Con escazas, pero muy escasísimas excepciones y raspando como decíamos en la universidad, los 108 senadores y 171 representantes terminaron, el 20 de junio, quizás el peor periodo legislativo, es decir, fuera de lo común en los 208 año de la historia del congreso.
Bajo la “espada de Damocles” sesionaron de manera virtual y aun no se tiene la certeza de si esas reuniones son reglamentarias o no, o si permiten votar reformas constitucionales, la Corte tendrá la última palabra.
En su peor crisis de popularidad, 82 por ciento de imagen desfavorable – marzo 2020-, se agudizó la pandemia y termino de socavar los cimientos de los muros del capitolio, recinto de “la democracia”. Al final de la legislatura se aprobaron 18 conciliaciones y alrededor de 20 proyectos en las últimas semanas.
Un mes derrochado, discusión estéril, entre sí sesionaban virtualmente o no, al final ganaron los que apoyaban funcionar de manera virtual y así transcurrió el periodo legislativo más infecundo y el menos útil para la República.
Lo que muchos, por no decir que todos los colombianos queríamos que pasara, ocurrió, el congreso de Colombia se esfumó, se evaporizo en medios de discusiones insultas y hasta en madrazos a sus propios colegas. Pasará a la historia el patán del presidente de la Comisión Séptima que estreno el ‘madrazo’ viral.
La esencia del Senado y de la Cámara de Representantes es el control político. Este Congreso liquida su segundo periodo sin haber hecho un solo control político a los más de 40 decretos expedidos en momento de emergencia económica y social por el Gobierno Nacional. Aunque la Cámara si logró virtualmente realizar algunos debates como por ejemplo cuando se citó a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien no asistió.
El gran beneficiado de toda esta baraúnda fue el Gobierno Nacional que logró fortalecer la coalición precaria que mantuvo por más de año y medio en el Congreso. Y la virtualidad le permitió vigorizar la coalición que ya tenía con el Centro Democrático, partido de gobierno y las colectividades cristianas, los conservadores, La U y Cambio Radical.
Sin embargo, hubo cosas para rescatar y se aprobaron algunas iniciativas de gran calado e impacto, como la cadena perpetua para los violadores de niños, que aún le falta revisión de la Corte Constitucional, el proyecto de pago a plazos justos, que modifica las reglas de juego para las pequeñas y medianas empresas, porque desde ahora los grandes compradores tendrán que cancelar sus facturas en máximo 60 días.
Otra iniciativa que resultó aprobado en el marco de la virtualidad fue el proyecto de borrón y cuenta nueva, que ofrece grandes beneficios a aquellos colombianos reportados en las centrales de crédito, si se ponen al día con sus deudas, entre otras.
Una gran derrota para el Gobierno y en especial para el Centro Democrático resultó ser el hundimiento de la ley Arias que buscaba autorizar la doble instancia retroactiva para los aforados.
La situación del Congreso no pudo estar peor, hasta ahora dos congresistas contagiados: José Luis Correa del Partido Liberal y Laureano ‘el Gato Volador’ Acuña del partido Conservador y la agenda propuesta a principio de la legislatura quedo en eso solo propuestas. Seguiremos en pandemia y el congreso seguirá sesionando de manera virtual, ese, es su gran reto, estar a la altura de las circunstancias.
Y sus nuevos presidentes, sino pasa algo extraordinario, Arturo Char, de Cambio Radical, en el Senado y el representante Germán Blanco, del Partido Conservador, en la Cámara deben entender que todo cambio.