LA DISTORSIÓN COLOMBIANA- Por: Felipe A. Priast

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Ayer compartí por aquí un vídeo de como 8 paisas con pinta de putas de alta gama que alguien bautizó como las “Barbies paisas”.

Yo, francamente, no voy a discutir con nadie los atractivos físicos de esas “niñas”, porque resulta obvio que se trata de mujeres bastante atractivas, pero ese no es el punto por lo cual compartí ese vídeo. A mi lo que me timbró de ese vídeo es nuestra “distorsión colombiana” a través del lente del narcotráfico, que, más que un lente normal, es como un potente telescopio que lo magnifica todo hasta desfigurarlo.

Yo no sé si ustedes conocen la historia de Barbie, pero yo sé las voy a contar.
“Barbie” y “Ken” fueron unos juguetes de Mattel creados como símbolos de los standards de belleza de la juventud americana de los años 50s y 60s del pasado siglo. Son juguetes para niñas que representan los “All-American” teenagers o jóvenes adultos que bien podemos observar en miniseries de televisión o películas de la época. Se trata de una idealización del “mundo perfecto” y afluente de los Estados Unidos de esa época. Barbie y Ken son juguetes que simbolizan la cúspide de la influencia cultural americana en el mundo de ese entonces, el sueño americano: una chica rubia preciosa, un muchacho igualmente rubio y bello, una casa con piscina en los suburbios, y un mustang (mi hermana tuvo Barbie con Mustang rosado), el carro deportivo americano de la época conceptualizado por el famoso ejecutivo de la Ford Lee Iacocca.

Los juguetes, a pesar de que no hablan, también encierran cierta “pureza” de espíritu, cierta decencia. Barbie y Ken son una joven pareja trabajadora, quizá en una oficina de algo, un oficio decente en todo caso, una forma de ganarse la vida honestamente en donde ambos -asumo yo acá- pagan impuestos, ahorran para el futuro y les da para una vida confortable.

El vídeo de las Barbies “paisas” es otra cosa, es una versión “grotesca” y muy antioqueña de todo lo expuesto anteriormente. Es el “sueño colombiano” de nuestros días, un sueño hecho de un “ideal traqueto”.
Más que el atractivo de las mujeres, que es obvio y absolutamente evidente, oigan lo que dicen esas peladas. La escena de esas prepagos paisas de alta gama es un juego de confesiones. Una por una ellas cuentan confesiones de las otras que están allí, usando un tono de falsa inocencia.
Que una de las allí presentes recibió de regalo un apartamento de $4 mil millones de pesos de su novio y que se lo quitaron; que a otra le llegó el novio bravo con pistola y empezó a disparar en la casa de la vieja; que la otra tiene un novio reguetónero que le quitó a otra; que a la otra un novio le quitó un regalo costosisimo que le había dado; que la otra tiene una caja llena de juguetes sexuales. Es una escena que simboliza todos los valores traquetos de Antioquia y de Colombia. La conversación gira alrededor de plata, plomo, sexo y regalos costosos. El equivalente colombiano de la “Barbie” es una prepago paisa de tetas y nariz operadas que solo habla de “plata y plomo”, como Pablo, y esa distorsión de valores es profundamente perturbadora. Mientras la chica ideal americana es una chica bella, trabajadora y de valores encomiables, la chica ideal colombiana es una puta violenta y floja que quiere conseguir todo en la vida con el culo y cirugías estéticas, y eso es triste. Mientras que la Barbie americana es “Sabrina”, o Ann-Margret, la Barbie colombiana es Natalia Paris, una putita devenida en modelo al que le mataron dos maridos traquetos (o uno solo, no me acuerdo ya).

Si yo tuviera que escoger una Barbie colombiana, con valores equivalentes a los encarnados por la Barbie americana, yo diría que tendría que ser una chica como Susana Caldas Lemaitre, aquella Miss Colombia de Cartagena, rubia, de buena familia, decente y buena madre. O Paola Turbay, si quieren una versión trigueña de la Barbie, pero no esas putas grotescas de Medellín hablando de plata y plomo. Esas putas paisas con ínfulas de Barbies son las Barbies de un tipo como “Popeye”, y este, a su vez, es el “Ken” de la grotesca y distorsionada sociedad antioqueña.

Los paisas tienen que entender algo: es imposible para la sociedad paisa concebir algo como la Barbie y el Ken porque los valores retorcidos que gobiernan a la sociedad antioqueña no dan para un ideal de ese tipo.
Si en Colombia tuviéramos que crear unos juguetes que representarán a nuestra sociedad “idealizada”, entonces tendríamos que crear una Barbie morena, con labios gruesos como inyectados con colágeno, tetas operadas, culo operado, zapatos de tacón transparente y maquillaje hasta en el culo.
Y el Ken colombiano sería alguien como J. Balvin, un paisa feo y tatuado que en lugar de Mustang tendría una Toyota, y en vez de un yate tendría una avioneta repleta de coca. Tocaría hacer figuritas de pacas de coca y de pistolas que vinieran con el “kit” de la Barbie y el Ken colombianos.
Y el “hábitat” de esta Barbie y este Ken colombianos no sería la casita suburbana con piscina de la Barbie sino el Parque Lleras de Medellín, con sus putas, jibaros y expendedores de drogas. Ese es el ideal colombiano, no nos engañemos.

No más vean la emoción de una de las putas paisas del vídeo de ayer cuando cuenta que a una de las allí presentes le llegó el novio “bravo” tirando bala a su casa. Vean cómo se emocionan las otras con tanta manifestación de amor “a la colombiana”.
No hay nada que “moje” más a una de esas prepagos paisas de tetas y labios operados que su novio mate a alguien por ella.
De hecho, creo que el vídeo fue editado. Desafortunadamente, ustedes no vieron el pedazo en donde las putas empiezan a hablar de los corones y los muertos de sus novios.

En ese pedazo es en donde destapan el champagne…


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