La pluma dorada plasma en esta ocasión las páginas en blanco, inspirada en los que le cantan con el alma y la secuencia mental en cada uno de los festivales de los pueblos, esos que viajan, hasta con lo que no tienen, para cumplirle al folclor.
No se entiende cómo a los verseadores, no se les ha honrado y valorado durante ya muchos años dedicando su vida, a lo que significa cada festival, ellos, quienes, sin un peso en su bolsillo, logran llegar a las tarimas, vestidos de vocación, de sentido de pertenencia por lo que representa su arte, la capacidad mental, memorística, rítmica e interpretativa de darle vida y alegría a los festivales.
Ellos, hoy se reúnen, dándole vida a quienes fueron sus primeros colegas, se hacen llamar ‘Los amigos de Chide’, para honrar a quienes abanderaron la tarea que les corresponde seguir, como cuenta el maestro Alcides Manjarrez, gran verseador fonsequero, quien cuenta como libro vivo del ayer y del ahora, libro del que hace parte como memoria vivencial, y dónde por supuesto, se comprende la importancia de la oralidad, como competencia comunicativa, para que las nuevas generaciones puedan darle formalidad desde el lenguaje escrito, para que la historia no muera y sea borrada.
Dice “el primer festival oficial de Colombia, el Festival de Compositores del municipio de la tierra, donde es costumbre entregar el corazón, San Juan del Cesar, La Guajira, se declaró cómo ganador al maestro Rubén Darío Toncel Álvarez (q.e.p.d.), Rey de los verseadores, luego fue Rey Luis Enrique Manjarrez (q.e.p.d.) en 1978, como tercer Rey en 1979 Alcides Manjarrez y cuando se oficializa esta categoría en el festival de la música vallenata en Valledupar, en 1979 da como Rey a Andrés Beleño, en segundo lugar al maestro, Rubén Darío Toncel Álvarez (q.e.p.d.)”, (Manjarrez 2024).
En 2024, se pueden ver y escuchar a muchos verseadores que van brotando del seno de estas tierras guajiras y colombianas, quienes siguen manteniendo vivo este legado cultural y folclórico, que merece ya un reconocimiento oficial en honor a ellos, para los que han dedicado toda su vida en ir y venir de pueblo en pueblo, alimentándose de la esperanza, de que sean homenajeados en vida, permitiéndoles una vida digna en su vejez, cuando la fuerza de los años y el tiempo les gane la batalla, por la que compitieron en cada tarima.
Rubén Darío Toncel Álvarez, uno de esos juglares, que murió con la esperanza de ser premiado por aquellos que administran los recursos que existen gracias a los artistas, folcloristas, compositores, cantantes, músicos.
En fin, es triste escribir y leer, que nunca se tuvo, ni se ha tendido compasión con el deterioro físico que tuvo el ‘Turpial de Pondorito’, ni los hermanos Manjarrez, que no se les ha reconoció su labor cultural, a ellos, quienes fueron los pioneros, quienes le dieron sentido y rumbo a lo que significa versear, una tarea no fácil, la capacidad mental, interpretativa y rítmica de responderse entre verseadores, es de alto valor y dignos de ser honrados, como Rubén Darío Toncel Álvarez (q.e.p.d.) o Luis enrique Manjarrez (q.e.p.d.).
Han pasado los años, luego de que partieran a versear a otro lugar, se cree que deben estar escuchando cómo sus esfuerzos siguen vivos en los que aman esta tarea, los que han heredado este arte folclórico que merece otro nivel, que merece, señores de cultura, señores administradores de los recursos, otro trato, no aprovechamiento de este talento para sacar ventaja económica, se debe cultivar desde los buenos y excelentes estímulos que merecen.
A los que caminan por este camino de versos, de rítmico y de secuencia mental, sus primeros colegas les tejieron este hermoso andar. Sigan dando lo mejor, sigan juntos, exigiendo al tiempo la recompensa, al aporte que ustedes hacen a cada festival, que aunque no comprendan muchos el valor de su arte, la historia escribe sus nombres, la vida premiará a los verseadores como juglares que saben a pueblo, pueblo, ustedes que alegran con sus versos y enseñan que la capacidad mental articulada al lenguaje producen las mejores historias que solo los pueblos saben leer y disfrutar.
Al grupo ‘Los amigos de Chide’, quienes se juntan para fortalecer su proceso como verseadores, honrando a los primeros de este hermoso y complicado camino, y que en cabeza del maestro, Alcides Manjarrez, un libro vivo que aún se mantiene intacto, Ángel Moya, Juan Enrique Diaz, José Fernando, Sandro, José Tapia, Donaldo, Teobaldo, Mayer Pupo entre otros, sigan fortaleciendo este camino, para que su valor, sea reconocido por los distintos gobiernos que llegan y se van, mientras cada uno de ustedes escribe su nombre en los corazones de los distintos pueblos, donde son esperados y aplaudidos en sus diferentes contiendas verbales.
Un trabajo no fácil, un arte cultural y folclórico que los hace grandes dentro de cada festival, merecedores de ser exaltados desde ya.
Esta pluma busca en cada página poder aportar a quienes escriben su nombre en las tarimas que los hacen saber a pueblo, pueblo.