En hora buena la estadística y caracterización de personas, hogares y viviendas del territorio colombiano es clausurada, generando con ello la herramienta indispensable como fuente primaria para la implementación de políticas públicas acorde a la realidad y necesidades de la demografía colombiana
Pues bien, el pasado 07 de julio el DANE revela el número y expone que en Colombia somos 48,2 millones, lo que se traduce a 48.258.494 habitantes, y que el crecimiento de la población dentro de los últimos 13 años aumento en unos 5,4 millones, en su mayoría el género femenino y así mismo los adultos mayores de 65 años acrecentaron la cifra frente a los jóvenes menores de 15 años, como también la propagación o mayor asentamiento_ :[ de habitantes en ciudades o cabeceras municipal, denota esto que nuestro país, tuvo cambios significativos proporcional al contexto de la última década.
Sin embargo, incorporar estos cambios conlleva a la ilustración de un futuro país sobrado en estructura administrativa, organizado desde la puerta de ingreso, hasta la línea colindante, en el que todos cabemos y todos merecemos como el deber ser, pero hoy la realidad nos muestra que los esquemas del censo, no se asocia en su totalidad al contenido del territorio nacional, causando así un efecto discrepante, por ejemplo, el Valle del Cauca, departamento formado por las regiones andina y pacífica, hoy desacuerda las cifras entregadas por el DANE, en referencia a que el número de habitantes decrecido en esta región, dado a que este escenario no conllevaría más que al quebrantamiento del desarrollo económico, social y cultural del Departamento como consecuencia en la distribución de los recursos del Sistema General de Participación, pues a menos habitantes, menores ingresos recibe por parte de la Nación y con esto se incrementa la brecha en la educación y salud, pilares fundamentales para la armonización dentro del estado social de derecho.
Es así como la demografía esbozada por el DANE, trae consigo significativos impactos en todo el territorio nacional, puesto que los departamentos y municipios deberán adoptar políticas públicas acordes a las necesidades para el bienestar social, salud, educación, desarrollado económico, vivienda, entre otros que permitan una verdadera planificación y racionalización en la ejecución y el gasto del presupuesto.
Dentro del actual contexto la sabiduría de los propulsores de las normas y el acierto de los ordenadores del gasto público permitiría el equilibrio y la armonía entre los indicadores del DANE y las necesidades de los habitantes, en el que se contemple la focalización de los pobladores con mayores necesidades insatisfecha, delineando la proyección y ejecución de efectivas e idóneas políticas públicas para la salvaguarda y seguridad de las mismas.
Ahora bien, la cifra reveladora en el aumento de los adultos mayores, estima una valoración subyacente e inminente, no para reforma pensional como estudio
inverso a sus necesidades sino en la implementación de acciones tangibles con intereses objetivos que conlleve a garantizar y amparar una vida en condiciones dignas; además se deben replantear las cifras de desempleo, pobreza y las metas del Plan de Desarrollo Nacional reasignado los recursos a través del Sistema General de Participación.