Se acercan las elecciones para alcaldes y gobernadores, y varias personas me ha pedido que comente sobre el tema, pues al parecer hay mucha frustración en el país al ver cómo los bandidos regresan al poder, después del histórico triunfo de Petro en las elecciones presidenciales del año pasado.
El problema, como yo lo veo, no tiene que ver con el desempeño de Petro, tal como dice todo el mundo, sino con el carácter de la gente. Colombia es un país de gente superficial, inmediatista, de juicio rápido, y eso es un handicap en un país incapaz de darse cuenta que las transformaciones toman tiempo, y que los cambios en cultura y formas políticas, también toman tiempo. Entonces, ¿vamos a regresar a Fico y a Alex Char otra vez porque a Nicolás Petro lo cogieron recibiéndole plata a una gente rara junto a su ex-mujer? ¿Ese es el brillante razonamiento del votante colombiano?
¿O vamos a caer en la trampa de los medios corruptos y comprados que salen todos los días a decir que “Colombia es un desastre”?
¿Cuál desastre?
Ese cuento del “desastre de Petro” es una muletilla vacía de una gente que lo quiere descalificar desde ahora para que, en tres años, no haya sucesor de él en la izquierda y regrese Fajardo, o Fico, cualquier otro pobre diablo que nos va a regresar a lo mismo de siempre.
Francamente, este año largo de Petro, si bien no ha sido grandioso, ha sido suficiente para darme cuenta de algo fundamental: yo no quiero volver a cómo estábamos antes del 2022. Con todas las cagadas que se haya podido mandar Petro hasta ahora, estamos mejor que hace 2 años, mucho mejor. Hay un aire de paz y de lucha por alcanzar metas progresistas que en Colombia nunca antes había existido, y eso me parece a mi clave para una transformación.
Y a los ligeros colombianos de juicio rápido quiero decirles que, ninguna verdadera transformación se ha conseguido en 4 años. Este cambio propuesto por Petro necesita de 8-12 años para que, de sus frutos, y con esto no estoy diciendo que estoy buscando la reelección de Petro, si no una política de continuidad con la izquierda para afianzar logros.
La sola idea de acabar el periodo de Petro, para, por ejemplo, saltar a una presidencia de Miguel Uribe Turbay, o al gurú de papel Alejandro Gaviria, me aterra, francamente.
Y a mi no me han afectado mucho las cagadas del círculo central de Petro, porque eso me lo esperaba. Había mucha hambre en la izquierda, mucho deseo de llegar, y en ese proceso salieron todos los defectos de su círculo íntimo: la codicia de Nicolás, la ambición de poder de su mujer, la impertinencia de su hermano, los errores de sus primeros ministros. Todos errores propios de una “primera vez”, que yo creo que ya hemos superado, a juzgar por el comportamiento de la primera dama, quien ya no está bailando en público y parece estar comiendo con cubiertos .
Mis elecciones son bastante predecibles y las voy a explicar.
Prefiero a Gustavo Bolívar sobre Galán, porque Bolívar es un tipo honesto y decente que DESTILA DECENCIA, que es mucho más de lo que se puede decir de un candidato en Colombia. A veces hay que parecer para ser, pero creo que Bolívar no solo parece, sino que es un tipo decente que quiere hacer algo por Bogotá, y cuando hablo de Bogotá, hablo del pueblo, no de los contratistas, el cual parece ser el foco de su opositor, Carlos Fernando Galán.
Esa familia Galán, o el apellido “Galán”, hay que registrarlo en alguna parte como el apellido con más “goodwill insubstanciado” en la historia de la política global.
Yo fui un niño “neo-liberalista” en 1982, cuando Galán apareció por primera vez en escena, y recuerdo la esperanza que Luis Carlos Galán supuso, en especial en mi familia, una familia con profundas raíces liberales que van hasta la Guerra civil de 1886.
Pero ya el Galán posterior, ya estando yo más grandecito, no me terminó nunca de convencer, y para ser honestos, su asesinato tampoco mejoró esa imagen de político dizque renovador por afuera, y tranzador de siempre tras bambalinas.
Exactamente lo mismo pienso de su hijo, que ha vivido políticamente de ese poderoso “goodwill” asociado al apellido “Galán”, sin que en realidad haya evidencia material que lo sustente, pues ninguno de esos galanes ha hecho mucho. Senadores mediocres, representantes mediocres, concejales mediocres. Es una gente que vive puramente del nombre, sin haber hecho absolutamente nada grande todavía.
Y si para rematar ese cuadro, el tipo es de la cuerda de Germán Vargas Lleras, con eso basta para tachar a ese pelao insulso y tramador.
Ariel Ávila acaba de sacar un vídeo en estos días en donde demostró, con fechas y hechos, que este pelao Galán avaló en secreto a todos los corruptos de la política de Cambio Radical mientras fue presidente de ese partido, haciendo el plante de que los había “vetado”.
Y entre los animales aprobados por este Galancito estaban Kiko Gómez, Oneida Pinto, el otro animal Cerchar, las fichas de los Char en el Atlántico, ¡en fin!, el zoológico completo de Cambio Radical.
La misma hipocresía de su padre: revolucionario por afuera, y manzanillo transador por adentro.
Carlos Fernando Galán va a ser un híbrido perverso entre Peñalosa y Claudia López, pero ya yo he llegado a la conclusión de que insistir en esto es por el gusto, porque Bogotá es la ciudad más SUPERFICIAL DE COLOMBIA, cuando tiene que elegir alcalde. En Bogotá hay siempre una preferencia por el “cachaco de moda”, y esa moda puede ser porque es excéntrico (Mockus), porque es “play” (Peñalosa), porque es lesbiana (Claudia), y ahora, porque es un “Galán”. Es una ciudad de gente novelera a la que le gusta el perfil “play” moderno, sin medir mucho la substancia de la gente, y por eso les basta con Galán. Carlos Fernando Galán es joven, apellido Galán, con barbita de bogotano de clase media, con pose afectada, ¡listo!, ese es el nuestro, dice la clase media bogotana, que vota por el que se les parece.
En realidad, a la ciudad le sentaría bien Bolívar. El problema es que Bolívar no llena el perfil “play” que requiere Bogotá, y en Bogotá, un indiecito camellador, con cara de marihuanero, es difícil que salga elegido.
“¡Qué ceba Bolivar!”, es la forma de descalificarlo en Bogotá, aunque Bolivar tenga mucha más substancia que su competidor.
El principal enemigo de Gustavo Bolivar es el carácter burgués de la ciudad, pues los bogotanos se creen londinenses, cuando la ciudad todavía tiene cosas de Dakar.
Mi opción es Bolivar, pues creo que, en este caso, el “indiecito marihuanero” tiene más substancia y honestidad que el “niño play”.
El resto de elecciones en el país parece un rehencauche de perdedores. Fico, quien perdió con Petro en la pasada elección presidencial, para Medellín, lo que no me sorprende, porque, si uno entiende el carácter paisa, es decir, medio traqueto, charlatán, y conservador, se da cuenta que Fico es perfecto para Medellín.
El día que Medellín cambie de carácter, podrá elegir otras cosas más decentes, pero me temo que, los paisas siendo los paisas, van a elegir a su “traqueto de confort”, porque el carácter traqueto ya es parte inmanente de la cultura paisa. Yo no conozco ningún paisa que al menos no hablé como traqueto. En una ciudad de “gonorreas”, pues una “gonorreita” como Fico va bien. La ciudad no parece dar mucho más.
Y, francamente, las otras opciones no me convencen tampoco. Upegui, como seguidor de un cuestionado Quintero, me parece inexperto y tan charlatán como Quintero.
Y el Profesor Tobón resultó un “estafador” de la política.
En Medellín no escojo a nadie.
Y, finalmente, Barranquilla, el Imperio de los Char.
Otra ciudad definida por su carácter. Yo he llegado a la conclusión de que convencer a un Barranquillero de que hay vida después de los Char, es perder el tiempo. Alex Char es la encarnación de la Barranquilla moderna, al igual que Fico es la encarnación del paisa traqueto.
Alex es un turco en una ciudad controlada comercialmente por turcos, dueño del equipo de fútbol de la ciudad en una ciudad dominada por el fútbol, que además es millonario en una ciudad que vive y muere por el billete y las apariencias. El barranquillero quiere ser “gringo” y Alex tiene pinta de “turco gringo con plata”, y ya con eso basta.
Para los que no conocen Los Ángeles, la ciudad californiana tiene la más grande población de iraníes post Sha de Irán de los Estados Unidos. En L.A. hay al menos medio millón de iraníes descendientes de toda la gente que salió de Irán después de que el Ayatollah Homeini llegó al poder en 1979. De hecho, el Sha se estableció allí, en California, luego de exiliarse. Esos persas de Los Ángeles son la cosa más lívida y cabeza hueca que existe.
Pues bien, todos esos persas son igualitos a Alex jajaja, y creo que ahí reside el secreto del misterio barranquillero. En las ciudades superficiales, gente como Alex vende, porque se vuelven una representación de lo que es la ciudad. Alex es el equivalente de Kim Kardashian, quien, a pesar de ser de origen armenio en vez de persa, es el epítome de L.A.: hueca, con plata, mediática y bella. Con eso basta en Los Ángeles y con eso basta en Barranquilla, una ciudad con ambición de ciudad americana. En las ciudades superficiales, lo superficial triunfa, allors, Alex Char.
En Barranquilla escojo a cualquiera, menos Alex.
En Cartagena escojo a cualquiera que no apoye la “Gata”, con lo que de entrada descalificó a Dumek Turbay. Cartageneros, paisanos míos: no sean brutos, no voten por ese turco bandido. Voten por alguien de izquierda, que Cartagena bastante que necesita un alcalde de izquierda.
Ya para cerrar, quiero darle mi apoyo a mi amigo Fredy Monroy en La Mesa, Cundinamarca, que quiere hacer la cosas bien en esa comarca del centro del país y parece que no lo quieren dejar.
Ya está bueno, mesunos, este tiene que ser el año de Fredy, no jodan más con esa vaina.
Fredy tiene que ser el alcalde esta vez. Voten por el tipo decente, porque el que quiere hacer por su municipio…