En las últimas dos décadas de historia política en Colombia no se recuerda que un presidente saliente haya sido abucheado, durante su último discurso en el capitolio del Congreso de la República, durante la instalación del mismo para un nuevo cuatrienio; sin embargo, esto le sucedió al jefe de Estado, Iván Duque, este 20 de julio.
Todo sucedió mientras los 296 congresistas tomaban posesión de sus cargos, y juraban defender la Constitución, respetar las leyes, y legislar para un país dividido y que por primera vez tendrá un Gobierno de izquierda a cargo del presidente electo, Gustavo Petro.
El discurso de un presidente tan polémico como el que dio Iván Duque, fue acechado por abucheos, aplausos, gritos, interrupciones y toda una algarabía ante lo que fue, para los miembros del Pacto Histórico, el cierre del nefasto Gobierno de un mandatario que le dio la espalda al país y que se vanaglorió de hechos que no sucedieron y logros intangibles.
Y en esa confusión y desorden, Duque sacó provecho de la mala memoria e hizo alusión, entre otras cosas, de los avances en la política de paz mientras que la oposición mostraba, de manera vehemente, carteles de las víctimas de los falsos positivos —ejecuciones extrajudiciales por parte de agentes del Estado—. Y mientras hablaba —por instantes tuvo que levantar la voz para hacerse respetar.
Roy Barreras, nuevo presidente del Senado, caminó por el recinto, incrédulo de lo que estaba escuchando.
«Lo que ahora nos preocupa es reconstruir a Colombia desde el gran acuerdo nacional que ha propuesto el presidente Petro. Tenemos claras nuestras prioridades tributarias y el trabajo que tenemos que hacer para que nuestro país salga del mal momento en el que lo deja el presidente Duque», le dijo Barreras.