Bueno, me llegó ayer la novelita inédita de García Márquez por Amazon y ayer mismo la leí, pues es bastante corta y se lee en una sentada.
Con el perdón de todos los garciamarco-logos que pululan por estos lados, estoy de acuerdo con el autor: esta novela no se debió haber publicado, aunque entiendo que la hayan publicado, y tampoco creo que haya sido porque los hijos querían recoger plata. No, no la publicaron porque Rodrigo y Gonzalo García Barcha se quisieran “tapar” con la última obra de su padre, como andan diciendo por ahí, sino porque Rodrigo García Barcha es director de cine y estoy casi seguro que ese man vio las cosas equivocadas en la novela, pues la visión de un director de cine es distinta de la visión de un escritor. La novela tiene méritos “cinematográficos”, ya que parece un guión para una película de Netflix, pero en términos estrictamente literarios, pasa aceite por varios lados, pero antes de explicar por qué pasa aceite, déjenme explicarles por qué creo yo que esta novelita es una novelita “afrancesada”.
Este tema, el de una mujer aparentemente feliz y casada que se convierte en adultera, ya ha sido tratado varias veces en el cine y la literatura por varios autores de renombre, que van desde Albert Camus y su “Mujer Adultera”, un cuento incluido en su libro de cuentos “Exilio y Reino”, hasta directores como Luis Buñuel, quien marcó una época con su “Belle de Jour” (1967), la historia de una mujer casada que por las tardes se convierte en prostituta por desidia y sin necesidad. Este tema, el tema de la infidelidad femenina de una mujer aparentemente feliz y casada, es un tema eminentemente francés, y sobre la obra prima sobre el tema, el ya mentado cuento de Camus “La Mujer Adultera”, se construyó un edificio cine-literario en donde encaja el librito de Gabo, aunque quizá su contribución a ese “edificio” tenga menos lustre que el resto de la estructura.
Habiendo dicho todo esto, creo que, por muchas razones, el antecesor más directo de esta pobre obra de Gabo es el guión-novela de Alain Robbe-Grillet “El Año Pasado en Marienbad”, una obra que fue llevada al cine con gran éxito por el cineasta francés Alain Resnais en 1961 en un film protagonizado por Delphine Seyrig, una de las mujeres más bellas en la historia del cine y un ícono feminista que 14 años más tarde sacudiría el establecimiento cinematográfico con su ya legendaria interpretación de Jeanne Dielman, en “Jeanne Dielman 23 quai de Commerce 1080 Bruxelles”, el mítico film feminista de Chantal Akermann que lo cambió todo para las mujeres. Tengo motivos para creer que es Delphine Seyrig quien Gabo tiene en mente a la hora de haber escrito “En Agosto nos vemos” a pesar de su marcada ambientación tropical.
Para empezar, Robbe-Grillet fue un teoretista de la novela que escribió entre 1955 y 1963, PRECISAMENTE LA ÉPOCA EN LA QUE GABO VIVIÓ EN PARIS, su clásico “Pour un Nouvelle Roman” (Por una nueva novela), un tratado teórico sobre la novela en donde Robbe-Grillet propone la reinvención, o recreación de temas clásicos por cada generación, Y ESO ES PRECISAMENTE LO QUE HA HECHO GABO CON SU NUEVA NOVELA, recrear un tema ya conocido, el de la mujer adultera, pero con un marco “caribe” y personajes del Caribe. Ahí es en donde la novela se cae. No se cae porque este mal escrita, o porque tenga contradicciones, o porque la novela no tenga una línea conductiva clara, defectos claros en esta novela mencionados por muchos, sino porque su “reinvencion” del tema de la mujer adultera es inferior al de sus predecesores.
Al leer una novela de García Márquez tú tienes garantizado un ritmo narrativo que te va a empujar seguir leyendo, y ese es el secreto de Gabo que explica su éxito, pero al compara esta novela con sus predecesores, esta pierde por goleada con todos ellos. Pierde con Camus, porque el cuento de Camus (La Mujer Adultera) tiene ese halo filosófico y profundo que carece la obra de García Márquez, y porque Camus posee la brillantez de retratar a su mujer adultera como una mujer que comete adulterio con el pensamiento, con las estrellas, porque en realidad la mujer adultera de Camus no se acuesta con nadie.
Pierde con “Marienbad”, porque el tono poético y de disputa de la película de Resnais sobrepasa por mucho el tono poético de la novelita de García Márquez, eso para no decir que yo sospecho que la “A” en la novela de Robbe-Grillet es la inspiración de la “Ana Magdalena Bach” de la novela de Gabo.
Pierde con Buñuel, porque la puesta en escena de “Belle de Jour” del director aragonés mata por completo este “guión” flojo de Gabo, pues más que novela “En Agosto nos vemos” es un guión.
Y pierde con “Jeanne Dielman”, porque el feminismo de Chantal Akerman, ese pasivo feminismo de su opus prima en donde una madre viuda dedicada a su hijo dobla como prostituta, empequeñece esta aguada historia feminista de García Márquez.
Se podría decir que, en el edifico construido sobre el tema de la “mujer adultera”, la novela de Gabo es el altillo, pues no le alcanza para ocupar uno de los pisos.
Creo que García Márquez, en vida, se dio cuenta de ello, y por eso no la quiso publicar. El estaba comparando su novela con la de sus predecesores sobre el mismo tema, y sabía que su novela no hacía el par.
Pero sus hijos, quienes están pensando más en puestas en escena de la obra de su famoso padre, la vieron con la cámara en el hombro y creyeron que si valía la pena publicarla. Eso es lo que yo creo que pasó.
Ahora, García Márquez tiene tan buena técnica narrativa que, esa novelita mala, hoy, es un suceso pues la literatura de hoy, el cine de hoy, y la cultura de hoy son tan pobres, que comparada con la obra de cualquier escritor de hoy le saca ventaja, aunque no mucha. “En Agosto nos vemos” es una novelita ligera y entretenida que nos causa el mismo placer que encontrar con el control remoto una película en Netflix que a nosotros nos gusta. Ayer me pasé la tarde leyéndola y me lo pasé bien, disfruté la tarde y tuve un rato bastante agradable, pero la novela no me dejó nada. Si acaso la descripción del miembro viril masculino que hizo que me riera a carcajadas y me inspeccionara mi propio pene, anoche, cuando me bañaba antes de salir, para ver en donde estaba “el frenillo acezante”, el “glande de seda”, o el “dobladillo” de mi propio pene jajaja. Leer a Garcia Márquez te distrae, te hace reír, comparas personajes y cosas con aquellos existentes en tu propia vida, pues García Márquez es el gran glorificador de la cultura Caribe, y a nosotros los caribes eso nos gusta porque a los Caribes nos gusta mirarnos al espejo, tal como el personaje central de esta novela, Ana Magdalena Bach. Eso es García Márquez, “merengue” para el vanidoso hombre Caribe quien no tiene alientos intelectuales para “pensar” una novela sino que apenas le alcanza para aquellas novelas en donde hay “espejo” y él o ella se puede ver retratado. Algunas veces su “espejo” alcanza niveles épicos, como en “Cien Años de Soledad”, o el “Otoño del Patriarca”, otra veces, como en sus novelas póstumas, no llega siquiera a la esquina.
Por último, quiero expandirme en mi comentario del otro día sobre el estilo “superficial” y reductivo de la obra de García Márquez, porque creo que es un tema que no sé si ya alguien ha tratado al momento de analizar su obra.
El universo descrito por García Márquez en toda su obra es un universo que se derrumba, un universo que se desmorona. El Caribe como un lugar repleto de podredumbre, abandono y paredes carcomidas, y creo que esa es la razón por la que creo que está envejeciendo mal para mi. Todo en las novelas de García Márquez se está cayendo, está siendo corroído por el salitre o la maleza, está desnutrido o desnudo, o está desfigurado. Calles acabadas, edificios acabados y comidos por el salitre, niños famélicos y desnudos, casas de bareque que se deshacen, un sol que lo quema todo, un calor que lo abrasa todo. Y creo que este Caribe “al derrumbe” de las obras de García Márquez ya no refleja nuestra realidad actual, si bien si reflejaba el Caribe de su niñez. El Caribe de García Márquez se quedó en 1935, cuando el era un niño, y ya más nunca cambio. Incluso cuando Gabo habla de cosas modernas en el Caribe, como en el caso de uno de los hoteles en donde se queda la protagonista en una de sus visitas a la isla, esa descripción le queda postiza y no funciona, tanto así que vuelve pronto a su Caribe “al derrumbe” en donde se siente más cómodo. La gran realidad es que el universo Caribe de Gabo es un universo triste y desolador, y ya yo no me identifico con esa idea, y quizá por eso me parece que su obra está envejeciendo mal. Yo conocí el universo del que habla García Márquez, y lo conocí de primera mano porque la región rural en donde él creció es la misma región en donde yo crecí de niño, pero ya el mundo ha cambiado, y muchas cosas han sucedido en Colombia en estos últimos 50 años como para seguir atado a esa idea “triste y desoladora” que tiene Gabo del Caribe Colombiano.
Ya para terminar, quiero agregar que el hilo conductivo musical que intenta Gabo en esta novela no funciona, aunque refuerza mi teoría de historia “afrancesada” pues Gabo muestra parcialidad por Debussy y Chausson, dos compositores franceses del periodo impresionista.
No se extrañen que vean esta novelita adaptada al cine uno de estos días en Netflix, porque para eso si le alcanza. Pero en el canon de la literatura latinoamericana no va a tener cabida, no le alcanza.
Leer “En Agosto nos vemos” es un plan superior a ver una película en Netflix, o a asistir a un concierto de Bad Bunny, pero es inferior al cine de Resnais, o a leer una novela de Camus, al menos para mi.
Yo no leo libros para verme en un espejo. Leo para intentar encontrar eso en mi que no se refleja en el espejo. Por eso García Márquez se está quedando a un lado de la vereda en mi camino…Ya mi tiempo de espejo pasó, ya estoy viejo…