Las denuncias de Caicedo en contra de quienes también se robaron los recursos del PAE, o La Vía de la Prosperidad, no han tenido eco en la Fiscalía
Carlos Eduardo Caicedo Omar es, tal vez, el único gobernador alternativo que tiene Colombia. Nacido en el garciamarquiano Aracataca, este abogado de La Nacional, transformó la Universidad del Magdalena, durante su rectoría, sacándola de un déficit de 30.000 millones y aumentando el presupuesto de seis mil a 40 mil millones.
Con el tiempo, Caicedo, quien hace 30 años inició su vida política en el movimiento de la Séptima Papeleta, se convirtió en la piedra en el zapato para los clanes Díaz-Granados y Cotes en el Magdalena, aliados de Vargas Lleras y los Char.
Primero, como alcalde de Santa Marta y en las elecciones de 2019 manteniendo con su movimiento Fuerza Ciudadana, esta alcaldía y ganando la Gobernación. Desde allí denunció el “pacto de Ciénaga” en el que unos alcaldes ligados con los Cotes y congresistas como Eduardo Pulgar; con apoyo del exdirector de Planeación Nacional: Luis Alberto Rodríguez, buscarían controlar las regalías del departamento para, en asocio con un cartel de contratistas, desviarlos hacia sus campañas políticas. La misma lógica perversa que también padecemos en otras regiones, por la que la plata pública termina financiando la compra de votos a favor de los avivatos que han usado la política para hacerse millonarios.
Las denuncias de Caicedo en contra de quienes también se robaron los recursos del PAE, o La Vía de la Prosperidad, no han tenido eco en la Fiscalía y mucho menos en el gobierno nacional, que parece empeñado en boicotear su administración por diferencias ideológicas. En sintonía con los agresivos trinos del expresidente Uribe.
Bajémosle a la xenofobia
Este es el contexto de las nuevas amenazas en contra del gobernador del Magdalena, presuntamente del Clan del Golfo, que lo obligaron a salir del país.
Desde aquí expreso mi solidaridad con Carlos Caicedo y hago un llamado para que las autoridades tomen medidas que garanticen su integridad. La labor de los hombres y mujeres que, a pesar de los riesgos, destapan el juego sucio de los corruptos es fundamental para la democracia. A la derrota moral de los clanes en Colombia, empezando por Santander, debe seguir su derrota electoral en 2022 si los ciudadanos de verdad queremos que las cosas cambien.