Hoy un sentimiento de ira, dolor e impotencia carcome el alma de los cesarenses, la democracia por esos abandonados parajes sufre un peligro superior a las incidencias de la pandemia del Covid 19, por lo lesivo de sus efectos.
Todos lo saben, el rumor se escucha en cada rincón del departamento, todo está direccionado a tener para las elecciones parlamentarias, un departamento loteado, si señores, como cualquier finca o en el triste recordado, nefasto pasado, cuando las AUC, entregaron un pedazo del territorio a cada grupo político de sus afectos. Hoy, la realidad parece superar la ficción, se dice que cada parlamentario en ejercicio tendrá una jurisdicción especial en donde los electores quieran o no, deberán sufragar por el escogido y bajo el rigor de la obediencia; pero la directriz va igualmente encaminada a ser acatada por los alcaldes de cada municipalidad a quienes les han hecho llegar el croquis del ente territorial y quienes juegan para las altas y bajas dependencias legislativas.
Aunque abunda el miedo como aquellos años cuando el fusil mandaba, basados en el derecho de información que ejercemos, nos atrevemos a publicarlo, callarlo sería darle valides a las argucias de los ineficaces parlamentarios hoy en funciones.
De acuerdo con la repartición hecha desde ya, para el senado son veinticinco escenarios, el senador José Alfredo Gnecco y su emulo Didier Lobo, gozarán de las mismas garantías. Mientras esto sucede, aun publicado el mapa con sus dueños, las autoridades guardan silencio, podríamos decir que también a los que representan les corresponde obedecer a los corruptos de este estado social no de derecho, sino torcido como cadena de eslabones.
Con respecto a los parlamentarios Ape Cuello, Eliecer Salazar, Cristian Moreno y “Chichi” Quintero poco es lo que les falta para hacerse dueños de otra credencial, sin méritos ni ejecutorias, atendiendo su ineficaz protagonismo en los asuntos legislativos.
Elegir o ser elegido en Colombia es un derecho fundamental a la luz de la constitución, pero esta frase es más retorica que formal en una sección territorial donde cada quien hace cuanto quiera con el aval de las poderosas cortes existentes.
Lacera el alma lo ocurrido y las hace más lastimeras, pero es grave el silencio cómplice de los ciudadanos de bien que con su silencio avalan esta situación, al no salir a defender la legalidad a la cual estamos obligado a tener.
Es odioso tener que repetirlo, pero la cepa de la corrupción hoy naciente, es producto de las permisibilidades de sus líderes naturales, incluso de aquellos que han visto masacrar la institucionalidad sin percatarse de las fatales consecuencias resultantes.
Para el 13 de marzo del año venidero, estaremos reunidos por imposición en el más horrendo terror democrático y quien desobedezca le será aplicada las penas que solo los malignos suelen propinar.