Algo pasa en Barranquilla, algo muy grave. Y tiene que ser así para que yo me haya tomado el tiempo de regresar por aquí para escribir estas líneas. Y tiene que ser algo que me duela. La farsa de la Fiscalía en el caso Uribe, la cagalera de la CSJ manejando ese caso, o la otra farsa de la extradición de Mancuso, no alcanzaron para que yo dijera algo por aquí, pero está paliza contra una doctora madura, y contra su muchacha de servicio, con policía de por medio, si lo ha hecho.
Y he regresado a levantar mi voz de repudio y de indignación, porque se trata de Barranquilla, una ciudad que quiero, pero que este año está probando, una y otra vez, mis afectos por ella. Si las cosas siguen como van en Barranquilla, en algún momento se me va a salir, y cuando se me salga, no le voy a perdonar una. Paisas y cartageneros son testigos de mi látigo implacable cuando algo se cae conmigo, y no quiero que pase lo mismo con Barranquilla, en donde tengo numerosos amigos. Pero la ciudad está alcanzando un límite, y mi paciencia se está agotando.
Repasemos un poco este “Annus Horribilis” de Barranquilla.
En el 2019, después del atentado a la Escuela General Santander de la Policía, y durante las marchas de protesta por el hecho, salió el primero de estos “simios turcos” que tienen montada una mafia en Curramba diciendo “Plomo es lo que hay, plomo es lo que viene”, un registro fílmico que quedará en la memoria de todos los colombianos para siempre, porque como todo turco patan barranquillero, se trataba de un hijueputa uribista para los que sólo existe la muerte como mecanismo de resolución de conflictos.
Luego, el clan mafioso más fuerte de Barranquilla, el clan Char, otra familia de simios patanes turcos, se vio envuelto en la fuga y posterior escape de la senadora Aida Merlano, con la doble y aún más perversa intención de matarla una vez estuviera afuera, pero sabrá Dios cómo, la pelada se salvó y se refugió en Venezuela, desde contó toda la historia.
Más tarde, ese mismo clan Char de simios sarracenos patanes y vulgares, se vio envuelto en el escándalo “Ñeñe-Gate”, como quedó demostrado por numerosas fotografías que relacionaban a los Char con el asesinado Ñeñe Hernández, el camaján vallenato que le compró votos a Duque por órdenes de Uribe, como reflejan los audios que le grabó la Sijin.
Luego vino el mega-escándalo del “Cartel del Covid” en Barranquilla, un esquema siniestro de servidores de la salud en donde, literalmente, se estaban asesinando ancianos negativos de Covid, para hacerlos pasar por víctimas de Covid y, así, tumbar al ADRES, el organismo estatal que cubre esta pandemia.
Pocas cosas en mi vida me han aterrado más que el asesinato y posterior cremación de esos pobres ancianos con fines pecunarios. Tanto fue así que salí mal con mi familia política Barranquillera por esa vaina, porque yo esa vaina no la pude digerir, se me atoró en el alma y aún no la he podido digerir. Y que haya ocurrido con tanto desparpajo y tan abiertamente en Barranquilla, bajo una administración charista, me envenenó de la ira. Por eso estoy de “quiebre” con Curramba, por eso ya no estoy dispuesto a aguantarle más cagadas.
En relación a ese caso, nunca se me olvidará el doctor patán de la Clínica Adela de Char que le pegó a la hija de una de las víctimas de tan siniestro cartel, casi que con deseos de matarla a ella también.
Y ahora sucede esta vaina, una golpiza que le propinan dos simios turcos de esos que sólo produce Barranquilla, patanes, periqueros, mala clase, medio traquetos (ya me llegaron reportes de que los manes están metidos en vainas raras), agresivos, y por sobre todas las cosas, vulgares, corronchos y salvajes.
Este proceso de vulgarización y patanería generalizada que se ha tomado a Barranquilla lo vengo viendo desde que yo estaba pelao y vivía allá. La ciudad, para mal, se convirtió en un “protectorado arabe” de estos simios turcos sin obice o freno, que hoy hacen en ella lo que les da la gana. Este simio, Jamil Rebaje, es sólo la última instancia de una estirpe plebe y sin cultura que llegó en masa al Caribe colombiano hace 100 años, y que hoy, gracias a sus habilidades comerciales, se ha tomado la dirigencia de las principales ciudades de la Costa, pero sin domesticar su instinto vulgar y salvaje. Aquí están los resultados: dos simios de estos, dos turcos ordinarios y patanes, se llevan por delante a trompadas a una respetable señora, la apalean, apalean a su muchacha, y apalean a un policía. Y en Colombia no pasa nada porque en Colombia no existe la justicia.
Es más: ya me mandaron foto de este simio Rebaje con Duque. Eso ni siquiera hay que preguntarlo. Estos turcos patanes de Barranquilla son todos uribistas, son todos unos trogloditas de comportamientos mafiosos, unas bestias de perico y pistola. Ahí está el vídeo. Ahí se puede ver como se meten un par de líneas de perico cada uno, para después ir a pegarle al que sea.
Esa combinación de esos simios árabes, de perico, uribismo, charismo y patanería, es un espectáculo grotesco. Los turcos barranquilleros de hoy son gente horrible, son unos mafiosos hijos de puta que tienen asustada a la ciudad. Cuantas veces no le he escuchado decir a amigos barranquilleros: “esa vaina es mejor dejarla así porque esos Abuchaibe, o esos Char, o esos Name, o esos Slebi son peligrosos, y si te metes con ellos, me toca irme de Barranquilla”. Docenas de veces he escuchado esa historia. Esa masa de simios árabes se tomó la ciudad y los barranquilleros viven cagados con ellos. Esos patanes de apellidos inventados, esos salvajes que 3 generaciones atrás vendían canastos en las calles de Damasco o Beirut, han mutados en estos simios todopoderosos y mafiosos que hoy se la tienen adentro a Curramba.
¿Saben cuál es el origen de ese apellido “Rebaje” del patan drogadicto que le pego a la doctora, a su empleada y al policía? Aquí se los voy a contar:
Esos turcos corronchos y vulgares llegaron hace 100 años a la Costa chancleteando y sin nombre, eran unos analfabetas. Entonces, al ancestro de este simio de la golpiza, se la tenían adentro porque cobraba muy caro en su almacén, y constantemente sus clientes le pedían una “rebaja” o un “rebaje”. Y estos salvajes, cuyo único interés es el dinero, adoptaron el cuento del “rebaje” como apellido. Asi de trivial y Modesto es el origen de ese apellido. Ese mismo caso existe con otro apellido turco, “Carón”, un apellido que le pusieron sus clientes a ese turco porque le decían que era un “turco carón”, que cobraba caro.
¿Está gentecita, de esos miserables y humildes origenes, es la que ahora controla a Barranquilla? ¿Los barranquilleros se va dejar seguir clavando de estos patanes sin cultura enraizados con simio que han llegado del Medio Oriente?
Exijo justicia en este caso. Ese par de gorilas de estirpe sarracena tienen que pagar por este atropello, CON LA MAXIMA PENA DISPONIBLE EN EL CÓDIGO PENAL.
Y Barranquilla tiene que ver qué hace con sus turcos mafiosos, esta vaina no puede continuar. Esa mafia árabe toca desmontarla si o si. Estos animales hijos de Allah están intoxicados de “poder char” y de bríos uribistas, y siendo así, sienten que nada los puede detener.
Hay que pararlos, hay que pararlos ya o si no mañana nos van a cortar la cabeza a todos con una cimitarra. Esa porquería que nos llegó de Levante no sabe dar las gracias. Los recibimos bien, les dimos cabida en una sociedad de cultura occidental, con instituciones y formas occidentales; les quitamos de la cabeza el fez y de los pies las sandalias, les pusimos zapatos, y miren como le pagan a la Colombia que los recibió y en donde se volvieron ricos: a coñazos.
¡Turcos de mierda!
P.D: Estoy esperando el trino indignado de nuestras feministas estrellas Catherine Juvinao, María Antonia Pardo y Carolina Sanint, es especial de las dos primeras, que son barranquilleras.