Nombrar de ministro de Defensa a un claro contradictor de lo acordado en La Habana confirma la animadversión que el gobierno de Iván Duque le tiene al proceso de implementación del Acuerdo Final de paz con las Farc y siembra dudas sobre el papel que jugarán el Ejército y los organismos de seguridad del Estado en cuanto a garantizar la vida no solo de los comparecientes a la JEP y la de los excombatientes que están en los espacios territoriales, sino la de los campesinos que se acogieron a los programas de sustitución voluntaria de los cultivos de uso ilícito.
La llegada de Molano a la cartera de Defensa no genera confianza en quienes le han apostado a la reconciliación y a sacar adelante lo acordado en La Habana.
Molano es un gris funcionario que desconoce el tema de la seguridad nacional. Lo que es peor, se acerca al espinoso asunto desde sus resquemores y molestias por lo acordado entre el Estado colombiano y las entonces Farc-Ep en Cuba.
El nombramiento de Molano constituye entonces una provocación de Duque tanto a los miembros del partido de los Comunes (antiguo Partido Farc), como a la comunidad internacional, en particular a la ONU y al gobierno de Joe Biden. Así, Duque insiste en el doble discurso: de un lado les dice a los países garantes y acompañantes del proceso de paz que está comprometido con la implementación de los acuerdos, mientras por otro lado hace ingentes esfuerzos para detener o torpedear los programas diseñados para asegurar el éxito en la desmovilización y reinserción de los excombatientes a la vida social, económica y política del país.
La tropera cúpula militar actuará con el beneplácito del nuevo ministro, ello significará cero vigilancia y examen sobre las operaciones militares. De la misma manera, continuará el mutismo en torno a las responsabilidades que deben asumir los uniformados por el deterioro del orden público, por cuenta del crecimiento y de la libre operación de los sicarios paramilitares que quedaron del fallido proceso de desmovilización y entrega de las AUC durante la administración de Uribe Vélez. El crecimiento de las guerrillas del ELN y de las disidencias de las Farc es responsabilidad del actual gobierno. Y es probable que la consolidación de esas guerrillas haga parte de los de los objetivos tácticos de los militares troperos y pro guerra, alentados por la cúpula guerrerista que hoy dirige a las Fuerzas Militares.
A Molano poco le interesará preguntar por las fracturas internas del Ejército, especialmente las generadas por el proceso de paz de La Habana. No se puede desconocer que hay dos bandos definidos dentro de la oficialidad, que afecta el actuar de los suboficiales y los soldados. De un lado están los oficiales, suboficiales y soldados que se beneficiaron de la disminución en la intensidad de los combates por cuenta de la salida de las Farc de la confrontación armada, y del otro aquellos uniformados, de los mismos grados, que se vieron perjudicados por la reducción de los enfrentamientos armados con la extinta guerrilla.
En un evento social Molano señaló, antes del plebiscito del 2 de octubre de 2016, que “no estamos de acuerdo con lo pactado en La Habana”. Y lo que es más diciente de su anacrónica y equivocada postura en contra de lo acordado, es que Molano habla de “lo acordado por el gobierno de Santos con las Farc”. La firma del Tratado de Paz fue y sigue siendo un asunto de Estado. Reducir lo pactado a los tiempos y circunstancias de un gobierno no solo muestra su desconocimiento conceptual sobre el carácter estatal del Acuerdo Final de Paz, y pone de presente la intención manifiesta de este gobierno de hacer lo que esté a su alcance para hacer fracasar el proceso de paz. En otro momento el mismo Molano, en referencia a los niños reclutados por las Farc-Ep, dijo que “ese sapo del acuerdo de Paz” él no se lo iba a tragar”.
Así las cosas, la llegada de Diego Molano a la cartera de Defensa solo genera desconfianza en quienes le han apostado a la reconciliación y a sacar adelante lo acordado en La Habana. Porque son conscientes de que a ese ministerio ha llegado un ministro enemigo de la Paz.