Como esto se va a poner interesante políticamente, voy a voltear las hojas. En la semana Santa que acaba de terminar y solo por una pregunta económica a los candidatos no consumimos ensalada de aguacate y petróleos fue de vainas, aunque tengo la convicción que más de uno lo intentó, solo por seguir la polarización entre dos pendejos que según sus seguidores—ni ellos lo proponen- van a cambiar al país.
Los melómanos volverán a escuchar “Café y Petróleo” de Ana y Jaime, o “El Aguacate” de Julio Jaramillo o si prefieren la versión de Juan Fernando Velazco, de todas formas nadie sabe porque esa canción tiene ese título, como ignoran los fanáticos de los candidatos sobre temas económicos. Será que esos mismos peleadores de Facebook y twitter distinguen la lucha vital entre Nogales Sonora, México, y Nogales Arizona, EE.UU o el Club los Nogales de Bogotá? ¿Habrán leído “Porque fracasan los países” de Acemoglu y Robinson?
Por esos voltear las hojas de los libros leídos en el primer trimestre para pasear por el mundo sin plata y sin pasaporte, como hace la lectura, la más grande invención del hombre, según otros fanáticos.
Mirar a oriente como los tres reyes magos, encontramos a Takasshi Hirade con el libro “El gato que vino del cielo”, en el cual no me detendré para evitar suspicacias políticas locales, entonces me voy a novela “Una cuestión personal” de Kenzaburo Oé, donde un profesor de Inglés, Bird, espera un viaje para África y le nace su primer hijo con una hernia cerebral.
Su tragedia es casi parecida a los actuales boxeadores de las redes sociales que presiento tienen la misma hernia sin darse cuenta. De la misma serie encontramos “Doce cuentos malévolos” de Saki (Héctor Huhg Munro) que también tiene 12 cuentos desvergonzados y 12 cuentos impertinentes, pero para el caso político actual, es recomendable los Malévolos porque contienen su paquete de risa gratis.
Voltear las hojas, como el ex vicepresidente Angelino Garzón en cada elección política tiene sus cosas, a Angelino apenas le recordamos por sus operaciones del corazón y sus viajes nada zarrapastrosos como dicen los caricaturistas de alta prensa capitalina.
Seguimos en los temas de hojas, hojas de libros para ser claros, por qué en Los Haticos, corregimiento de San Juan del Cesar, La Guajira, hoja significa dinero desde hace muchos años. Fulano tiene la hoja, Zutana se enamoró del minero porque siempre carga la hoja, son expresiones de ése lugarcito, caliente y sano.
Un buen librito para leerse en dos ratos es “Cosas para contar” de Plinio Apuleyo Mendoza, escritor bogotano de largo trazo, amigo y confidente de Gabo por mucho tiempo, andino hasta la cacha, donde cuenta como en sus días de infancia en la fría capital de entonces, las señoras de la sociedad, cada vez que veían a alguien de color ( negro) se rascaban las rodillas y le indicaban a sus hijas a hacer los mismo, se pregunta qué harían hoy cuando los habitantes del Chocó por distintas razones viven en Bogotá por todas partes.
Pobres rodillas! Si alguien conoce la historia de porqué actuaban así esas señoras me lo comparten, me queda la inquietud.
Otro librazo de ensayos “El Arte de leer” de Wystan Hugh Auden, la mayor inteligencia del siglo XX, según Joseph Brodsky, es un buen espacio para conocer, recordar, aprender y comparar, como los poetas del siglo XX alcanzaron un nivel de extrema exigencia y aceptación popular, y como el autor muestra la perspicacia de lectores y sus desafíos por trópicos académicos e históricos con humor y libertad contagiosa.
Finalmente nos queda ¬”Crónicas del Diablo” de Ingrid al Diablo de Eccehomo Cetina, periodista y escritor colombiano donde en 244 páginas fáciles de leer, nos indica como escriben los jóvenes comunicadores actuales, ya que en mi región a muy pocos— escasísimos—he visto leyendo, a excepción del horóscopo y los fáciles crucigramas.
No es que lean, es que leen escondidos y en sus conversaciones cotidianas es notable. A Cetina, al menos por llevar el nombre del patrón religioso de Valledupar, vale la pena leerlo.
A propósito de humor, Armando Hinojosa Villazón, “El Piloto”, le decimos por cariño, una de las mejores voces de Valledupar, nos hizo caer en cuenta que la cadena costeña de radio- Cardenal- para el caso vallenato le cambiarían de nombre por Cardeañal; la razón, es que tiene la mayor experiencia en años de periodistas en la ciudad, todos de gran valía y conocimiento, todos mayores de 70 donde los años tienen vasta tranquilidad e intuición donde nadie traga entero y lo mejor, donde todos están por encima del bien y el mal para cazar peleas tontas, además las fuerzas tampoco lo permiten. Me cuenta Piloto que la frecuencia 1.050 A. M.(Años Morosos) desfilan desde la madrugada, hasta muy tarde en las noches, cuando los mayores deben descansar, pero no lo hacen.
Antes esa edad, 62 años las empresas Colpensiones y Colfondos estaban pendientes para irlos llamando a renovar papeles pensionales, ahora cualquier llamada a periodistas, locutores y afines puede ser para integrarlos a nómina de periodistas, la lista incluye a grandes amigos y amigas mías, por lo tanto solo les ruego me guarden mi cupo en poquísimos tiempo. Cardeañal, Bienvenida carajo!!