Con muy pocas menciones sobre la guitarra en territorio andino, antes de la mitad del siglo XIX, es bueno destacar los avisos que aparecieron en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá en 1794, que hacía referencias sobre métodos para su interpretación, igual que una antigua copla de Andrés Pablo que menciona la existencia de la guitarra con cinco cuerdas, que sumada a la que está en la Historia de la provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada, publicada en 1741, que recoge la diversidad de instrumentos en el territorio, dentro de los cuales se encuentra la guitarra que interpretaban los indios en los llanos orientales. De 1850 en adelante, la guitarra se esparció por todo el territorio colombiano y su implementación dio origen a otros instrumentos mestizos como el tiple.
Vale la pena destacar que durante la mitad del siglo XIX surge en Colombia la idea de música nacional sustentada en la base popular, por lo que a partir de 1882 nace la Academia Nacional de la Música como institución educativa. Ese entorno académico generó unos claros objetivos que afianzaron sus frutos en 1935 que dio paso a la creación de la escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, que entre sus logros está la creación de la orquesta Sinfónica Nacional.
En lo relacionado con la música vallenata son muchas las muestras que existen, en donde la guitara desarrolla un papel determinante para consolidar esta música de la provincia. Tanto en grabaciones como en acciones cotidianas, ella ha servido como soporte musical a tantas creaciones.
Es importante anotar que antes de la llegada de instrumentos como la guitarra, el armonio, el piano y el acordeón ya nuestros campesinos estaban en proceso de construcción, todo lo que hoy tenemos como música. Ese antes y después de la consolidación del vallenato le permitió a esos instrumentos, ante todo al acordeón y guitarra, desarrollar su liderazgo en cada una de sus acciones sociales. El efecto que cada uno de esos instrumentos hicieron en la construcción del vallenato está ahí como una muestra sólida de todos los procesos que nuestros campesinos desarrollaron para construir todo ese edificio musical Vallenato.
Guitarra y vallenato
La guitarra en unos procesos fue líder, en otros fue acompañante, lo que le ha permitido al instrumento y a la música vivir un goce conjunto, que hace pensar el valor de los dos en el desarrollo como música local con reconocimiento nacional que ha tenido el vallenato.
La divulgación de la música vallenata en guitarra se la dan varios hombres que irrigado en todo el Magdalena Grande, lo que luego sería el Magdalena, La Guajira y el Cesar. Unos son reconocidos por llegar a la grabación, otros pese a no hacerle se convierten en unos masificadores de ese instrumento.
El techo de la guitarra en la divulgación vallenata la desarrolla Guillermo de Jesús Buitrago Henríquez, quien junto a Julio Bovea, ‘El Mocho’ Rubio y Ángel Fontanilla le dan forma en grabación a todo un movimiento musical que ya tenía un recorrido con el acordeón en los diversos escenarios en Barranquilla, de la que existen versiones como la realizada por Francisco Rada Batista en 1935.
Esa figura del ‘Jilguero de la Sierra Nevada’, como era conocido, nació en Ciénaga-Magdalena- el 1 de abril de 1920 y falleció el 19 de abril de 1949. Hijo de Roberto de Jesús Buitrago, oriundo de Marinilla-Antioquia y de Teresa Mercedes Henríquez de Ciénaga.
Su afición por la guitarra fue acogida y perfeccionada por el destacado músico y compositor Andrés Paz Barros, quien lo ayudó a ponerle melodía a su vez acorde con la ejecución de su guitarra.
Alberto Fernández Mindiola, en el canto y guacharaca, Atánquez; Julio Bovea primera guitarra y segunda voz, Samario; y Ángel Fontanilla, segunda guitarra y primera voz, cienaguero; le dieron vida al trío Bovea y sus vallenatos, que consolidó lo dejado por Guillermo Buitrago Henríquez.
El trío Bovea y sus Vallenatos llegaron al estrellato de la mano del cantante Alberto Fernández, cuya voz fue la que inmortalizó los hits más grandes de la agrupación. Su carrera ascendente empezó del año 52 en adelante, cuando grabaron con el sello barranquillero Tropical, después adquirido por Discos Fuentes.
Alberto Fernández Mindiola es una de las voces más privilegiadas del Caribe Colombiano, por haber pasado del tema vallenato a otras variantes rítmicas de Colombia, que lo eleva a ser una voz exitosa dentro y fuera de nuestra Patria.
Dentro de ese mundo de acordeones, guitarras, chicotes y diversas danzas que antecedieron a los cuatro ritmos que hoy tenemos, nació y creció en Atánquez Hugues Martínez Sarmiento, quien se sintió atraído por ese instrumento de origen milenario y empezó a recorrer caminos cantando la música de sus antepasados y la que en su momento se escuchaba.
Así se hizo músico el jovencito de 17 años, quien decidió, por voluntad propia, dejar su terruño y llegar a Valledupar, donde logró alternar con Bovea y sus vallenatos, se dio el lujo de no atender el llamado musical del trío Avilés, acompañó con su guitarra y el acordeón de Colacho Mendoza las eternas tertulias musicales de Rafael Escalona Martínez.
“Cuando él llego a Valledupar, en el año 68, todas las jovencitas de esa época nos moríamos por él. Nos parecía un señor educado, con sus ojos verdosos, lo veíamos más bello de lo que es, pero por la forma como tocaba las cuerdas de la guitarra eran unos vallenatos hermosos, soñábamos con él; pero cuando empezó a tocar mucho ‘El Pirata del Loperena’ y rondaba mucho por ese barrio, nos dimos cuenta que él ya había elegido a su enamorada, entonces las demás le dimos campo abierto”, dijo Cecilia Luquez Soto.
A los lugares a donde llegó le entregó toda su vida a la música, la misma que reconoce en él a un virtuoso de la guitarra como lo dijera Gustavo Gutiérrez Cabello en su canto: “Yo no puedo separarme / de las cosas más hermosas / más ligadas a mi vida / como estar enamorado / y escuchar de Hugues Martínez / su guitarra tan sentida”.
Melodía de la guitarra
Como lo dijera en 1950 el escritor Álvaro Cepeda Samudio, en una de las parrandas que se hizo en Valledupar, que ayudaron a fortalecer a nuestra música y lo que luego sería el festival: “Carlos Huertas es el Matamoros del vallenato”, con ese rotulo se dedicó a caminar. Esa trashumancia le permitió a los 16 años llegar a Maracaibo, llenarse de gaitas y pasajes y formarse en la escritura musical. Se hizo libre en La Guajira y llenó de música al pentagrama nacional.
Esa manera de componer lo hizo distinto ante propios y de otras regiones. Su música se nutrió de sus viajes, su menuda figura de caminante eterno brotaba música. No se estaba quieto y todas esas ansias de querer ser que llevaba en el alma terminaban en sus dedos ligeros que se posaban en su eterna compañera: la guitarra. Incomprendido luchador, olvidado por todos, dejó una obra que permite decirnos: hay Huertas Gómez para la eternidad.
Hace más de cinco décadas cuando nuestra música no gozaba de ese auge popular, que hoy día tiene, por las calles del Viejo Valledupar un trío de muchachos cuyo talento artístico se escuchaba a muchas cuadras, en donde las canciones del vallenato y boleros se hacían sentir.
Hugues Martínez, guitarra y segunda voz; ‘El Quinqui’ Efraín Pimienta Molina, guitarra y primera voz; y ‘Monca’ Raúl Moncaleano tocaba las maracas y hacia la tercera voz; conocidos en el argot popular como El trío Malanga. Qué manera de llamar a un grupo musical de tan excelsas cualidades artísticas. En ellos se conjugó toda la música popular de la región y del mundo. Lograron enamorar con su suave melodía a toda la sociedad valduparense que acogía más lo foráneo que lo producido por los músicos de la provincia.
Sofronín Martínez Heredia es un reconocido hombre que a través de su talentosa ejecución de la guitarra logró ganarse un lugar en la cultura del Caribe nuestro. Con su voz y su guitarra llenó de sentimiento y bohemia a quien lo escuchaba. Después de su partida hace alrededor de dos décadas, son muchas las historias que se cuentan en torno a su vida en la guitarra. Con su permanente asistencia al legendario bar La Quemada, pudo nutrir el pedido de su música, la misma que había logrado construir en diversos momentos de su vida artística.
Él tiene un puesto importante en la música vallenata cuando por la década del 50’ acompañó al músico Gilberto Alejandro Durán Díaz en varias grabaciones, entre ellas, en la puya ‘La vieja Gabriela’, de Juan Muñoz Mejía.
Rodolfo Bolaños más conocido como ‘El Veje’ logró dentro de la guitarra mostrar todo su talento, que lo llevó a conformar el trío los criollos vallenatos, los Cesares y los padrinos, y a componer uno de los más bonitos paseos dedicados a Valledupar. Esa nostalgia que encierra ‘Viejo Valledupar’, cuyo texto y melodía transportan a un tiempo especial de la hoy ciudad, entre ellos, Los Criollos Vallenatos, Los Césares y Los Padrinos.
Dúo guajiro
Uno de los dúos que hizo carrera en La Guajira fue el conformado por Hernando Marín y Luis Gutiérrez. El primero fue un destacado creador, cuyas letras pusieron a pensar sobre la realidad del territorio guajiro, saqueado por muchos gobernantes corruptos; el segundo tuvo la voz perfecta para que dos bohemios llenaran de música a nuestra tierra.
Hernando Marín es un símbolo de la creatividad vallenata. Sus cantos románticos y sociales son un vivo soporte de nuestra música. Este rebelde pensador nunca se quedó callado, sus obras siguen levantando su voz para denunciar lo que no está bien hecho.
Él era un peleador abierto por todo, pero así también era un afectuoso de la vida. Todo eso está contenido en su música, él se parecía a ella.
Los Kankuis, voz kankuama, de las estribaciones de Atanquez, tienen su historia que no arranca en 1980, época en que deciden unirse para hacer música. Ellos antes de nacer ya traían su narrativa musical.
Cuentan que Juan Francisco Mindiola el del ‘Gavilán Atanquero’, ‘Trovador Ambulante’, ya había hecho con sus canciones y guitarra toda una historia musical. Lo único que decidieron los Kankuis fue seguir el camino que les indicó la vida.
Este grupo musical es una unión de apellidos y sangre que termina siendo lo mismo. Son una familia musical que decidió poner al vallenato en su lugar a través de la guitarra, herencia que defienden para bien de nuestra música.
Presente en guitarras
Si llegan a Barrancas-La Guajira, mi tierra, y pregunta por Ramón Noriega es posible que le digan no conocerlo. Si le dicen, dónde vive ‘Chiche Badillo’ lo llevan derechito a su casa. Es de los punteros que tiene la guitarra, escasos por cierto, y todo eso lo aprendió de Carlos Huertas Gómez y Hernando Marín.
Su vida está sustentada en muchas herencias musicales, entre ellos, los Brito de la sierra, emporio de músicos acordeoneros y poetas, que convirtieron a su entorno en una estación musical que sirve de referente especial para el engrandecimiento del vallenato.
Los hermanos ‘Poncho’ y ‘Millo’ Carrascal son dos valores plegados a mi alma. Los hice músicos y ellos me hicieron a mí. Nacimos musicalmente en una esquina de su casa. En ese ruido musical, nacieron en un ensayo punteando sus guitarras, muchas canciones mías. Allí en ese lugar le perdimos el miedo para mostrar lo que teníamos. Nos aventuramos en el festival y salimos ganadores.
Ellos son una realidad en la divulgación del vallenato en guitarra y una parranda con su presencia es a otro precio.
Por los años 70’, tres creadores de primera línea en el vallenato fueron bautizado como ‘El trío de oro’: Hernando Marín, Sergio Moya y Máximo Movíl. Ellos construyeron su nombre por separado a través de su talento. Luego el mismo fue tomado por los hijos de Sergio Moya Molina en honor a ellos. El Trío de Oro, el de ahora, es una propuesta con vallenato en guitarra, del que hacen parte, Leónidas, Freddy y Sergio Moya Jr.
Oscar Cantillo López después de nutrir el espíritu musical en los grupos donde estuvo, decidió lanzarse de solista y empezar a brindar concierto en los cuatro ritmos que tiene el vallenato.
Nieto del reconocido músico Juan López Gutiérrez del que se desprende una familia musical, entre quienes están Miguel, Elberto, Pablo y Alfonso, reyes del festival.
La agrupación Castillo’s ha logrado mezclar los sonidos del pasado con el presente, que les ha permitido mantenerse en un equilibrio para bien de su propuesta musical.
Jhonatan Castillo, en la guitarra puntera; Diego Andrés Castillo, en la segunda guitarra; Carlos Alberto Castillo, en el bajo electrónico; y Varo Díaz, como vocalista; buscan despertar diferentes emociones en su público y demostrar que la guitarra no es menos que el acordeón en el género vallenato.
En el desarrollo de la actividad de la guitarra con música vallenata, dos eventos hacen que esta manera de escuchar y ver a nuestra música no se pierda.
El que se hace en Ciénaga-Magdalena y el que se desarrolla en Agustín Codazzi.
Escritor, periodista, compositor, productor musical y gestor musical para que el vallenato tenga una categoría en el Premio Grammy Latino. Félix Carrillo Hinojosa