón, su abogado dijo que el juez Sexto de Ejecución de Penas de Barranquilla, David Hassam Saade Morad, ratificó su traslado a su domicilio para preservar su salud y atender las 27 patologías que padece. Efectivamente la popular Gata fue trasladada a una de sus casas en Barranquilla, casa que resultó estar en extinción de dominio y, por tanto, debe ser desalojada de allí. ¿Regresará al Cari, clínica que también es manejada por el poder de los Char o se irá directa a la cárcel del Bosque?

La verdad sea dicha, todo esto es un sainete concebido desde las altas cumbres, donde un juez de la República ocupa el lugar de un simple peón en un juego de ajedrez, y el fiscal Néstor Humberto Martínez se muere de la risa distrayéndonos con show mediáticos denominados “bolsillos de cristal”, como cuando hizo meter preso al alcalde de Cartagena, Manolo Duque, sin evidencias jurídicas y con una buena dosis política.

Segundo hecho. Los resultados de las elecciones parlamentarias en la Costa Atlántica evidenciaron que sí se cumplió el pacto. Cambio Radical y el partido Conservador se distribuyeron el poder. Los resultados electorales de Atlántico y Bolívar se constituyen en la evidencia de que se cumplió el pacto fraguado en la Casa Char.  Fue un pacto para capturar por completo al Estado, satisfaciendo los deseos depredadores de la mafia regional y de cada uno de los departamentos. En el Atlántico participaron otras fuerzas escondidas —como la de los Daes—, y lo mismo se podría decir de Bolívar —como la de los Hilsaca—, pero la idea era que los avales fueran entregados por las dos colectividades, la conservadora y la de Cambio Radical.

¿Cómo se elegirían los senadores y representantes que escogieron en el pacto de la Casa Char? Esto no era problema. En la Costa Norte colombiana, tanto Cambio Radical y el partido Conservador tienen dos modus operandi diferentes con un solo denominador: el fraude electoral. Veamos el caso de la caída de la senadora electa del conservatismo atlanticense, Aida Merlano Rebolledo.

La caída de Aida no fue fortuita. Fue delatada por un soplón de la mafia política conservadora que ha elegido y reelegido a los que la Casa Gerleín ha decidido. Tampoco fue gratuito que Roberto Gerleín Echeverría —el sempiterno senador barranquillero con 50 años de ejercicio de la política—le diera paso al senado a la Merlano. Robertico —como le dicen sus amigos en Barranquilla— quería morir sentado en su curul de senador, donde se dormía plácidamente mientras sus colegas se “mataban” en la discusión parlamentaria. Pero su hermano Julio Gerleín decidió que no fuera más. Y Así fue. Julio es el financista de la familia, el cerebro de los grandes contratos estatales con los cuales han financiado las grandes empresas y la elección de los políticos de la familia. Así se han elegido al congreso Roberto, Jorge y todas sus mujeres.

El pacto familiar era que Julio se encargaba de los negocios de la familia y Roberto del ejercicio de la política. Es un viejo estilo que hace 70 años denunció Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo popular. Pero el año pasado ese legendario pacto se rompió, porque Robertico —ya enfermo y achacoso— quería seguir como senador, aunque se durmiera en el sillón senatorial y la incontinencia urinaria lo atacara. En tanto Julio —como caballo viejo— su corazón sufrió un ataque… de amor, y se inclinó por la bella y joven representante a la Cámara Aída Merlano Rebolledo para que fuera el reemplazo de su querido hermano Roberto. El corazón de Julio, quien a sus 78 años que pronto cumplirá, sufrió doble ataque: Las secuelas de la isquemia cerebral y el corrientazo amoroso de la Merlano. A esta edad, cuando el amor llega así de esta manera, “el cauca reverdece y el guamachito florece, y la soga se revienta”. Si, la soga —que había unido el amor de hermanos por más de 50 años de contratación pública y de ejercicio de la política— se rompió en mil pedazos por “una intrusa de baja realenga”, tal como algunos familiares de los Gerleín se referían a la ascendente, vistosa y bella política, Aída Merlano.

El cisma que produjo Aída en el poder de una de las casas más poderosas de la región Caribe, está a punto de hacer colapsar el pacto de sangre —a la usanza de las viejas mafias italianas— de los Char con las demás casas políticas. La fiscalía tiene todo el cargamento probatorio para hacer condenar a Aída Merlano por la Corte Suprema de Justicia. Pero la vistosa senadora electa no se irá sola a la picota pública.

En Bolívar, por ejemplo, Emeterio Montes (sobrino del exsenador William Montes), quien sacó la segunda mayor votación del partido conservador, le puso 30 mil votos a la Merlano con una red de calanchines diseminada en Cartagena y en los 45 municipios de Bolívar.

Mientras la fiscalía en Barranquilla realiza las audiencias de rigor en el poder judicial de uno de los departamentos más corruptos del país, la Corte Suprema de Justicia se prepara para iniciar uno de los procesos más escabrosos de la política nacional: El fraude electoral masivo. De hecho, entonces, no solo caerá Aída Merlano, quien viene de los estratos más bajo de la sociedad barranquillera, sino los parlamentarios de Cambio Radical y el partido Conservador que se eligieron con el mismo modus operandi de Aida como resultado del Pacto Secreto de un día de carnaval.

La clave de lo que digo es el testimonio de uno de los testigos y que ya lo tiene la Fiscalía:

“Julio Gerlein y Álex Char estaban poniendo el billete para la campaña de Aída Merlano”.

En la próxima entrega describiré la Ruta del Fraude Electoral, el cual será un estudio de caso de cómo se eligen los honorables parlamentarios de nuestro país y, en especial, de la región Caribe. No quiero terminar esta entrega sin formular una pregunta directa: ¿Se reivindicará la Corte Suprema de Justicia para someter a los defraudadores del sistema electoral colombiano?

 


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