Dios no lo quiera, si la montaña que soporta la presa de la Hidroeléctrica Ituango –HIDROITUANGO, se derrumba totalmente, como se viene derrumbando a pedazos, se produciría un tsunami u ola de 150 metros de alturas, que correría por entre el cañón del Cauca y saldría disparada, rio abajo, desparramándose a través del bajo Cauca antioqueño y bolivarense y La Mojana, produciendo a su paso destrucción total de poblaciones, tierras productivas, flora y fauna.
Quedarían borrados del mapa o completamente inundados por esta inmensa masa de agua, lodo, piedras, concreto y rocas trituradas y biomasa vegetal, poblaciones como Puerto Valdivia, Valdivia, Cáceres, Tarazá, Caucasia, Nechí, San Jacinto del Cauca, Guaranda, Achí, Majagual, Sucre-Sucre, Ayapel, San Marcos, Caimito, San Benito Abab y más del 60% de Magangué, y los respectivos poblados rurales de estos municipios. Otras poblaciones como Montecristo, Tiquisio, Pinillos y zonas rurales sobre el brazo de Loba de Pinillo, Mompós y Cicuco también sufrirían la devastación, pudiéndose producir efectos menos graves a lo largo del río hasta su desembocadura.
La onda expansiva de este inmenso tsunami generado por más de 18 millones de metros cúbicos de agua represada, que pesan 18 millones de toneladas, y teniendo en cuenta que el sitio donde se ubica la presa queda entre Santafé de Antioquia y la desembocadura del rio Cauca, tramo donde éste hace un empinado descenso de 800 metros, generaría una energía casi similar a una BOMBA “H” (bomba de hidrógeno) que tiene un poder destructor de 50 megatones, el equivalente a 50 millones de toneladas de TNT, 3.000 veces más poderosa que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945.
De ese tamaño sería el poder destructor de HIDROITUANGO. Una tragedia similar en Europa, origina por el derrumbe de una presa, que generó una ola de 40 metros de altura, produjo loa destrucción de seis ciudades y la muerte de 600 personas.
Lo peor es que nadie está debidamente preparado para ello. Los municipios apenas estructuran planes de contingencias y la población no está debidamente enterada de las dimensiones de esta amenaza ni preparada psicológicamente para afrontar un plan de evacuación y refugio temporal.
Lo razonable es que tanto autoridades como población hagan conciencia que: i) el DESASTRE puede producirse en cualquier momento; ii) que la evacuación es la única manera de preservar la vida y iii) que la solidaridad y el trabajo mancomunado es mejor que el “sálvese quien pueda”.
Lo recomendable: pedir a cada familia, junta de acción comunal barrial y corregimental, empresas y otros tipos de organizaciones, que elaboren sus propios planes de contingencia y sigan las instrucciones de los comités municipales de gestión del riesgo y demás autoridades competentes.