Falcao a Millonarios: Camisetas y Llanto- Por: Felipe A. Priast

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Corin Tellado decía: “La gente quiere llorar, solo hay que darle un motivo para hacerlo”, y creo que esta frase encaja perfectamente con lo que significa la llegada de Falcao a Millonarios.

El cuento es que Falcao nunca jugó en Primera División en Millonarios, pues fue transferido siendo un pelao a River Plate, en donde se hizo futbolista profesional, así que, legalmente hablando, el man nunca se ha puesto la camiseta de Millonarios, el club del que él dice ser hincha.
Hasta ahí todo bien, yo no voy a disputar ninguno de estos hechos, pero si me llama la atención el excesivo amor de los aficionados de Millonarios por un tipo que nunca ha llevado sus colores en el primer equipo. Eso es como si yo amara con locura an Edwin Congo, un carajo que fue traspasado al Real Madrid en 1999, pero que nunca jugó con el Madrid (creo que jugó un partido).
Y se insiste en el hecho de que Falcao es “buena persona”, un tipo “querido”, un man “decente” y buen padre de familia.
Nadie discute eso, y a mi también me cae bien Falcao como persona, pero aquí lo que se evalúa es su destreza deportiva a la edad que tiene, no su buen corazón. Si por buen corazón fuera, el mejor jugador de la historia hubiera sido Gandhi, o el Padre Garcia Herreros, pero el buen corazón no entra usualmente en la evaluación de un jugador de fútbol. De hecho, lo contrario es cierto. El jugador más expulsado del Real Madrid en su historia es Sergio Ramos, un ídolo absoluto del club. Ser un tipo piadoso como Falcao no te ayuda a hacer goles, a menos que alguien quiera argumentar por aquí que el Espíritu Santo es el que empuja la pelota en la red cada vez que Falcao anota, pero ya eso sería un poco llevar las cosas a lo paranormal, y yo prefiero no entrar en ese campo.

La realidad sobre la llegada de Falcao a Millonarios es que los cachacos quieren llorar, tal como lo aseguraba Corin Tellado, y yo creo que ella tenía razón. Los cachacos quieren llorar el día que llegue al club, quieren llorar el día de la presentación, quieren llorar el día que Falcao haga su primer gol vestido de azul, y sobre todas las cosas, quieren llorar a moco tendido el día que Falcao cuelgue los guayos vestido de azul. También quieren llorar el día que compren la camiseta con el nombre “Falcao” en la espalda, y quieren llorar el día que se lesione, porque un jugador de esa edad seguro se va a lesionar, así sea levemente.
Y como un equipo como Millonarios no tiene a ninguna otra “estrella” para repatriar, se están agarrando de Falcao para replicar la despedida de un grande en el club de sus amores.
Verán ustedes, los cachacos son gente fatua a la que le gusta recrear las escenas que ven por televisión. Ellos quieren tener “héroes” globales, jugadores que se retiran en su club después de un periplo profesional exitoso por el mundo, y quieren poder decir que “Falcao es nuestro”, “es de Millos”. Los cachacos quieren un historia bonita en sus anaqueles, y el “Tigre” esta a la mano para cumplir ese deseo. Falcao ha regresado a Millonarios para que los “comandos azules” lloren, para que los cachacos vivan su “historia de amor futbolera”. Ellos ven que los jugadores argentinos se retiran en los clubes que los vieron nacer, y ellos quieren eso también y lo copian.
Y quieren camiseta de Millonarios con el nombre “Falcao” en la espalda. Esa camiseta se va a vender como pan caliente porque Millonarios tiene aspiraciones de club grande, y no lo es, como no lo es ninguno de nuestros clubes en Colombia, en realidad. Así que se agarran de Falcao para atisbar de nuevo a esa grandeza pretérita de la época de “El Dorado” ya ida.

El jugador buena papa y bien parecido “regresa” a su “casa”, Millonarios, para que toda la fanaticada azul llore. Llorarán las chicas, porque Falcao es buen mozo, y llorarán los chicos, porque el cachaco a veces posee una cursilería deportiva que esta historia de amor entre Millonarios y Falcao satisface. Carlos Bacca, a mi modo de ver, hizo una carrera en el fútbol de Europa casi tan buena (yo diría que hasta mejor, porque rindió en más clubes que Falcao) como la de Falcao, y llegó a Junior a cerrar su carrera sin tanto “llanto”.
Supongo que en la Costa somos menos melodramáticos que en Bogotá, una ciudad de reconocida impostura. Los cachacos son pretenciosos, hasta para tirarse una cagada son pretenciosos. Ya lo decía Garcia Marquez en sus memorias. Siendo un estudiante en Bogotá, vio pasar un entierro en donde unos cachacos caminaban con una solemnidad y una pomposidad “como si en Bogotá hubieran inventado la muerte”, decía Gabo.

Así, igual, es la llegada de Falcao a Millonarios.
Acá lo que están inventando es el “amor por la camiseta”, la historia de amor entre un jugador y un club (un jugador que nunca ha jugado en ese club). Y de pronto también van a intentar re-inventar el llanto, ¿quién sabe?
Ya van a ver ustedes ese llanto por Falcao el día que cuelgue los guayos. Será una impostura, como casi todo lo que hacen los cachacos, pero ese día ellos se sentirán los dueños del llanto, y eso es lo que importa. Ese día los noticieros entrevistaran a cientos de “llorosos” en las calles de Bogotá que dirán, entre lágrimas, que “Falcao es lo más grande que le ha pasado a Millonarios”, y hasta los reporteros van a llorar.
Eso va a ser una “lloraton” de primera, una feria de moco tendido y abrazos con cachetes húmedos. Ese día los cachacos se van a abrazar con extraños vestidos de azul y van a llorar por la partida de Falcao, por los goles que nunca hizo con Millonarios, por las jugadas extraordinarias que ellos se imaginaron que algún día pudo haber hecho en el Campín, por lesiones imaginarias y retornos gloriosos.
Ese día los cachacos llorarán con algo que nunca fue, y llorarán como magdalenas y serán felices porque la gente quiere llorar, como decía Corin Tellado, y Falcao será el motivo para ese llanto comunal…

La llegada de Falcao a Millonarios no va a ser la llegada de un futbolista, será la llegada de un santo.
Y ni Jesús en la cruz hizo llorar tanto a sus seguidores como Falcao hará llorar a los suyos…

Y pensar que esa ciudad de gente ridícula es la capital del país…


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