Está claro que la defensa de Alvaro Uribe Vélez no quiere que este sea juzgado por Sandra Liliana Heredia. Son dos las tutelas que han caído contra ella en un intento por dilatar el juicio que se le lleva al expresidente. La última de ellas se presentó el pasado 28 de febrero. Jaime Granados presentó una tutela contra la jueza Sandra Heredia, la segunda a la que debía responder en lo que va del año. Lo que expresa la defensa en este documento es “proteger los derechos fundamentales del exmandatario, que considera violados durante las audiencias. Granados además expresó lo siguiente: “La continuación de esta audiencia, como manifesté ayer, se hace bajo la más enérgica y respetuosa protesta de la defensa, tanto técnica como material”.
Los legajos de documentos presentados por la defensa del expresidente se acumulan hasta formarse un cataparcio. Cada uno de ellos pretende ser una prueba para detener el proceso. Lo cierto es que a la jueza no le tiembla la voz a la hora de hablarle fuerte a Uribe quien lleva más de veinte años consecutivos hablandole a la gente en tono imperativo. En uno de los apartes de la audiencia se escucha al expresidente intentar buscar mostrarse como un hombre sencillo, casi que de campo, usando este tipo de argumentos: “Mi papá era un campesino de alpargata, cafetero humilde de las tierras altas de Antioquia”. A lo que la jueza, usando la potestad que tiene, le corta las palabras y le dice lo siguiente: “Limítese a contestar lo que se le pregunta en el marco de la imputación, no vino a hacer aquí un discurso político, ni nos interesa su biografía”.
La trayectoria de Heredia está fuera de discusión. Comenzó hace veinte años en el Tolima. Su nombre ha sido reconocido en informes de gestión como parte del Comité Seccional de Género de Bogotá. Sus fallos demostraron ecuanimidad y el compromiso con la causa de encontrar justicia para los culpables de delitos de género. Es decir, su actuación hasta ahora en la justicia colombiana ha sido intachable.