Apremio, experimentan los candidatos ganadores, Duque y Petro, y sus seguidores, por ganar la opinión de los colombianos que votaron por Fajardo, De la Calle y Vargas Lleras, y de éstos mismos, a partir del resultado del domingo 27 de Mayo pasado, con vista a ganar la Presidencia de la República el próximo tercer domingo de Junio.
Y no es para menos. Duque – y el Uribismo , su principal fuente de votos, valga decir -, aspiró a lograr el triunfo en la primera vuelta, así como lo alcanzó el polémico ex presidente hace ocho años, y definir el primer cargo, “Pa ‘que se acabe la vaina”, como le dijera Emilianito al negro yumeca Lorenzo Morales, en la primera vuelta.
Este fracaso en la primera meta, auto impuesta por la arrogancia propia del líder de la extrema derecha, Dr. Álvaro Uribe Vélez, irradió de aflicción la campaña de Iván Duque, a quien el triunfo de los 7.5 millones de votos, no avivaron su estado de ánimo, reflejándose en la relativa Alegría del discurso leído por éste ante los medios y de un auditorio que conocía y sentía la insuficiencia del esfuerzo frente a la meta esfumada.
Otro panorama observó el pais con el candidato Gustavo Petro, de la Colombia Humana, quien llenó las plazas de las ciudades más importantes de los departamentos, contando con el fervor de seguidores, agitando sin descanso las banderas políticas y sociales, asumiendo para sí la candidatura y su programa, a pesar de ser insuficientes la infraestructura organizacional partidaria y el credo encendido de su Caudillo, reclamando, también ganar en la primera vuelta, y ver difuminada esa ilusión..
Pero la elección se gana con votos y control del fraude, específicamente, cuando el debate que se ve venir reedita la polarización expresada en las urnas del Plebiscito de Octubre de 2.016, sobre aprobación del. Acuerdo de Paz.
El candidato Sergio Fajardo tiene en sus manos la inmensa responsabilidad de servir de vocero de más de 4’6 millones de colombianos que lo apoyaron por haberse apartado del establecimiento corrupto desde una visión política de Centro, promovida desde el mismo departamento de Antioquia, coterráneo de Uribe, jardín del extremo de la derecha, y del regionalismo concentrado.
Con la Izquierda, Fajardo tendría a futuro próximo coronar con los Verdes la Alcaldía de Bogota, en cabeza de Antonio Navarro o en el suyo propio, y aspirar a lograr el poder local las grandes capitales de departamento q vencieron a la Derecha, como Barranquilla y Cartagena, en el Caribe colombiano.
Si es así, Fajardo estaría pensando en una línea independiente, al lado de la otra fuerza alternativa, la Izquierda, acrecentando Audiencia y poder político, aún sacrificando, con esta conducta, parte de sus seguidores, unos indecisos, que le han hecho peso a sus decisiones fallidas antes y después del 11 de Marzo, y otros, que lo empujan a la Derecha Uribista, dado sus devaneos con esta fuerza paisana de tiempo atrás.
No hacerlo, callar, dejar en libertad a su electorado, lo alejaría de aliados naturales, la Izquierda y el
Pueble q votó por Gustavo Petro, para esfumarse en la vana ilusión de soñar con la fantasía de su elección futura de Presidente cargado por Uribe – y su pupilo Iván Duque – en un extremo y en el otro por Claudia López y Antanas Mockus, que, seguramente, al despertar se encuentre en Puerto Mocho, entarullado por siempre.
Esta posibilidad es la más cercana, dada la vacilación y miedo de Fajardo a seguidores suyos poderosos q lo atajan de dar el paso de aliado y parte integrante de un gobierno de nuevo tipo, por el prurito de contaminarse con una izquierda “mala”, en cabeza de un ex eme, y caer en el caudal noticioso como castrochavista y expropiador.
Conviene ir pensando y actuando en seguir adelante sectores q acompañaron a De la Calle, el Samperismo, conservadores independientes, el Polo, las bases del Moir, intelectuales y la inmensa mayoría de abstencionistas.
Este bloque ya hizo historia y debe mantenerse cohesionado para seguir construyendo el futuro..
El momento es de Acción…