Fui uno de los muchos que levanté mi voz de protesta por el abandono y displicencia del gobierno nacional con nuestros connacionales que se encontraban en Wuhan padeciendo el calvario del aislamiento por el coronavirus, me conmovió e indigné al ver la historia, imágenes y precario estado de salud del león abandonado en un refugio en Montería, por lo cual exigí atención especial y urgente en los dos casos.
Por esas casualidades del destino el padecimiento de nuestros conciudadanos en Wuhan y del León en Montería los une un nombre en común “Júpiter”, pero no el Dios padre de los dioses y los hombres según la mitología, mucho menos el más grande planeta de nuestro sistema solar, sino que así se llama el León encontrado en frágil estado y el avión de la fuerza aérea enviado por el Gobierno Nacional para la repatriación de nuestros compatriotas.
Desde que se inició el traslado de nuestros nacionales al país y del León a la ciudad de Cali, los medios de comunicación y sistemas noticiosos del país se enfocaron y paralizaron otros aspectos de la vida nacional por dar un cubrimiento y despliegue de estos dos acontecimientos de interés para la opinión pública.
Pero al mismo tiempo olvidaron por completo sucesos y hechos de gran relevancia e importancia para el país, nos introdujeron en un letargo sistemático, provocando en la opinión pública una despreocupación del acontecer nacional y una somnolencia ante acontecimientos que son graves y preocupantes en un Estado Social de derecho como el nuestro.
Para muchos pasó desapercibido como líderes políticos, congresistas y ministros, quienes tienen un patrimonio considerable, presentaran una declaración de renta en cero pesos, mientras que el gobierno nacional hace un llamado a los demás colombianos a pagar su declaración de renta, ser honestos, éticos y contribuir con la sostenibilidad del país.
De la misma manera, el episodio del hallazgo de un laboratorio de drogas en un terreno de la finca de la familia del embajador de Colombia en Uruguay ha pasado inadvertido, incluso para el mismo gobierno que pese a la gravedad del asunto no ha pedido explicación alguna, mientras que a nuestros campesinos que ganan su sustento y el de sus familias en los cultivos de coca, son sometidos a extinción de dominio, persecución penal y bombardeados con glifosato para combatir un flagelo que ha traído muerte, violencia y dolor a nuestro país.
Ni que decir del informe de la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos en Colombia, el cual plantea entre otras cosas las “continuas violaciones y los asesinatos de los líderes de derechos humanos en el país”, a lo que el Gobierno Duque expreso su molestia e indignación catalogándolo como una “intromisión en la soberanía del país”, lo paradójico que es ante este mismo organismo que el actual gobierno denunció las violaciones y atrocidades del
gobierno Maduro contra los derechos Humanos, exigiendo su intervención para poner fin al régimen.
Es importante que nuestros connacionales hayan sido repatriados y brindados las garantías para salvaguardar su integridad y salud, así mismo al león Júpiter, pero también es transcendental e imperativo no desviar la atención de la opinión publica de temas sensibles y de gran relevancia política, social y económica que puede afectar al país, debemos afrontar las situaciones sin sesgo político, doble racero y con un único actuar la imparcialidad, el respeto a la constitución y las leyes.