El pecado por el que Dios castigó a Duque- Por Álvaro Cotes «El Bueno»

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Desde que tengo uso de razón, eso hace ya unos 50 años, nunca había visto un gobierno nacional tan vengativo y bloqueador, como lo ha sido el actual gobierno del presidente Duque.

Tal vez por eso el pueblo ahora le está dando de su propia medicina o le está haciendo lo mismo que él le hizo a unos gobernantes progresistas cuyas gestiones apuntaban y aún lo hacen, a favorecer al pueblo ante que a unas cuantas familias ricas que siempre estuvieron en el poder.

En efecto, antes de la pandemia, Duque empezó su mala práctica de bloqueo con la administración del entonces alcalde de Santa Marta, Rafael Martínez, a quien con su vice presidenta, Martha Lucía Ramírez, le hicieron una especie de «golpe de estado estatal», interrumpiéndole los proyectos de obras y desarrollo que el hoy exmandatario local había iniciado en favor del pueblo que lo eligió contundentemente. Lograron separarlo del frente de la ciudad por unos meses, solo por politiquería y sin importarles el daño que le hicieron a la urbe, pues algunas obras se vieron truncadas para siempre.

No obstante, por obra y gracia de Dios y un juez correcto, el alcalde Martínez fue restituido en el puesto que le dio el pueblo, pero ya el daño estaba hecho por parte del Gobierno de Duque con su bloqueo estatal indiscriminado y descarado.

No contento por como terminó su mala intervención en un gobierno del pueblo, Duque continuó con su mala práctica y volvió a realizar su bloqueo estatal, esta vez con la administración del gobernador Carlos Caicedo, a quien incluso le armó una especie de sindicato con los alcaldes municipales del Departamento, para que en lugar de trabajar con el mandatario elegido por el pueblo, lo hicieran directamente con él y para lo cual hizo un pacto con ellos. Pacto que hasta ahora, no les ha servido para nada.

Sin embargo, eso tampoco le bastó y ha seguido torpedeando o bloqueando cualquier gestión buena que el gobernador Caicedo haga en beneficio del pueblo, para lo cual le quitó también el manejo del eterno fortín político que siempre tuvieron las familias ricas del Magdalena como es la salud y la cual debía pasar a manos del nuevo mandatario por ley.

Le mandó a intervenir el Hospital Julio Méndez Barreneche que había sido llevado a la bancarrota por los malos gobernantes anteriores, para que no lo recuperara y se ufanara después de su buena gestión.

Ahora, está viviendo en carne propia las consecuencias de un bloqueo, no politiquero como los hizo él, sino de castigo, por meterse con el pueblo del Magdalena, al cual tiene hoy en una deshonra por el simple hecho de que su gobernante no es de la misma filiación o no simpatiza con el partido político en declive que lo subió al poder presidencial.

Es que, señor Presidente, el que se mete con el pueblo se mete con Dios, porque para Dios el pueblo es sagrado. Por eso su castigo de darle a probar de la misma medicina, para que sufra en carne propia cómo se siente cuando le bloquean la administración, con sendas protestas a través del pueblo, las cuales han generado múltiples bloqueos en ciudades capitales que afectan su gobierno nacional y a los ricos por los cuales ha gobernado: ¡Tome pa’ que chupe!

 

 


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