La derecha y los moderados de cara a la consulta popular- Por: León Valencia- Pares

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Les digo a los moderados, a los genuinamente preocupados por la gente, no hagan fila detrás de la derecha, no le crean todo lo que dice. Las reformas sociales y políticas que ha presentado Petro tienen demasiados problemas técnicos, dice la derecha y repiten sus tecnócratas, quizás sea así; el presidente, no tiene ninguna voluntad de hablar y oír y concertar y llegar a acuerdos, también podrían tener alguna razón; se trata de una estrategia de polarización en la que culpa a los ricos de los males del país y se postula como salvador de los pobres, sin duda hay algo de eso; la consulta popular apunta a calentar su electorado para las elecciones de 2026, puede ser la intención.

No voy a sacarle las castañas del fuego a Petro. Ni más faltaba. No es mi oficio, ni creo que el presidente lo necesite, aunque sus feroces contradictores me endilguen el acertijo.

Pero, no nos digamos mentiras, a la derecha colombiana no le gustan las reformas sociales, o le gustan muy poquito, un gota a gota, cuando no le queda más remedio, un construir sobre lo construido, dice, no le gusta la movilización popular, así esté acudiendo a ella en los últimos tiempos, no le gustan las consultas a las poblaciones y a los territorios donde adelantan sus grandes proyectos económicos.

No les gustó la reforma agraria de Carlos Lleras Restrepo, el más técnico de los presidentes en los últimos sesenta años; no les gustó la paz de Santos, alguien de sus propias tropas, tan moderado él, tan concertador, una paz negociada durante seis años, debatida hasta la saciedad, sometida a plebiscito y vuelta a negociar con la derecha para suavizarla, para reconocer su triunfo en el plebiscito; no les gustó la consulta anticorrupción y no prestaron atención a su caudalosa votación y ahora se rasgan las vestiduras con los escándalos que han aparecido en este gobierno; tampoco le prestaron atención al gran campanazo del estallido social, a los siete millones de personas que marcharon en seiscientos municipios y prefirieron atacarla primero y descalificarla después por los graves desmanes de minorías vandálicas.

Están cómodos en el país que han dirigido siempre, o casi siempre, para qué cambiar, para qué aventurarse con las reformas. No importa que este país tenga el segundo lugar en la concentración de la tierra en el planeta; no importa que sea el número quince en bajos salarios en el mundo; no importa que sea uno de los más desiguales de América Latina; menos importa la segregación de territorios y de etnias en el Chocó, en la Guajira, en el Cauca, en fin, en medio país; tampoco importa que en el empleo informal y precario laboren más de doce millones de personas; y no se preocupan demasiado por las graves violencias acumuladas, o mejor, si se preocupan un poco, cuando esas violencias los agreden de modo brutal, cuando en su furor desataron el abominable secuestro.

Les digo estas cosas a muchos amigos del centro del espectro político genuinamente preocupados por la marcha del país, personas a las que de verdad les duele le gente, participo en algunos chats donde confluyen, discuto con ellas sobre la situación nacional; en diciembre, incluso, fui a República Dominicana donde pasaban vacaciones empresarios con inversiones en Colombia para responder a sus inquietudes, igualmente me encontré con emprendedores en el Caribe colombiano; también atiendo las preguntas que me hacen en reuniones y en las calles transeúntes bastante preocupados con lo que oyen y ven en los medios de comunicación.

Este país es de todos, les digo, este año crecerá la inversión, no le tengan miedo a invertir, el mismo gobierno, seguramente, echará mano de lo que no ha ejecutado para empujar sus proyectos sociales; no se dejen asustar por el fantasma del autoritarismo de la izquierda, esta izquierda, que ha sufrido como nadie la violencia, ni quiere, ni puede, romper el hilo democrático, es la ampliación a trompicones de la democracia lo que le ha permitido llegar a la presidencia.

Le digo a la derecha, acepté de una vez por todas la alternación, acepté la derrota presidencial de 2022, aglutinen sus fuerzas para disputar con lealtad la presidencia en el 2026, miren este país con otros ojos, con los ojos de la tolerancia, de la equidad, comprendan que la mayoría de los colombianos no están bien, que es necesario cambiar, no se irriten tanto porque por una vez y temporalmente han perdido la presidencia.

Acepten el reto de la consulta popular, denle su aval en el Senado, lo más probable es que no reúna los más de trece millones que demanda el umbral, es difícil en este país llegar a ese resultado, pero, aun así, sabremos cuanta gente quiere de verdad las reformas y cuánta gente es indiferente o adversa a las transformaciones, tendrán con ello una noticia más clara de que hacer en las elecciones de 2026.

Les digo a los moderados, a los del centro, no se dejen arrastrar por la derecha a una ciega oposición a las reformas, postulen su proyecto reformista y compitan con la izquierda en ese terreno, la consulta es un buen escenario para construir y difundir un discurso propio, el escenario electoral del 2026, será, muy probablemente, una disputa entre reformistas de todos los colores, la discusión sobre la necesidad de las transformaciones llegó para quedarse.


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