“Este país, en general, está “off”, salido de madre después de tantos años de uribismo. El gran legado del uribismo no se percibe en el campo político, sino en el campo social, en donde dejaron asentado -o revivieron- al patán soberbio “de bien” colombiano, una especie que en el 2002 ya iba en vías de extinción.
No fue sino que pasara lo que pasó el domingo pasado en Miami durante la final de la Copa América para que mi amplia red de informantes me viniera con todos los cuentos sobre Jesurúm. Que el man es un patán histórico de Barranquilla, que siempre ha sido así, que en la época en la que trabajaba con los Char, en el Junior, y era responsable de negociar los contratos de los jugadores, trataba a los jugadores locales como a una mierda; que jugaba en el equipo de rodillones de la Universidad del Norte y puteaba a todo el mundo en los Inter-universitarios de Barranquilla; que lo suyo siempre ha sido insultar, gritar y maltratar, etc., etc., etc.
Y no fueron “cuentos” lo que me llegó, fueron experiencias con él de gente que lo conoció.
Ahora, a todo esto hay que sumarle una nueva faceta a ese perfil detestable que se salió del quicio en el Hard Rock Stadium de Miami el domingo pasado: la de racista, aunque dado el perfil del personaje, yo creo que esta faceta suya ya todo el mundo la tenía asumida.
Y digo racista porque el mierdero con los guardias de seguridad fue porque los individuos eran negros y le bloquearon el paso.
Gracias a la malicia de Daniel Coronell (ese HP es malo), quien no perdió tiempo y subió el “indictment” contra los dos Jesurúm en YouTube para que todos viéramos a estos dos turcos patanes en uniforme de prisionero, y gracias a los vídeos disponibles de los hechos, se ve claramente que los dos oficiales de seguridad envueltos en la pelea son negros. Entonces, el mierdero no fue porque un guardia de seguridad le impidió el acceso, fue porque un NEGRO le impidió el acceso, a él, un turco rubio de ojos claros que en Barranquilla y toda Colombia ningunea a todo el mundo con base a su raza blanca (a mi siempre me causa mucha gracia cuando veo o oigo de turcos ninguneando gente, pero ese es otro cuento).
Entonces, “Moncho” y “Monchito” Jesurúm iban para la premiación creyendo que estaban en el Metropolitano de Barranquilla, en donde todo el mundo les rinde pleitesía, y al ser confrontados por el guardia negro, y quizá debido a los tragos y a la frustración provocada por la derrota, a los dos se les olvidó en donde estaban, y creyendo que estaban en el “Metro”, intentaron apartar al negro a la mala, que seguro solo estaba pidiendo credenciales. Es decir, el instinto se hizo cargo y el colombiano racista afloró.
Yo les aseguro que si el guardia de seguridad hubiese sido blanco, rubio y anglosajón, nada de esto habría pasado, pero los Jesurúm solo vieron “negro”, y ahí sus instintos se hicieron cargo, tratando al “negro” como ellos tratan a los negros y gente más mestiza en Colombia, es decir, como a una mierda.
El turco soberbio, rubio y de ojos azules, se intoxicó de furia al ver que un negro le bloqueaba el acceso al campo de juego, sin darse cuenta que él era el “gran “Ramón Jesurúm, el turco todopoderoso y soberbio que ve como todas las puertas se abren de par en par en Colombia cuando él pasa. Él quería la pleitesía que recibe en Colombia por parte de los morenos locales, y no la recibió. De ahí que su hijo, un patán igual a su padre pero con más hormonas y más fuerzas, tirara al “negro” al piso y lo levantara a patadas (eso dice el reporte policial). Y en el vídeo se ve al joven Jamil engatillando el puño para metérselo a otra guardia de seguridad afro, ya madura, y no lo logra porque sus hijos -o sobrinos- lo agarran para que no lo haga.
Colombia está “off”, como digo al principio de esta nota, pero Barranquilla también está “off”.
Hace rato lo vengo notando y lo he mencionado aquí entre chiste y chanza, pero ya con esto me queda claro que el supuesto carácter alegre de los barranquilleros es una cosa del pasado, y que esta nueva “regencia” turca de la ciudad ha traído una patanería y una chabacaneria de su gente que va, desde cantantes famosas (Shakira), hasta políticos (Cathy Juvinao), pasando por divorciadas de clase baja (Daysuris) y presidentes de la Federación de Fútbol (Jesurúm). Ya ese cuento del carácter barranquillero, extrovertido y alegre, está agotado, y lo que parece haberlo reemplazado es la ordinariez, la vulgaridad y la patanería.
Para mí eso empezó a cuajar cuando los Char se apoderaron de la ciudad. Barranquilla ya no es una ciudad de inmigrantes como lo era en mi niñez, ahora es una ciudad de turcos patanes ordinarios, y esa vulgaridad y esa patanería se han esparcido a todas las capas de la sociedad.
Barranquilla es hoy una ciudad de “Jesurúms”, y eso es una verdadera pena. Loco, ¿tirar a un guardia de seguridad americano al piso y agarrarlo a patadas? ¡No joda, ese Jamil Jesurúm no es un borracho cualquiera, es un asesino en potencia. Yo, con ver el vídeo en donde sale con el puño engatillado y a punto de pegarle a una guardia de seguridad negra, como de 60 años, ya con eso tuve. Esos turcos patanes de mierda no distinguen entre hombres y mujeres, y si sus familiares no lo agarran, ese vergajo recontra-mata a esa pobre vieja. Eso ni siquiera es de patán, es de asesino, de asesino uribista. Un uribista no tiene “altercados”, tiene encuentros en donde busca asesinar, es un movimiento de asesinos, y Jesurúm lo acaba de reafirmar por enésima vez.
Señor Presidente Petro: ese turco horrible se tiene que ir de la Federación Colombiana de Fútbol, no puede seguir. En la cancha, el fútbol de Colombia era un despliegue fascinante de nuestros afros, quienes son el corazón del equipo. Jesurúm no puede ser el presidente de una federación que aviva a nuestros jugadores afros, mientras que en el palco remata a patadas en el piso a unos guardias de seguridad igualmente afros. Esa contradicción brutal solo se resuelve con su salida. Si al “Bolillo” lo echaron por maltratar a su novia físicamente, el mismo metro se debe usar acá por ese asalto brutal a este guardia de seguridad afro, con el agravante de que Jesurúm hizo su barbaridad en un país extranjero, dejando el nombre de Colombia por el piso, porque esta noticia fue noticia mundial. Se tiene que ir, ese animal se tiene que ir, el fútbol colombiano no puede seguir dirigido por ese patán asqueroso.
Y a los barranquilleros vuelvo y les digo: su ciudad está “off”. Ya hay mucha vaina, mucha gente saliendo con comportamientos parecidos, y ya eso no es chiste ni casualidad. Y eso solo se corrige quitándole el control de la ciudad a los turcos. Mientras los Char sigan allá arriba, esa patanería barranquillera, que ya parece tener patente, no va a ser erradicada.
Empiecen por Jesurúm. Saquen a ese turco patán, para empezar, y después sigan con el resto de lacras árabes de la ciudad. Esa gente tiene “envenenada” a la ciudad con su patanería, y por eso Barranquilla está “off”. Solo es una cuestión de voluntad cívica, ustedes pueden hacerlo votando bien y escogiendo gente de mejor talante para que tome las riendas de la ciudad.
Y el resto de Colombia también está “off”, como lo demostró todo ese gaminerio uribista que intentó trepar la paredilla para colarse al estadio de Miami. La capital del Sol es la segunda ciudad más uribista del mundo, después de Medellín, y los que llevaron a cabo todos esos desmadres, empañando el nombre de Colombia, fueron todos esos traquetos uribistas de Miami. Los colombianos de Miami son gente horrible, y esto lo digo por experiencia propia porque viví en Miami 4 años. Recién llegado a Miami, por allá por el 2001-2002, trabajé con colombianos de esos 6 meses. Con eso fue suficiente, me abrí de ese parche y no los volví a ver más, ni quiero saber de ellos, ni los extraño, ni nada. Es más: algunas veces, cuando voy a Miami, me las tiro de cubano en restaurantes y locales, ya que mi acento cartagenero es parecido al acento cubano, para no engancharme en conversación con esa gente por ahí, pues yo sé que todos esos paisas, caleños y pereiranos de Miami odian a los cubanos. Ese es mi truco para mantenerlos a raya, pues yo no quiero tener nada que ver con ese lumpen uribista.
¡Qué tragedia de relaciones públicas que ha sido todo este evento! Pero que nuestro presidente de la Federación Colombiana de Fútbol sea uno de los artífices de esta debacle de imagen del país no tiene justificación alguna. Solo por eso Jesurúm tendría que pagar con su destitución.
Viendo las cosas en perspectiva, los uruguayos del pasado miércoles son Blancanieves comparados con nosotros el domingo. Nuestros jugadores no serán unos patanes como los de Uruguay, pero nuestros hinchas de Miami sí son un lumpen asqueroso.
Tal como dije ayer, somos un país de gente fea, desde el más “bien”, hasta el más gamin.
Si esto sigue así, voy a usar mi “disfraz” de cubano con más frecuencia. Total, mi familia materna vino de ahí hace como 250 años, tampoco es que esté impostando mucho y quedo mejor de cara al mundo.
Mi colombianismo es una condición inextricable, insustituible, pero en eventos públicos, con presencia de lumpen colombiano, yo tengo derecho a “disfrazarme”. Después de todo, yo me considero un internacionalista, a mi nadie me puede obligar a que yo haga migas con un troglodita colombiano solo porque es de Pereira o Medellín. O con un patán barranquillero. Crecí y viví en Barranquilla 14 años, pero yo no tengo nada que ver con esos turcos patanes barranquilleros, yo soy otra cosa.
Y, francamente, viendo el nuevo talante de la gente de Curramba, tengo que decir que, ciertamente, yo no soy barranquillero, y quizá nunca lo fui.
Después de esto, van a pasar años antes de que yo me vuelva a comer un “Frozomalt” en la Heladería Americana, o un pastelito de carne en el “Pastel de Oro”. Extraño la vieja Barranquilla, pero siento un fresquito al saber que ya no tengo nada que ver con esta nueva Curramba salida de madre.
P.D: Tengo una hermana que vive en Barranquilla, nacida en Barranquilla, casada con barranquillero, y madre de dos sobrinos barranquilleros. Hace 24 años no la veo y ya no hablo con ella. Hasta mi hermana se ha convertido en una “patana” de esas que ha producido esta nueva Barranquilla. What a pity!
¡Chelou con Curramba!, la ciudad está caída conmigo, y esta vez es en serio…”