Barrio Costa Azul, municipio de Magangué. Un ambiente febril se percibe en lo que anteriormente fuera una prolongación verde del barrio Versalles que conduce al sitio que se conoció como El Torno. Era una especie de reserva natural cruzada por un canal que comunicaba a la Ciénaga de Versalles con el río Grande de la Magdalena. Las familias que buscaban resolver sus anhelos de vivienda invadieron esos terrenos que los chicos de hace 30 años usaban para jugar fútbol, cazar pájaros, corretear a “María Casquito”, o hacer cualquier travesura que era una recreación sana para la población joven versallera.
En mi visita, veo a un grupo de trabajadores alimentando con agua, cemento y arena la barriga de un trompo (mezcladora de cemento) y otros iban y venían con sus carretillas llenas de materiales de construcción. Mientras que otros regaban el concreto que vomitaba ese aparato, que alguna vez lo pintaron de amarillo.
El material quedaba uniformemente esparcido en el área que previamente había sido adecuada, nivelada y demarcada. Miro a la izquierda, y me topo que se encuentra el alcalde Pedro Alí Alí al lado de algunos de sus colabores de la Secretaría de Planeación Municipal y del despacho de la alcaldía. Su secretario Pedro Gutiérrez le entrega un cartapazo de documentos que comienza a firmar compulsivamente, mientras atendía a alguien de la comunidad; en tanto, uno de los asesores, Augusto Salas Badrán, realiza varias llamadas para contactar a otros funcionarios con los cuales el alcalde necesita hablar.
Al llegar, alguien me contó que el alcalde había tenido una fuerte discusión con uno de los residentes del lugar a quien le apodan “Bocarajá”, y que había estado vinculado en el servicio a la familia de Los Gatos de Magangué. “Bocarajá”, había desafiado al primer mandatario de los magangueleños, porque no estaba de acuerdo con participar en la iniciativa del ente territorial denominada la “Revolución del concreto”.
Excepcionalmente hay personas de los barrios que no quieren participar del programa de pavimentación del municipio, porque se abstienen de contribuir en los costos que ello demanda. Se tiene en cuenta que en cada casa, la familia debe participar aportando la mano de obra, y si ninguno de sus miembros lo puede hacer, debe asumir su costo.
El caso de Magangué me hace recordar los viejos tiempos de la primera administración del cura Bernardo Hoyos Montoya en Barranquilla, y de Nicolás Curi, en Cartagena de Indias, cuando se propusieron llevar el cemento a los barrios populares de la ciudad. La idea fue bien recibida, porque en épocas de lluvias salir o entrar a esos barrios era muy complicado. Curi creó un modelo donde la comunidad aportaba al proyecto de pavimentación de su calle a través de la mano de obra, y el distrito aportaba el resto. Fue un modelo exitoso para mejorar las vías de esos barrios olvidados históricamente. Igualmente sucedió en Barranquilla donde se pavimentaron kilómetros de vías.
Cuando veo que el alcalde de Magangué ha firmado todos los documentos que le pusieron en su regazo, le pregunto,
¿Por qué razón inició lo que llamó “la Revolución del cemento”?
“Estoy poniendo en práctica un mecanismo de participación comunitaria donde la comunidad pone una parte del costo y nosotros asumimos el resto. La gente solo aporta la mano de obra. Esto ha permitido que el costo por metro cuadrado de pavimentación sea mucho menor que contratar la obra a un contratista de infraestructura, por lo cual podemos expandir el beneficio. Es un pavimento de calidad, de 400 psi“.
Aun cuando algunos cuestionan el programa, porque no solo de cemento se nutre el desarrollo de una ciudad, es una iniciativa que ha traído entusiasmo y sentido de pertenencia en los barrios que aumenta el autoestima de la comunidad. Este programa es muy popular, el cual le ha dado unos punto de buena imagen al alcalde Alí, pese a tener una fuerte oposición de un sector importante de la Junta Administradora Local que siente que el primer mandatario no la tiene en cuenta en la concreción de una política de participación ciudadana.
—Alcalde Pedro Alí Alí, ¿cómo le fue con Bocarrajá?:
“Yo no entiendo por qué hay personas que no quieren el desarrollo para su sector y se molestan porque la mayoría reciba con entusiasmo una iniciativa que le va a beneficiar a todos, como la Revolución del Cemento que estoy promoviendo en estas comunidades de Magangué“.
El alcalde de Magangué, Pedro Alí, despachó dos o tres horas en el barrio de invasión Costa Azul, cuyo nombre se debe a que es una zona que se encuentra entre dos cuerpos de agua de la ciénaga de Versalles y del barrio Sur. La gente alegre y bullera recibe con beneplácito que el municipio llegue a sus lares aunque sea en forma de cemento.