El presidente Gustavo Petro no endosa votos

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Por: Miguel Macea Di Martino

Las decisiones tomadas por el nuevo presidente de los colombianos y la conformación de su Gabinete, han generado un buen ambiente, tanto que hoy el optimismo del país ha tomado un rumbo positivo. La percepción de que las cosas están mejorando, tuvo un aumento significativo y se ubicó en 33%, la más alta desde 2015.

Y no es para menos, sin cumplir un mes de haberse posesionado como presidente, el líder de la Colombia Humana, Gustavo Petro Urrego, ha logrado mostrar su verdadero propósito en el cambio de la nueva era de la política en este país después de 200 años de bipartidismo, entre liberales y conservadores.

Así queda demostrado, además, en su posición frente al tema de Nicaragua, la paz, política antidrogas, educación latinoamericana y en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el hermano país, Venezuela.

Mientras, un residuo de la oposición marcada por el Centro Democrático y algunos medios de comunicación, se ha dedicado a formular críticas a estas disposiciones y a la nueva política social e incluyente, que poco a poco va implementado el presidente.

El país ha visto con buenos ojos la disposición de desescalar el conflicto interno con el llamado al Ejército de Liberación Nacional (Eln), para continuar los estancados diálogos con ese grupo.

La polvareda se formó, cuando el presidente Petro anunció que también busca un acercamiento con los grupos paramilitares y organizaciones armadas, que vienen generando zozobras y desplazamiento en diferentes sectores del territorio nacional, propuesta a la que estos grupos han manifestado estar de acuerdo basados en un proyecto de paz total.

El remesón en el Ejército, Policía y Armada, es otras de las apuestas positivas del gobierno del cambio, enmarcado en la preservación, promoción y defensa de los derechos humanos de todos los colombianos.

En el tema político, muchos guardaban la esperanza de que este sería un gobierno de corte alternativo, de izquierda radical, pero la capacidad de entendimiento del líder del Pacto Histórico, está por encima de las formaciones ideológica y fueron seleccionando los mejores hombres y mujeres, de otras vertientes políticas, para fortalecer su proyecto para sacar adelante una serie de reformas como hoja de ruta de un gobierno que defienda la vida y la condición humana.

Dentro de ese orden de ideas, invitó a los votantes a permanecer en guardia para defender este proyecto político, sin sectarismo, ni beligerancia, y comenzar a formarse para las próximas elecciones, tarea dura, pero no imposible de lograr.

Desde esta orilla de periodista y defensor de los derechos humanos, es claro que el triunfo de Petro Urrego, ha traumando a más de uno y tiene casi locos a otro puñado de colombianos, quienes hoy se consideran pequeños emperadores en sus regiones, contando con votos que todos sabemos que no son de propiedad de ellos, pero así lo creen.

Y aquí entra a hacer varias precisiones. Hoy muchos autollamados ‘lideres’, que durante toda su vida peregrinaron por el camino de la corrupción, creen que por el solo hecho de votar por Gustavo Petro Urrego, como arte de magia, les limpiaba su manchada hoja de vida, cuando todos saben que han sido esbirro y han vendido su capacidad de pensamiento a quienes ostentan el poder desde las regiones.

Es lamentable ver como desde la Colombia profunda, se vienen proclamando falsos mesías, que, sin tener un pulso económico, infraestructura política, ni liderazgo alguno, postulas su nombre como posibles precandidatos a gobernaciones y alcaldías, pensando que ellos van a recoger los electores que votaron por Gustavo Petro. Ilusos ellos y quienes le crean.

Si bien es cierto, que la política cambió y que la coalición de partidos que conforman el Pacto Histórico ganó en muchas regiones, también es cierto, que se necesita mantener la cohesión entre las fuerzas y no dividir, lo que obliga a buscar candidatos de consenso y con arraigo popular, alejados de las mañas politiqueras.

Se trata, además, de garantizar que este proyecto político permanezca en el tiempo, lo que permitirá, eso sí, adelantar desde el alto gobierno, coadyuvado por las regiones, el cambio que tanto reclaman las comunidades.

Serán muchos los que pretenderán arropar las banderas del cambio, pero al final del camino solo quedarán los que verdaderamente encarnan y representan a las nuevas ciudadanías, que al final son ellas quienes tomarán la decisión y elegirán a los gobernadores, diputados, alcaldes, concejales y ediles del cambio.


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