¿EN SERIO? Por: José Luis Bustos Reales

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Los clanes y la política en el Cesar. Esta burda campaña de expectativa no solo es un insulto a la estética, sino que nos está notificando desde ya que el clan Gnecco piensa seriamente en seguir en posesión de la gobernación departamental del Cesar, que les tendremos que entregar en escritura pública por prescripción del dominio: Este departamento, en el que no nacieron, ya es de ellos, como una finca…

Y quiero dejar claro que no tengo nada personal contra ese clan, antes, por el contrario, siento cierta simpatía afectiva por su líder, que es una mujer muy sagaz que como política se ha superado inmensamente y derrocha una gran simpatía y allí tengo amistades. Podría decir otro tanto del clan Araújo, donde tengo amigos entrañables…

Nada personal contra ninguno de ellos, mucho en su contra desde lo político. Luis Alberto me cae bien, a Cielo la respeto y la admiro por su inteligencia política. En la casa Araújo tengo muchos amigos y considero a Santander Mejía Araújo como un hermano al que quiero inmensamente…

Lo natural es que quién detenta tanto poder como lo han tenido estos clanes, busque conservarlo tanto tiempo como le sea posible, y si el pueblo del Cesar los sigue premiando con su voto cada 2 años, ellos no tienen ningún interés en que el agua se agite, así que la casa Gnecco cada cierto período de tiempo, lo cambia todo para que nada cambie…

Y los cambios son geniales: Luis Alberto es cambiado de la Cámara de Representantes a Gobernador; Jose Alfredo se cambió con Pepe su tío que quiso cambiarse en su momento de senador a gobernador y ya hasta suena fuertemente que la hermana de Luis Alberto se podría cambiar con el títere gobernador Franco Ovalle, para ser ella ahora la gobernadora; y hay mucho más, pero tal como en su momento lo hizo el clan Araújo, en esto no hay nada que reprocharles, porque esos son actos de supervivencia…

El acto nefasto, suicida y torpe, es el del elector, que no cree en las evidencias y sale a votarles cada vez más entusiasmado, y aquí hay que citar textualmente la famosa frase de George Orwell:

Un pueblo que elige corruptos, impostores, ladrones y traidores, no es víctima: es cómplice.

Así es.

Todos por aquí han optado por mirar hacia otro lado frente a la tanda aterradora de obras inconclusas, obras que se caen, obras que terminan costando muchísimo más de lo programado y hasta obras como la imaginaria Casa Departamental de la Cultura, por la que se demolió la antigua Zona de Carreteras, que terminó en un inmenso lote de escombros y que hoy en día es un parqueadero…

Y aquí nadie hace preguntas y los organismos de control del estado son un convidado de piedra, hasta el punto que muestra con claridad que esos clanes en realidad no son enemigos: Edgardo Maya del clan Araújo con el inmenso poder que tiene la Procuraduría General de la Nación, frente tanto desmán administrativo del clan Gnecco, tuvo en 8 largos años, todas las oportunidades de pararles la carrera, pues bien, no lo hizo: Ruge más un tigre de papel.

Fue absolutamente anodino frente al clan que supuestamente odia con sus entrañas: Que mal chiste.

Todo lo que sucede con el pueblo del Cesar tiene un responsable, y no son los Gnecco ni los Araújo ni los Castro ni los Campo ni los Cuello ni los Pupo: El responsable es el pueblo votante del Cesar.

No se trata de que haya que odiar a estas familias que lo único que han hecho es lo que la naturaleza indica: Fortalecerse, enriquecerse, perpetuarse y sobrevivir, esto no es un tema personal, es un tema político…

La clave de las permanencias y las alternancias las conoce hasta el politólogo más torpe: Nos presentan un enemigo, nos transfieren su odio, se le atribuyen todas las culpas, se muestran como la salvación y con propuestas simples y con bastante dinero, se empiezan a disputar el poder entre ellos, con los votos de nosotros…

Hay unos datos muy curiosos: Cuando inició la elección popular de Alcaldes, la casa Campo Soto recibió el respaldo de casi todas las casas regionales, pero cuando se decretó que los Gobernadores se elegirían por la misma vía, el jefe máximo del clan Araújo, Álvaro Araújo Noguera, entusiasmó al entonces cabeza del Clan Gnecco para que se lanzara a la gobernación; pero no fue porque sí: Alfonso Campo Soto, hermano del primer alcalde elegido por votación popular y en pleno ejercicio en el municipio que para aquél entonces recibía casi el 50% de todos los votos del Cesar, en un intento muy conservador y muy godo de nepotismo buscó consolidar su clan como el de los varones electorales del Cesar, eso propició la unión liberal con Araujo Noguera a la cabeza.

Pues bien, resultó que Lucas Segundo Gnecco Cerchiaro demostró que quizá no era el más letrado de todos, pero que de bruto no tenía un pelo: Alfonso Campo se acostó Gobernador y amaneció ciudadano: Lucas, milagrosamente remontó el conteo en la noche, y desde entonces no sueltan esa gobernación…

Lo que la casa Araújo intentó fue evitar el nepotismo de los Campo Soto, pero lo que logró fue que la casa Gnecco se hiciera con una gobernación que nepóticamente, hasta el día de hoy, se niegan a devolver…

Ese intento reventó las casas Gnecco y Araújo.

El clan Araújo les arrebató temporalmente esa gobernación con Mauricio Pimiento, que se vendió como la joven promesa salvadora y resultó ser un autista como gobernador, que nunca entendió cómo era la cosa y terminó increíblemente entregándole nada menos que a Lucas Gnecco otra vez, la gobernación, que enfrentaba en esa aspiración a la impresionante inteligencia del clan rival: Consuelo Araújo Noguera…

El problema para el Clan Araújo es que en realidad no son un clan, cada Araújo parece funcionar como una isla: Los Gnecco funcionan como una colmena: Lo que es con un Gnecco es con todos los Gnecco, mientras que lo que es con un Araújo es con ese Araújo…

Eso distingue por qué una mafia triunfa sobre un territorio: Familia que ora unida, permanece unida. Y ese Ora, no es necesariamente una oración al Cielo…

Lucas le entregó a su ex cuñado Rafael Bolaños, pero ya la estrella del viejo león estaba en declive: su hermana, la carismática y guerrera Cielo Gnecco Cerchiaro estaba a la cabeza del clan: Lucas jamás volverá a tener ese poder, la Doña no nació para ver pasar la vida sino para protagonizarla y arrodilló a Lucas tan en serio, que el senador Jose Alfredo es hijo de Lucas, pero solo sigue instrucciones de Cielo…

Luego el clan Araújo recupera la gobernación en cabeza de Hernando Molina Araújo, que terminó destituido, encarcelado y hoy está prófugo…

¿No da vértigo tanto Gnecco y tanto Araújo en esta historia?

Si.

Produce vértigo y el pueblo del Cesar por única vez en su historia dijo basta, y eligió a un humilde joven del sur, Cristian Moreno Panesso, que paradójicamente, bajo el eslogan Al alcance de todos, no estuvo al alcance de nadie, fue un fraude político y le devolvió al clan Gnecco en cabeza de Luis Alberto otra vez, la Gobernación.

Desde entonces no la sueltan, en uno de la familia o en cuerpo ajeno como en la actualidad con Franco Ovalle, la gobernación es del clan Gnecco.

Y ya suenan los hermanos Monsalvo Gnecco, hijos de Cielo, como candidatos posibles a esa gobernación…

Y suenan Rubén Carvajal, su sobrina Diana Molina Carvajal y Jaime Araújo Rentería todos del clan Araújo que pretenden la Gobernación…

¿En serio?

De la última gobernación de Lucas hay un recuerdo imborrable, la pérdida de 28 mil millones de pesos de la educación de nuestros niños: ¿Ese secretario de educación está en la cárcel por este hecho?

No.

No lo está, está prófugo desde ese entonces. Fueron vecinos de toda la vida en el barrio Gaitán, casa con casa, amigos y socios políticos. Hoy un hermano de ese secretario aspira a la alcaldía de Valledupar y aunque los delitos no son de sangre, la afinidad con el clan está ahí, viva, palpitante…

Esta columna ya está muy extensa, deberé desarrollarla en una próxima entrega, pero me asalta la duda:

¿En serio los vamos a volver a elegir?

Y lo pregunto porque ellos si van en serio.

 


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