Una reflexión sobre la carta encíclica Fratelli Tutti, del Papa Francisco; sobre la fraternidad y la amistad social. En esta carta el Papa Francisco, retomando a San Francisco de Asís, invita a un amor que no tiene barreras geográficas.
En dicha encíclica declara feliz a quien ame al otro << tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él>>. Pertinente y actual; en estos momentos de desencuentros y odios extendidos. En el capítulo VII de la encíclica, el Papa medita sobre los caminos del reencuentro; haciendo referencia que hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas de la guerra; necesarios en la sociedad colombiana; donde ha sido poco, los avances para superar el dolor generado por una violencia degradada; impidiendo alcanzar la verdad, justicia, reparación y reconciliación. Por ello, el Papa, propone el perdón sin olvido; indicando: «No se trata de proponer un perdón renunciando a los propios derechos ante un poderoso corrupto, ante un criminal o ante alguien que degrada nuestra dignidad.
Estamos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano. Perdonar no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de los demás, o dejar que un criminal continúe haciendo daño. Quien sufre la injusticia tiene que defender con fuerza sus derechos y los de su familia precisamente porque debe preservar la dignidad que se le ha dado. Para ello, se debe exigir justicia, para que el daño no siga repitiéndose y el perdón no solo anula esa necesidad sino que la reclama».
El papa Francisco, hace énfasis en el perdón, como una forma de superar la venganza; por cuanto está enferma el alma personal y social; señalando «Nadie alcanza la paz interior ni se reconcilia con la vida de esa manera. No podemos ponernos de acuerdo y unirnos para vengarnos, para hacerle al que fue violento lo mismo que él nos hizo, para planificar ocasiones de desquite bajo formatos aparentemente legales. Así no se gana nada y a la larga se pierde todo». Esta reflexión papal; describe lo que ha sido la sociedad colombiana; donde se han impuesto los odios y la venganza, como forma de resolver las diferencias. En este sentido, el Papa Francisco; hace énfasis «A quien sufrió mucho de manera injusta y cruel, no se le debe exigir una especie de «perdón social». La reconciliación es un hecho personal, y nadie puede imponerla al conjunto de una sociedad, aun cuando deba promoverla. Es humano comprender a quienes perdonan y los que no pueden hacerlo. En todo caso, lo que jamás se debe proponer es el olvido.
Es necesario, perdonar sin olvidar; porque en el olvido, es la negación de la memoria histórica; que debe conocerse colectivamente y especial en la juventud; para que esos actos de barbarie e irracionalidad no se repitan. En este sentido, el papa hace referencia «Los que perdonan de verdad no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado. Rompen el círculo vicioso, frenan el avance de las fuerzas de la destrucción. Deciden no seguir inoculando en la sociedad la energía de la venganza que tarde o temprano termina recayendo una vez más sobre ellos mismos».