Por estas épocas preelectorales vale la pena recordar la célebre frase del expresidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln cuando al definir la democracia en su discurso de la batalla de Gettysburg afirmó que era “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Creo que muchos festivales vallenatos de nuestros pueblos están aplicando taxativa o literalmente esa expresión.
Desde afuera venía escuchando las quejas de los participantes y de algunos que ya no se inscriben en festivales vallenatos, quienes aducen como razón de su deserción, lo que en sus comentarios denominan descarada rosca, por solo mencionar a los más recientes, Distracción, Fonseca, Mariangola, Villanueva y La Jagua de Ibirico.
La queja es la misma, hay un denominador común, el jurado está integrado por personajes del pueblo que muchas veces no reúnen las calidades para esa dignidad.
Los resultados de los concursos son localistas y no obedecen a criterios objetivos, imparciales y de calidad. En algunos ganan los familiares de los organizadores, en otros ganan los compañeros de trabajo de los miembros del jurado, ahora hasta ponen a ganar a los discípulos de los homenajeados.
Lo más triste de todo es que en la mayoría de los casos los mismos participantes ya saben lo que va a pasar y comentan entre ellos, sin embargo, abrigan la esperanza que ofreciendo parte del dinero de los premios alguno de los integrantes del jurado se pueda “torcer” es decir, intentan atacar la corrupción con más corrupción.
Hacía mucho tiempo que no participaba en ningún concurso y se me dio por inscribir una canción de mi autoría en la versión 40 del Festival Folclórico, Agrícola y Minero de la Jagua de Ibirico.
Al llegar a La Jagua, los primeros comentarios que escuché de mis colegas participantes es que había dos personajes del pueblo para quienes estaba diseñado el concurso, me dieron los nombres y hasta me los presentaron.
Con esa información estuve tentado a renunciar, sin embargo, me puse a analizar y no tenía sentido retirarme por esos simples rumores, considerando los gastos en que ya había incurrido, en desplazamientos, ensayos y pagos de intérpretes, me dije: mejor morir con las botas puestas.
Mi canción tenía excelentes comentarios de conocedores, una temática novedosa, una rica melodía y una interpretación impecable, sin embargo, el jurado no lo vio así en la primera ronda. No obstante, logramos pasar a la final.
En la final se supone que habrá un nuevo jurado, oh sorpresa, los mismos integrantes del jurado, Adivinen el resultado del concurso: primero y segundo lugar los nombres que me dieron en los rumores.