Nadie tiene tanta sangre en las manos que Rodrigo Mercado Peluffo. Piensen en dos de la masacres más terribles que se dieron en los Montes de María. La del Salado, en donde los paramilitares, siguiendo ordenes suyas, sacaron las gaitas de la casa de la cultura y literalmente armaron una fiesta mientras despedazaban personas en la cancha de fútbol del pueblo o la de Mampuján, ocurrida el 10 de marzo del año 2000. Hace 25 años sucedió. Llegaron al lugar y amenazaron a la población con asesinarla, como había sucedido en el Salado si no se iban. Trescientas personas dejaron todo lo que tenía esa misma noche. Las pocas mujeres que quedaron las violaron. Luego degollaron a once campesinos. Rodrigo Mercado Peluffo tenía la misión de recuperar Mampujan, que, según el portal Rutas del Conflicto, “es un punto de estratégico en las vías que comunican a los Montes de María con el mar, y entre Cartagena y Sincelejo, por donde el frente 35 de las Farc trasladaba secuestrados. Los ‘paras’ estaban interesados en aumentar su influencia en esta región para circular armas, drogas, y personal”.
Los paras confiaban en alias Cadena por que sabía muy bien difundir el mensaje de horror que ellos querían impregnar en los pueblos que alguna vez fueron ocupados por las guerrillas. Nacido en Macayepo, en 1965, era un campesino más de los Montes de María que estudió hasta séptimo bachillerato al que le gustaban las armas y las peleas de gallo desde que era un niño. Cuando se hizo más grande adoptó dos profesiones, la de matarife de ganado y la de informante de la armada. La guerrilla lo supo y en represalia le asesinó a toda su familia. Esto explica un todo el nivel de violencia y sicopatía con la que actuaba.
Fue sicario y de ahí pasó a ser miembro del Bloque Héroes de Montes de María. Y empezaron las masacres. Desde 1996 empezaron las masacres. Incluso en su pueblo, Macayepo, dirigió una. Era avaro con las balas. Casi no le gustaba usar armas de fuego, ¿para qué? Causaban ruido y salían caras. Lo mejor era reventar cabezas a garrotazos. Así asesinó a 15 campesinos en el pueblo donde nació. Tenía el diablo en el cuerpo.
Su guarida era una finca llamada El Palmar. Allí enterró a un número indeterminado de víctimas, a las que torturaba antes de pegarles su tiro de gracia. Allí recibía a la clase política. Allí iban senadores como Alvaro “El gordo” García, condenado a 50 años de cárcel por la masacre de Macayepo a pedirles favores. Era más fácil ganar las elecciones regionales si se contaba con el apoyo del aparato de muerte que manejaba “Cadena”.
En el 2005, mientras vivía en Santa Fe de Rialito, como recuerda Verdad Abierta, y cuando los paras ya pensaban en desmovilizarse, desapareció. La versión que circuló con mayor insistencia fue la de que fue interceptado por un grupo de desconocidos que lo bajó del jepp donde iba. El vehículo lo quemaron y luego lo asesinaron a él y a los hombres que lo acompañaban. Pero veinte años de lo que sucedió no se ha encontrado rastro alguno. De “Cadena” se sigue hablando en los Montes de María con el terror que puede despertar un monstruo. Su fantasma sigue vivo.