El vallenato también es de izquierda y de derecha- Por: Jaime Vides Feria

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Antes de que nacieran los términos izquierda y derecha en la Asamblea Nacional de Francia (1789) cuando los diputados  partidarios del poder, entre los que se encontraban los aristócratas, y el clero, se ubicaron a la derecha del Presidente, y los Diputados opositores a su izquierda, ya la naturaleza a través del Río Magdalena había dividido gran parte del caribe colombiano en dos grandes extensiones territoriales y poblacionales: a su derecha los pueblos Chimila, Malibú y Wuayúu, en la parte izquierda los Mocaná y Zenú, todos con su propia cosmogonía y cosmovisión de su entorno sin caer en el divisionismo político y sin ubicarse geopolíticamente en bandos.

En esos dos territorios separados por el gran rio Magdalena, hoy conformados por los departamentos de La Guajira, Cesar y Magdalena, en su margen derecha, y Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba en la izquierda, se han desarrollado pueblos que a pesar de guardar algunos rasgos ancestrales, han creado su propia cultura, especialmente en la música. Y, es esta expresión artística por su forma de interpretación, ritmos y concepciones ideológicas del folclor, lo que ha dado origen a una “división” que se puede definir tal como sucede en la política colombiana que pasó de los enfrentamientos entre liberales “mochorocos” versus conservadores “godos” a izquierda “mamertos” contra la derecha “aristócratas o gente de bien”.

La unidad conceptual de la música vallenata  entre los pueblos de la gran región del Magdalena en la que nacieron destacados intérpretes de acordeón, entre ellos Francisco “Pacho”Rada y Abel Antonio Villa, reinó hasta finales de abril de 1969 durante la realización del II  Festival de la Leyenda Vallenata.

Todo empezó cuando Alfredo Gutiérrez Vital, nacido en Paloquemo, Sucre, interpretó ante el jurado el merengue de su autoría “Papel quemado”, antes de terminar su actuación, una voz femenina con tono imperante sentenció: “eso no es merengue vallenato, no lo tengan en cuenta, señores jurados” se trataba de la dirigente cultural Consuelo Araujo, directiva del Festival.

Alfredo, Cerró su acordeón en medio de la ovación del público que lo seguía bajo la canícula que calaba hasta los huesos, quitó los dedos del teclado, alzó su brazo derecho empuñando su muñeca y sentenció: “respetado público, señores del jurado, si esto que ejecuté no es merengue, entonces no puedo seguir en competencia”. En efecto, se ausentó de este festival, pero antes de su retirada advirtió, “me voy a ganar este festival varias veces”. La reacción efervescente del público fue a favor del músico a quien despidió con aplausos.

Desde entonces, el Papel quemado (merengue) incendió la polémica entre periodistas, investigadores, folcloristas, músicos y hasta el más humilde parroquiano, este hecho opacó un poco la imagen del Festival, mientras que Alfredo Gutiérrez, por su actitud de insurrección, fue bautizado artísticamente como “el rebelde del acordeón”. Dos días después del primer amotinamiento de Gutiérrez por la defensa de su estilo interpretativo del ritmo merengue, estalló otro hecho de insubordinación por parte del acordeonista Lisandro Meza Márquez a quien no le valió la interpretación magistral de los temas el Saludo, son; Vallenato canta vallenato, paseo; Upajá, puya, y el Viejo Miguel, merengue, para ser relegado a un segundo plano por el jurado, pero aclamado por miles de seguidores que al conocer la decisión, se manifestaron en favor del sucreño (izquierda del rio Magdalena) quien fue cargado en hombros y paseado por toda la plaza Alfonso López de Valledupar.

El hecho estuvo a punto de terminar en una revuelta, sin que Meza Márquez la hubiese propiciado. Se trataba del pueblo unido manifestando su descontento, y por eso decidió ungir al músico sucreño como “El Rey sin corona”, título que perduró por más de cinco décadas, cuando en un acto de desagravio, la Fundación Festival Vallenato lo declaró Rey vitalicio.

Esos antecedentes, como si se trataran de hechos políticos, dieron origen a una “división” ya no territorial sino de líneas conceptuales sobre los ritmos de la música de acordeón. Una que podemos denominar de derecha conservadora, que se ubica en la región margen derecha del rio Magdalena, y en la que sólo se puede interpretar los aires de puya, paseo, merengue y son, que en su conjunto es conocida como vallenato.

En esta línea sólo pueden militar los acordeonistas que guarden en su estilo la filosofía mística de Francisco “El Hombre”, los que no se salgan de los cuatro aires impuestos por el Festival Vallenato, los que sigan tocando al estilo de “Colacho” Mendoza, Emilianito, Miguel, Debe y Álvaro López, los Granado, Luis Enrique Martínez, Los Duran, entre otros.

Y, una segunda línea antagónica, que podemos denominar de izquierda revolucionaria en la que militan los que no se someten a la “dictadura vallenata” de los cuatro aires, y han hecho grandes   reformas a la música de acordeón, los que tienen la capacidad de interpretar al menos una veintena de aires sin olvidar sus ritmos bases como la cumbia, el porro, gaita, el paseíto, chalupa, pajarito, entre otros que nacen en la línea melódica del Palenque, tal como lo afirma Lisandro “El Chane” Meza, también los que han innovado haciendo combinaciones de varios aires musicales, los que sean capaces de interpretar además de los cuatro ritmos vallenatos de la derecha y  todos los de la izquierda.

Uno de los aportes más revolucionarios en la música de acordeón la hicieron Los Corraleros de Majagual, agrupación de la que hicieron parte Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa, Lisandro Meza y Cesar Castro. Es preciso anotar, además, el aporte revolucionario de Carlos Vives y del Cubano Roberto Torres, con su charanga Vallenata que tiene como acordeonista a Jesús Hernández, oriundo de Villanueva, La Guajira.

Han pasado cinco décadas de esa disputa ideológica entre los vallenatos de izquierda y los de derecha en la defensa de estilos interpretativos de ritmos de los dos bandos, pero sin caer en la polarización, los agravios se hacen en versos acompañados de melodías “…y llevo una hamaca grande, más grande que el cerro de maco, pa’ que el pueblo vallenato meciéndose en ella cante…”, He aquí una especie de manifiesto del maestro Adolfo Pacheco en su canción la Hamaca grande, en la que  le expresa que la región izquierda del rio Magdalena, también tiene leyenda, arte y talento al citar a Toño Fernández, el gaitero mayor y Andrés Landeros, el Rey de la cumbia. Como especie de una respuesta a ese gesto de Pacheco con el pueblo del Valle, Daniel Celedón y Norberto Romero, dos exponentes del vallenato conservador o de derecha, pareciera haberle respondido con la misma arma melódica.” …le canto al amor y a la naturaleza, y a todo lo bello que tiene la sabana…” haciendo referencia al paisaje que brinda esta región conformada por Sucre, Córdoba, Atlántico y Bolívar.

Tampoco existe el sectarismo, en ambos bandos han recibido acordeonistas que pasan el Río Magdalena para exponer su música. Recordemos la correduría de Calixto Ochoa procedente de Valencia de Jesús, Cesar, para establecerse en Sincelejo, ombligo musical de las sábanas, Calixto se volvió revisionista y, de aquel Lirio rojo, su primera canción grabada como vallenato, pasó a una larga lista de canciones que incluían, paseaitos, cumbias, porros y otros que logró mezclar con ritmos conservadores de la derecha. También se pasó para la izquierda Alejandro Durán, pero hay que decir, que mantuvo su estilo original en medio del “mamertismo sabanero”. De la izquierda se fueron a la derecha, Aniceto Molina, Aníbal Velásquez, Julio De la Ossa y últimamente Rolando Ochoa. Los primeros lograron imponer su estilo revolucionario antes que apareciera la “dictadura vallenata”, pero luego regresaron a la izquierda.

Rolando Ochoa, nacido en la izquierda del Rio Magdalena (Sincelejo, Sucre), ha sido el único en lograr romper los paradigmas de los cuatro ejes temáticos de la derecha (puya, paseo, merengue y son) para hacer una disidencia en coalición con el derechista Silvestre Dangond, denominada la “Nueva Ola”, un estilo que tomó aires de derecha e izquierda, lo hicieron desde Valledupar y alcanzaron posicionarse en los dos bandos e incluso en otros pueblos independientes.

En estos momentos de polarización política que vive Colombia por la disputa de la presidencia de la República, es necesario tomar el ejemplo de los dos bandos en que está dividida la música de acordeón que dirimen sus diferencias filosóficas musicales con versos y canciones.

 

 


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